Interrumpimos la emisión...

... de forma indefinida. ¿El motivo? Nos hemos quedado sin ordenador. Después de seis años de leal y diario servicio, el ordenador de casa ha pasado a mejor vida dejándonos desamparados y sin posibilidad de actualizar o ver vídeos tontos por internés. Desconocemos la duración de esta interrupción porque no está el horno para otro ordenador.

En todo caso esperamos que no se demore mucho.

Estad atentos a vuestras pantallas. Volveré.

"La era de Drácula" de Kim Newman

La era de Drácula, Kim Newman, Alamut, 2010

Creo que en algunos países está prohibido pasárselo tan bien con un libro.

1885. Van Helsing y sus compañeros no consiguen derrotar al monstruo conocido como Drácula. Por ese funesto error, su cabeza está en una pica frente al palacio de Buckingham. Drácula se ha convertido en el príncipe consorte, se puede encontrar a sus enemigos empalados por las calles de Londres, la nobleza se vampiriza imitando a la casa real y las clases bajas hacen lo mismo. Poco a poco los llamados "cálidos" lo tienen más difícil para tener una vida algo normal y los vampiros de clase más baja están cada vez más degradados. Pero entonces una serie de horribles crímenes sacude Londres; un asesino que descuartiza a prostitutas vampiras en el barrio de Whitechapel y al que bautizan Cuchillo de plata y amenaza con desestabilizar el nuevo sistema social.

Después de la intensidad emocional y literaria que me supuso la lectura de Ante el espejo de Veniamín Kaverin (novela de la que hablaré en cuanto me haya recuperado) necesitaba puro escapismo, juego y entretenimiento. Y rebuscando en la biblioteca de casa entre los centenares de volúmenes que dormitan en los anaqueles, me encuentro con el libro que A. me compró el pasado Sant Jordi. Drácula, el Destripador y un escritor que con todo lo que he leído de él me lo ha hecho pasar muy bien (una reseña de su obra, aquí). Pues venga. Y en un par de días, leída. Después de la intensidad rusa, la diversión, el escapismo, la sátira de tintes algo gruesos, el pastiche, la referencia y la innegable calidad de la propuesta de Kim Newman era justo lo que necesitaba. Lo dicho, y pese a todos los peros que se le pueden poner a La era de Drácula, qué bien me lo he pasado.

Kin Newman nos presenta una realidad alternativa, una dimensión donde la frontera entre la época victoriana real y la literaria han desaparecido y se han convertido en un todo. Donde Lestrade y Abberline comparten oficina en Scotland Yard, donde encontramos a un vampirizado Oscar Wilde en una fiesta o contamos con la ayuda de los extraños doctores en medicina Jekyll y Moreau para investigar unos crímenes. Y pese a que en algún momento la referencia, el personaje o el juego cae en lo gratuito y no acaba de aportar a la historia, me gustaría destacar de esta propuesta lo natural y "realista" que acaba siendo el resultado. Funciona. Y funciona muy bien. Como lector que me ha resultado ni raro ni forzado, sino que este universo alternativo discurre con una normalidad apabullante. Y esto se consigue gracias a que se percibe

1. El amor que Kim Newman tiene por la novela de terror, la novela decimonónica y toda una época literaria que dio al mundo verdaderas obras de arte de cuya influencia aun estamos empapados (no es solo Drácula, tambien son las obras de Stevenson, de H.G. Wells, de Le Fanu, Wilde, Shaw, Potter, Conan Doyle, etc.). Y por la figura del conde, cuya presencia en la novela se reduce a un solo capítulo, pero cuya sombra domina cada una de las páginas.

2. El profundo conocimiento de la época victoriana en sus niveles políticos y sociales. Y  sus contradicciones, claro. Los movimientos religiosos, reformistas. Los profundos abismos de diferencias de clase, etc.

3. Pese a alguna vacilación, algún diálogo algo forzado, algún vacío narrativo, lo excelente de la prosa de Newman conjugando todos estos factores en un pastiche narrativo que funciona con naturalidad y en la creación de una novela muy divertida y entretenida que funciona a muchos niveles; el homenaje, la parodia, la novela de terror, la sátira social y literaria, etc.

Lo estupendo de esta novela es que no se queda en el mero juego de referencias, sino que construye una historia muy interesante que le sirve para hablar del racismo, la explotación, la ignorancia o la superstición. Una investigación, unos crímenes, una reimaginación histórica y literaria.

Y la siempre fascinante Geneviève Sandrine d'Isle Dieudonné, una prima lejana de aquella otra Geneviève Dieudonné que aparece en las novelas de Warhammer. Una vampira antigua con un cuerpo de dieciséis años proviniente de un linaje vampírico que la aleja de Drácula (interesante la idea de diferentes linajes de vampiros siendo el del conde el más corrupto y degradado). ¿Algo gratuito nombrar a este personaje cuando no menciono a ningún otro? Sí, pero es que tengo debilidad por este carácter en cualquiera de sus encarnaciones.

La era de Drácula es una divertida, entretenida y muy fascinante novela de aventuras que sabre recrear y jugar con una época histórica y literaria. Un puro entretenimiento de género excelentemente construido que me ha proporcionado una excelente horas de diversión. Si no me extiendo más en personajes y trama es por el convencimiento de que quien quiera adentrarse en esta obra tiene que hacerlo sin saber mucho de ella para irse topando con las sorpresas, los giros y con una historia mínima que se mantiene muy bien. Una buena novela vampírica y un excelente entretenimiento de uno de esos autores que me gusta seguir de cerca y que me caen la mar de bien.

Y solo me queda pedir a Alamut que se lance a la reedición de El sangriento barón rojo y la publicación de Judgement of tears para completar esta trilogía sobre Drácula (tranquilos, de lectura independiente), así como las novelas del Club Diogenes o, qué demonios, cualquier cosas de Newman. Con su obra la diversión está asegurada.


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