Novedades improbables. Especial Noche de difuntos

Copiando sin pudor y con alevosía una sección del blog de la buena amiga Sasy, me he decidido a recomendar una serie de libros de misterio y terror que os pondrán los pelos como escarpias, os obligarán a cambiaros la ropa interior mínimo dos veces, con los que no podréis dormir en semanas y os provocaran espasmos y las más horribles pesadillas que vuestra mente puede crear.

O no.

Bloguea IMM Blog con V y muere, Robert Fynchon, ed. Roca, 2013

La comunidad bloguera está en tensión. Una serie de misteriosas muertes está acabando con alguno de los blogueros más populares de la red. Los encuentran en sus habitaciones con las cabezas incrustadas en la pantalla. La policía está desconcertada ya que una vez descartado que se trataran de suicidios por finales de saga decepcionantes o elección de actores que no pegan nada con el personaje, no tiene ninguna pista más allá de que hay alguien que está matando a jóvenes cuyo único punto en común era tener blogs de literatura juvenil.
Andy Pérez es un policía novato que acaba de salir de la academia, pero que descubre una pauta en los que ahora se consideran asesinatos: todos los blogueros muertos hacía unos curradísimos IMM Blog con V. Después de este descubrimiento, se decide que Andy haga un trabajo de incógnito: abrir un blog de literatura juvenil, conseguir popularidad, visitas y seguidores a toda costa y hacer IMM Blogs con V con muy buenas ediciones. De esta forma el inocente Andy verá cómo su tranquila vida cambia de forma radical al entrar en contacto con el sórdido mundo de los blogs literarios: seguidores, concursos, retos imposibles, envíos editoriales, comentarios enojosos y publicitarios, competitividad, reseñas a última hora, novedades... Y vídeos donde enseña libros y que alguien, en un oscuro rincón de la ciudad, ha dado un paso definitivo hacia la locura y la maldad. Alguien obsesionado con los IMM Blog con V y con quien aparece en esos vídeos enseñando los libros que han llegado a sus manos ese mes. Alguien solitario cuyo único contacto con la realidad son esos vídeos de aficionados a los que baja la voz y gusta imaginar que dicen su nombre entre palabras de amor y alguna cochinada.

Robert Fynchon ha escrito uno de los mejores thrillers de la temporada que va más allá de la típica caza del asesino, sino que acaba juguetando con la novela de terror, la tradición inglesa del satanismo y la crítica literaria.

- No se trata de suicidios - dijo Andy fingiendo una calma que no sentía.
- ¡Qué! - exclamó el jefe Harley -. Todos nuestros expertos psicólogos coinciden que se trata de suicidios colectivos provocados por la elección de ese tal Garred Bingley para interpretar a... - echó un vistazo a sus notas -. Gail Underwood, rey de los unicornios en la película Amor cornudo.
- Pensábamos que había quedado claro - apostilló Jude.
- No, pero no era eso. He estado en contacto con blogueros por medio de los blogs y en todas las redes sociales que conocemos. Por mucho que les disgustara la elección de Garred Bingley, nunca se suicidarían por ese motivo. 
- ¿Por qué? - el jefe Harley parecía que empezaba a interesarse.
- Les gusta demasiado quejarse. Y hay otra cosa. ¿Podemos ver el IMM Blog con V 63 del blog "Libros, letras y margaritas"?
- Ya lo hemos visto no sé cuántas veces.
- Por favor.
- Adelante Jude, póngalo - dije el jefe Harley -. Espero por su bien que tenga un buen motivo para hacernos ver de nuevo eso.
- Lo tengo, jefe. 
Jude puso el vídeo y de nuevo pudimos ver el último IMM Blog con V que había grabado Cabecita. Se la veía en su habitación. Sonrió a cámara, agitó su mano y volvieron a escuchar sus últimas palabras.
- Hola chicos. Bienvenidos a una nueva entrega de un IMM Blog con V. Es ya el... ummm... 63 si no recuerdo mal. Hoy no me entretengo y empiezo con los libros porque hay un montón entre compras, envíos, novedades, visitas a la bibliotecas y robados a los niños en el parque. Empiezo con este, Cómo conquistar a un caníbal de la maravillosa Claudia del Moral. Cómo podéis ver es un libro con páginas que van una detrás de otra. Tapa dura y va de una chica que conoce a un chico que es caníbal y tiene muy buena pinta porque a mí me gusta todo lo que escribe Claudia es tan... no sé... intensa y...
- Fíjense ahora - dijo Andy.
Cabecita seguía hablando sin darse cuenta de que detrás suyo había aparecido una sombra que se acercaba a ella. La sombra rondaba a la chica. No podía distinguirse ningún rasgo, pero resultaba inquietante y repulsiva. Abrió la boca y emergió una larga lengua bífida que acarició las mejillas de la bloguera mientras esta cantaba las excelencias de unos dibujitos que había en el margen de la página. Y sin previo aviso, agarró con fuerza por el pelo y con un rápido movimiento le incrustó la cabeza en la pantalla para acto seguido coger un volumen de los cuentos completos de Periquín de la Calabaza y emprenderla a golpes con ella hasta convertir su cabeza en un amasijo de sangre, cerebro y teclas.
- ¡Santo Díos! - exclamó el jefe Harley -. ¡Cómo se nos pudo pasar por alto!
- Es sutil, jefe - dijo Andy.
- Siga investigando, Andy. Creo que va por buen camino.

También disponible en e-book.

Escrito en la tierra, fangirleando en el infierno, Hazumi Menta, Fanctasy, 2013

El mundo de la literatura fantástica está de luto. Magnus HH Morson, el más conocido y admirado escritor de fantasía ha aparecido muerto en su casa. Todo apunta a que la muerte se debe a una ingesta masiva de hamburguesas poco hechas, cerveza fría, música fuerte y veintiañeras disfrazadas de personajes de El zorrón de las tetillas. A los llantos por la muerte del más importante autor de fantasía de la historia, se añaden los gritos de consternación de miles de lectores cuando salta la noticia de que los herederos de Magnus HH Morson, siguiendo sus instrucciones, han quemado el manuscrito del último volumen de su famosa saga Castillos de cartón y hierro, quedando ésta inconclusa. Los aficionados nunca conocerán el destino de Hans el Expósito Tuerto, de la reina Pirra, el simpático Cuellilargo o si la magia volverá a las Fuentes de los Dioses Girados. Consternación, indignación, lloros, pero al final los lectores se resignan y se conforman con volver a disfrutar de la magia de los once volúmenes publicados.
¿Todos los lectores? No, porque en la prisión federal para psicópatas con muy mala hostia de Amberlay, viven dos lectoras que no se conforman con no conocer el final de su saga favorita.
Nina y Karou se conocieron y se hicieron amigas en la institución. Ambas están encerradas a perpetuidad por crímenes horrendos, conductas psicopáticas y canibalismo ocasional. Dos peligrosas asesinas en serie postadolescentes adictas a la lectura de novelas de fantasía que harán todo lo posible para conocer el final de la historia de su adorado personaje Pepín el Tripode Dorado. Tras protagonizar una espectacular y sangrienta fuga donde asesinan y se alimentan de más víctimas de las estrictamente necesarias, Nina y Karou llegan a un centro de ayuda vudú para la tercera edad y convencen a Mamá Tasanta para que haga un peligroso rito para abrir un portal dimensional que les permita hablar con el espíritu de Magnus HH Morson y les diga cómo acaba su saga. Pero la impaciencia de Nina, un mordisco inoportuno de Karou y la tartamudez de Mamá Tasanta provocan que todo salga mal, se liberen fuerzas diabólicas del más allá que convertirán el más aquí en una interminable orgía de sangre, horror y tonos pastel. Y solo quien ha abierto el portal, podrá cerrarlo. Pero Mamá Tasanta ha muerto devorada por un demonio canario y Nina y Karou han caído en una pesadilla pandimensional que las hace creer que son ardillas tejedoras. ¿Está el mundo condenado o todavía queda una esperanza?

Tenemos que agradecer mucho a Fanctasy que se haya atrevido a publicar por primera vez en España la obra de Hazumi Menta, una escritora japonesa de novelas de terror metaliterarias obsesionada por las faldas cortas, las protagonistas femeninas inestables y el sonido que hace una persona masticando carne cruda. Novelas muy exigentes por la cantidad de referencias e intertextualidad posmoderna que presenta y desagradable por un alto grado de violencia y descripción gráfica de vísceras.

Karou dio una patada a una cabeza y sonrió cuando se golpeó contra la pared y estalló como una fruta madura.
- ¡Quince puntos! - exclamó dando un pequeño salto.
- ¿Quiéres hacer el favor de ayudarme? - dijo cansada Nina -. Este tipo no desaparecerá solo.
- Voy. A veces eres muy seria Ninininina.
Nina dejó caer el cadáver en un charco. Sus visceras se escurrieron del bajo vientre como serpientes.
- ¿Por qué lo dices? No soy seria.
- Un poco sí.
- ¿Por qué?
- Porque estás, trabajo, trabajo, y no te lo pasas bien.
- Pero es que quiero que salgan bien las cosas. No quiero que nos pillen antes de ir a casa de Mamá Tasanta y hablar con Morson y que nos diga que ha pasado con...
- ¡¡¡¡¡Pepín El Trípode Dorado!!!!! - exclamaron al unísono.
- Es que fangirleo mucho con Pepín - dijo Nina sentándose en el suelo y abrazándose al torso desmembrado de Serguei, uno de los celadores.
- Es el mejor - confirmó Karou mientras mordisqueaba una oreja. Siempre tenía hambre. Siempre -. ¿Te acuerdas cuando encontró el Arpa de las Séis Cuerdas y la ninfa Piscipolis le curó la verruga andadora con un poco de elixir de menta?
- Sí, fue tan romántico.
- Y sangriento.
- Muy sangriento.
- Pero el amor y la sangre siempre van juntos.
- Sí.
Suspiraron. 
- ¿No son muy cortas estas faldas? - preguntó al rato Karou.
- A Morson le gustaban así. 


Doble mordisco. Saga VampirIos 1, Claudia del Moral, DeBolsillo, 2013

Gundard von Thelmebar es un vampirIo condenado a una existencia de perfección física, gran sabiduría intelectual y una capacidad sexual que rivaliza con la de la oruga canora en su etapa fértil. Vive de noche, se alimenta de sangre humana, no soporta la luz del sol, muere si le atraviesan el corazón con una estaca y solo puede entrar en las casas si le invitan con tres días de antelación. Pero no es un vampiro. Es un vampirIo, un guerrero de la oscuridad que tiene la sagrada misión de proteger a las mujeres humanas de las agresiones de los ullgans, también conocidos como Hombres Bobos, tipos no muy listos que gruñen, se rascan e intentan hacer la cebolleta a las inocentes damas en los lugares más insospechados. Es el mejor en su trabajo, el guardián de la ciudad de Detritus, el más rudo y violento, pero también el más solitario. Hace siglos una bruja lo condenó a la soledad sexual más absoluta. Por un quítame de ahí esa matanza innecesaria de mi familia, la bruja castigó a Gundard dotándolo con un enorme pene del que se escribirían óperas y causaría admiración allí donde apareciese. Sí, un instrumento sexual sin parangón de una belleza indescriptible y al él le otorgó el don de la sabiduría para utilizarlo, pero también le dio un pene con conciencia, con pensamientos, con ganas de dialogar, afición a la literatura inglesa del siglo XVIII y con una enorme boca que no deja de hablar y hablar y hablar.

Desde que se mudó a la gran ciudad de Detritus, Sarah Mortersen ya no es la misma muchacha feliz y confiada que correteaba semidesnuda por los pantanos de Louisiana. Ahora vive encorsetada en pantalones, camisas, blusas y ropa interior que aprisionan su espíritu de gacela saltarina. Pero un inoportuno minitsunami de interior provoca que la familia de Sarah pierda sus tierras y esperanzas y ella se vea en la necesidad de buscar trabajo como monitora de aerobic para estrellas del rock glam en decadencia. Poco podía imaginar que esa noche en un vagón de metro abarrotado y por medio de un anciano que empezó a frotarse contra su pierna a voz de, niña, niña, rico, rico, conocería a un misterioso y enorme vampirIo al que desearía desde el segundo antes de verlo. Pero, ¿por qué pese a toda la pasión y las masturbaciones ajenas que desatan cuando están juntos todavía no han consumado su atracción en un polvo cojonudo repleto de orgasmos devastadores? ¿Por qué Gundard se muestra tan esquivo y no se quita los pantalones bajo ninguna circunstancia ni entre sus fuertes piernas?

A estas alturas nadie sorprende la capacidad de Claudia del Moral para revitalizar cualquier género. Lo hizo con los hombres unicornios, con los highlanders de agua o los hombres sosos, pero nadie podía imaginar que agarraría por los machos un tema como los vampirIos y les daría nueva vida, nuevos flujos y mucha pasión. Con Doble mordisco lo ha conseguido. Una novela terror romántico con grandes dosis de pasión y doble ración de besos en los labios.
En ambos labios.

- Gundard, por favor - Sarah gimió bajo el enorme peso de la entrepierna del vampirIo en su bajo vientre. Tan abultada, tan grande -. Quítate los pantalones. Te harán daño.
- No sé si yo poderrr quitarrrme pantalones. Estarrr aprrretados como cola de carrribú.
- Yo puedo ayudarte - Sarah dirigió sus manos hacia los pantalones de Gundard y con manos diestras le quitó el cinturón.
- Parrra, Sarrrah, porr favorrr... no sabes...
- ¿Qué?
- Mi maldición es horrrible. Es un espanto.
- Gundard - Sarah envolvió con sus manos el hermosos rostro del vampirIo. Era tan guapo y la tenía tan grande -. Sea lo que sea, lo pasaremos juntos.
- Perrro...
- No hay pero que valga. Quítate los pantalones y entra en tu nuevo hogar.
Sarah se abrió de piernas regalando a los ojos de Gundard una visión del paraíso y el infierno en un mismo agujero.
- De acuerrrdo.
Gundard empezó a quitarse los pantalones. Tenía miedo. ¿Qué pasaría cuando Sarah viera su pene y esa sonrisilla que siempre se le ponía cuando veía a una chica guapa? Amaba a Sarah. Era lo mejor que le había pasado nunca y no quería perderla. No podía perderla.
- ¿Me quierrres, Sarrrah?
- Sí, Gundard.
- De acuerrrdo. Pantalones fuerrra.
Y se los quitó.
Era enorme. Mayúsculo. Increíble. Un pene que era la apoteosis de los pitos. Del tamaño de un brazo y gruesa como tres muñecas. Un fascinante y hermoso pedazo de carne enhiesto, orgulloso que iba más allá de lo concebible y solo parecía ansiar perderse entre los pliegues de Sarah. Y esa sonrisa...
Espera...
¿Una sonrisa?
Sí, en el pene de Gundard había una boca que sonreía de forma estúpida. Y habló.
- Hoooola, buenos días. ¿Qué tal estamos? Un día soleado por lo que me han dicho.Y vaya, vaya, ¿quién es esta preciosidad, Gundard? Pilliiiín. ¿No nos vas a presentar? Hola, soy el pene de Gundard y me llaman Dillinger aunque siempre acaban llamándome gracias portento de la naturaleza. Es broma, es broma. ¿No vas a darme la mano? Ains, que te muerdo. Es broma, es broma. Soy muy cachondo yo, ya lo irás viendo. En un pene es bueno ser cachondo, ya lo irás comprobando. ¿Y qué? ¿Qué hacíais? ¿Sexo? Porque yo me apunto, me encanta el sexo. ¿Aunque sabéis que es lo que me gusta más que el sexo? La obra literaria de Tobias Smollet. ¿Habéis leído La expedición de Humphry Clinker? Me sé algunos fragmentos de memoria. ¿Os los recito? ¿O preferís que entre en materia? ¡Entrar en materia? ¡Qué bueno! Como soy un pene.
Sarah miró con una expresión de terror a Gundard.
- ¿Y siempre es así?
- Hoy es  bueno. Está de buen humorrr.

"Inferno" de Dan Brown (nunca creí que esto llegara a pasar)

Inferno, Dan Brown, Planeta, 2013
Inferno, Dan Brown, Empúries, 2013

Nunca creía que llegara a reseñar una novela de Dan Brown en este blog. Pero los lectores votaron (no sabes cómo te odio Jordi, cómo...) y soy un tipo de palabra así que aquí estoy intentando hacer un comentario tranquilo y sosegado de... esto.

Mi única experiencia previa con Dan Brown fue un doloroso intento de leer hace ya muchos años El código Da Vinci. Me regalaron el libro, no me apetecía, pero pensé, probemos y eso hice. Ciento y pico páginas después de empezarlo lo dejé hastiado y de mal humor por unos personajes unidimensionales, una trama infantil, un vocabulario básico, una estructura endeble, un ritmo epiléptico y el tono resabidillo de un protagonista que se cree más listo que el lector y lo demuestra una y otra vez. Durante una persecución narrada sin gracia ni brío, me dije hasta aquí y cerré el libro. Tengo mejores cosas que hacer con mi vida. Y me puse a mirar una pared.

Años y ventas millonarias después, vuelvo a acercarme a una novela de Dan Brown con el compromiso de leerla de cabo a rabo sin saltarme una sola página. Y eso hago.
Casi. Porque confieso que cuando la novela se acercaba al final fui saltando párrafos y páginas deseando que esa tortura acabara de una vez. La lectura de Inferno ha sido extenuante, agotadora y dolorosa y ha sacado lo peor de mí como lector

No sé muy bien cómo hacer esta reseña/comentario/opinión muy personal. Por primera vez estoy sin palabras y sin argumentos concretos más allá de repetir una y otra vez "no me ha gustado, es muy mala, no me ha gustado, es muy mala, no me ha gustado...". ¿Por dónde empiezo?
Vale.
No hay nada en esta novela que me haya gustado. Nada.

Una historia tópica y manida (¿en serio todavía estamos con ese tipo de amenaza?) explicada de forma torpe, aburrida y desprovista de cualquier sentido del ritmo o de la construcción narrativa de las escenas. ¿Ejemplo? Detener un momento de acción para soltarnos detalles históricos de un puente o de un cuadro cuando no es necesario. Dan Brown llena su novela de explicaciones históricas o artísticas que interrumpen la narración y parecen metidas con calzador en vez de integradas dentro de la historia; explicaciones algunas de ellas de una obviedad tan pasmosa (¿en serio hay canales en Venecia?) que da la continua sensación que personaje / autor se consideran más listos que el lector de la novela al que hay que explicárselo absolutamente todo. Y si es necesario, hasta dos o tres veces en cincuenta páginas.  La novela, por momentos, parece la hija bastarda de un thriller conspiparanóico y una guía de viajes. Un argumento repleto de agujeros argumentales, trampas narrativas y giros inesperados que van cuestionando la verosimilitud de lo que se va leyendo.

Personajes arquetipo. Rígidas sombras al servicio de una historia con mucho de tópico y con una utilización superficial y muy desaprovechada de la figura de Dante y su poema Inferno (aunque en propiedad la noela se basa más en el cuadro que Botticelli hizo de la estructura del infierno dantesco). Poco hay de Dante en esta novela más allá de un punto de partida y cuatro datos. Puestos a aburrirse con una novela que toma a Dante como motor, mejor aburrirse con la novela de Steve Alten El ángel de la muerte. No es que sea una gran nvoela, pero al menos la inmersión que hace autor y lector en la obra de florentino es en mi opinión es más compleja e interesante.

Situaciones inverosímiles. ¿Ejemplo? El mismo argumento (si lo que quieres es hacer una cosa mu mala a todo el mundo, ¿por qué dejar pistas para que el primer listo experto en Dante que aparece pueda desbaratar un plan trazado de forma tan meticulosa?), repetición machacona de los mismos datos, escenas alargadas y un personaje principal, el tal Robert Langlon, resabido y listillo que se sitúa por encima del lector. Un estilo pobre, muy repetitivo y simplista que se evidencia en una escenas de acción faltas de dinamismo, ritmo y credibilidad. Una novela tramposa con uno de los peores finales que recuerdo en mucho tiempo. Tanta página, tanta persecución y tanta trampa narrativa para llegar a eso... a eso... a algo que no es nada. En serio, seiscientas páginas para uno de los finales más torpes,y peor explicados que me he tirado a la cara en años. ¿Todo este viaje para... nada? Un viaje errático y tramposo que con la mitad de páginas se hubiera explicado.

Y lo dejo aquí.
Soy consciente que como reseña/comentario/opinión lo que he escrito es una porquería, pero llevo cerca de dos horas con ella y ya estoy cansado. Inferno me ha parecido una mala novela, una experiencia lectora que me ha llenado de mal humor y la confirmación que lo que pueda explicarme Dan Brown no me interesa.
La verdad, no sé para qué me meto en estos fregados.

"Seguros mortales" de Claudia del Moral. Séptima entrada

(pincha sobre el enlace)

- Vaya, mira a quién a traído el gato.
- Hola, Darla. ¿Puedo pasar?
- No sé. A mi homecita solo entran las buenas amigas. No me gusta dejar pasar a zorras engreídas que solo buscan arrebatarme a todos los hombres de mi vida.
No había sido una buena idea. Pero Darla era la única amiga que tenía en Contrades y su casa, el único sitio donde podía pasar la noche. Aunque me había resistido, Viktor insistió e insistió insistiendo en insistir que no podía quedarme a dormir en mi casa pese a mi insistencia.
- No insistas más, Derrota - dijo cuando volvíamos a estar en el coche. En el jardín de mi casa, una A invertida de madera ardía como una sonrisa macabra de algo que no sabía sonreír -. No es seguro.
- Pero...
- Hazme caso. Vamos. Mara es nuestra mejor agente. Se encargará de esto.
Mara... Ya volvía a nombrar a Mara, esa preciosidad de pelo rizado y fuerte carácter que había visto aquella misma tarde en su oficina. Algo se removió en mi interior. Como si en mi estómago habitará un kraken que estuviera devorando un pueblo de pescadores.
- ¿Qué significa esa A invertida, Viktor?
- Problemas. Vamos a casa de Darla.

Y allí estaba, con Darla vestida con su pijama de koala impidiéndome pasar.
- No eres bien recibida, Derrota.
- Por favor.
- ¿Sabes qué pasa, Derrota? Que no me gustan las traidoras que apuñalan a sus amigas por la espalda.
- Necesito un lugar donde pasar la noche.
- No.
- No tienes ni idea de lo que he pasado esta noche.
- ¿De lo que tú has pasado? Ja, ¿de lo que tú has pasado, dices? ¡Y yo qué!
Darla era mi mejor amiga y tenía un corazón donde cabría un tuareg perdido en el desierto con su camello, pero cuando se enfadaba tenía un carácter horrible y solía entrar en una etapa vengativa y rencorosa que solía durar entre tres y cuatro meses. En general, siempre que se ponía así es que había un hombre por medio y creía que se lo había quitado. ¡Cómo si eso fuera posible! ¡Qué hombres se fijaría en mí, con estas piernas que no se acababan, esta eterna piel cobriza, estos grandes ojos que parecían lagos bajo la luz de la luna y estos pechos inmensos, exagerados, titánicos y bíblicos que a ningún hombre podían gustar!
Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos. Los suyos, escrutadores. Los míos, llorosos. Si Darla no me dejaba pasar la noche en su casa, ¿dónde podría ir? ¿Al parque junto los caballeros desarraigados? ¿Al albergue que dirigían las buenas monjitas de Nuestra Señora de las Benditas Manos Palmípedas? ¿A casa de Vik...?
No.
- Por favor.
- Lo siento, Derrota.
- Ni siquiera si se lo pido como un favor personal, Darla -. Viktor emergió de la noche como un cocodrilo salía de su charca dispuesto a deshonrar a un joven doncella sureña. Con paso lento su sinuoso se acercó a la puerta de Darla y sonrío - Por favor, estaría muy agradecido - su lengua parecía estar haciendo el amor con las palabras y éstas salían de su boca húmedas y calientes.
Darla palideció.
- Yo... Viktor... yo... aquí... en mi homecita... y yo sin escote.
Salió disparada hacia su habitación. Las orejas de su pijama botaban en su cabeza y me recordó aquel concurso de televisión donde un koala peleaba contra un león en una piscina llena de yogur de fresa. No pude evitar una ligera sonrisa.
- Bueno, Derrota, buenas noches.
- Buenas noches, Viktor. Yo...
- ¿Sí?
- Solo quería agradecerle todo lo que ha hecho por mí. No lo merezco.
- Usted merece esto y mucho más.
Lo intenté, de veras que lo intenté, pero no pude ver ni un asomo de humor en sus ojos o en su boca. ¿Lo decía en serio?
- Gracias - dije. Sentí que mis mejillas querían explotar de rubor.
- Buenas noches - y alargó su mano para acariciar la mía. La aparté con un movimiento brusco. No quería que me tocará.
No.
Eso era falso.
Cada milímetro de mi aburrida piel cobriza anhelaba el contacto de sus dedos caminando sobre ella, palpando, ahondando en sus misterios, buscando mis absurdos pechos y...
Suspiré.
- ¿Ocurre algo, Derrota?
- No, Viktor. Nada. Buenas noches.
- Buenas noches.
Y se fue con el paso seguro de un elefante que ha encontrado el rastro de su presa. Con esos pantalones que le marcaban un cul...
¿Qué me pasaba? ¿Por qué pensaba esas cosas?
Entré en casa de Darla y cerré la puerta. Suspiré y reprimí las lágrimas. Mi vida se estaba descontrolando. Ya casi no la reconocía. ¿Qué había pasado? Hasta hace dos días no era más que una chica feucha y solitaria que mataba sus noches viendo autopsias japonesas y componiendo sonetos. Y ahora... intentos de asesinato, amenazas, violencia sin sentido, agresiones a amigos queridos y lo que era peor, unos extraños sentimientos que nacían con forma de calor en el estómago y que subían y bajaban.
Y no eran ardores.
Los ardores no se transformaban en agua que me arruinaba la ropa interior y me empapaba las piernas. Volví a suspirar y me dije que ya estaba bien.
- Ya está bien, Derrota - susurré -. Deja de pensar en efluvios, campos, cañadas e hierba fresca y recupera tu vida.
Y esa vida empezaba por Darla. Me paseé por su pequeño apartamento. Era agradable y coqueto. Discreto. Lleno de koalas. A Darla le gustaban los koalas. De todas formas, colores y tamaños. En todas partes. De peluche, de fieltro, de goma, de latex, en vasos, platos, esculturas, dibujado en pañuelos, en dildos, en su sofá koala, cuadros y reproducciones. Colapsando todas y cada una de las paredes. Caras de koala en papel maché y fotos de koalas disfrazados de bailarinas o payasos. Darla adoraba a los koalas y cuando se ponía romántica y hablaba de cómo era el hombre de sus sueños siempre decía lo mismo.
- Como un koala. Fuerte, salvaje, violento, territorial y dominante como un koala.
En el fondo, Darla era una romántica.
- Viktor - la oí llamar desde su habitación -. ¿Te has librado de Derrota? No te lo quería decir delante de ella, pero desde que conoció a aquel coro ruso en sus defecaciones no dejan de aparecer larvas y... - salió de su cuarto vestida con un pijama que en otros países se conoce como tanga para gigantes, una larga tira de tela que le cubría con dificultad unos pezones como cacerolas y el... el... potorro -. Ah, eres tú. ¿Y Viktor?
- Se ha tenido que ir.
- Oh... - su mirada decepcionada y triste me agrietaron el corazón.
- Lo siento, pero me ha dicho que...
- No importa, Derrota. No importa. Quédatelo. Soy demasiado mujer para él y él... él...
Ahogó un sollozo.
- Darla.
- ¿Cuándo aparecerá el koala de mis sueños? ¿Cuándo? ¿Cuáaaaaando?
Corrí hacia ella y la abracé. Mi pequeña e insoportable amiga. Pese a su olor corporal, la quería mucho. Abrazándola con dificultad por culpa de mis pechos, recordé el día en que nos conocimos. Fue la noche del Baile de los Agentes, una noche que casi todo el mundo espera con ilusión y ansías porque cuentan que es mágica, pero que a mí me recuerda lo poco que soy y lo sola que estaré siempre.

El Baile de los Agentes es el acontecimiento social por excelencia de Contrades. Es un baile lleno de luz, música, risas y belleza que se remonta los fundadores de la ciudad y conmemora la llegada de los primeros agentes de seguros a la ciudad y primeros solteros. Como las jóvenes casaderas del lugar se peleaban entre ellas por conseguir tan buenos partidos, se decidió organizar un baile donde se subastaba a los agentes solteros. De esta forma se evitaban los baños de sangre y los corazones rotos. Con el tiempo, el carácter matrimonial se fue perdiendo, pero se conservó la fiesta y la subasta. Ahora era una forma de recaudar fondos para las viudas de los agentes de seguro que murieron en acto de servicio, y para que las chicas suspiraran por conocer al agente de sus sueños.
Nunca íbamos al baile. Mi abuela decía que no era para nosotras y nos quedábamos en casa toda la noche viendo viejos vídeos de cuando ella era joven y feliz y no vivía esclavizada por una niña que le pedía comer una vez al día.
 - Tu madre, decía, malditas sean sus tetas por dejarme atada a una ridícula mocosa como tú.
Cuando se quedaba dormida con una botella de ginebra entre los brazos acariciándola con un cariño y amor que me partía el alma de envidia, me escapaba de casa y me escondía en el parque que había delante de la biblioteca, que era el lugar dónde se hacía el baile aprovechando que la biblioteca de Contrades solo tenía tres ejemplares y uno de ellos estaba repetido. Algo había que hacer con tanto espacio y se convirtió en salón de bailes. Y allí, escondida entre las hojas, veía entrar a tanta mujer hermosa y coqueta, y tanto hombre apuesto y gallardo y suspiraba por ir un día, bailar y conocer a ese agente de seguros que vería más allá de estos ojos.
La primera vez que fui al baile fue al poco de volver al pueblo y de que enterráramos por segunda vez a mi abuela. Entré tímida con un espantoso vestido de noche que había encontrado revolviendo entre la ropa que mi madre había dejado en casa cuando se marchó. Era largo, de semi cola, negro, ajustado marcando las curvas de mis caderas y mis pechos y con un pronunciado escote en forma de uve que se transformaba en unos sencillos tirantes. El vestido dejaba media espalda a la vista y lo completé recogiendo en un sencillo tocado mi largo pelo. Algo sencillo y discreto que no atrajera miradas que pudieran reírse de mí. Entré en el baile y me dejé maravillar por las luces, la música, la belleza de todos aquellos que reían, bailaban y se enamoraban a mi alrededor. Sentía algunas miradas de pena recorriendo mi cuerpo y pensé en huir, pero decidí ser fuerte. Me oculté en las sombras, cerca de la ponchera, admirando a los bailarines y sabiendo que todo aquello no era para mí.
A las dos horas, la orquesta dejó de tocar un animado chachachá y un simpático vejete apareció en el escenario para anunciar que empezaba la subasta. Chillidos de animación por parte del público femenino y entraron una docena de agentes de seguro solteros que eran lo más cercano que habíamos visto a los dioses griegos. ¡Qué gallardos y arrogantes eran! Las pujas empezaron y al poco empezó a oírse una voz más alta que las otras, una voz aguda y picuda que semejaba el taladro de un dentista violando a una urraca que lanzaba al aire cifras y alaridos de "mío, ese es mío, pero qué bueno que está el joputa, aquí, aquí, ven a conocer el país que hay más allá de los labios", pero que parecía no conseguir a ninguno de los solteros. Siempre, en el último momento, una chica decía una cifra más alta y esa voz se quedaba a las puertas de agarrarse al brazo de un joven agente de seguros que le susurrara al oído las más pecaminosas tasaciones de vehículos.
La puja terminó y, por fin pude ver de quien era la voz. Era una chica joven, de mi edad, bajita y vestida con un cuerpo que se adivinaba bonito, pero que parecía perdido en un enorme vestido rosa con escote palabra de honor que me recordaba al algodón de azúcar que se comían siempre los otros niños cuando miraba de lejos las ferias.
- No es justo - decía mientras se alejaba -. Romualdo era mío. No soportáis a mujeres con personalidad.
Se acercó al ponche. Se inclinó sobre la ponchera y sorbió un buen trago.
Se restregó los labios con el antebrazo y se subió el escote. Miró a su alrededor y me sorprendió mirándola con una sonrisa en los labios.
- ¿Y tú qué miras, zorra?
- Nada, lo siento.
- No te he visto en la puja.
- Es que no creo que tenga ninguna oportunidad de cazar a uno de esos guapos agentes - confesé -. Prefiero mirar.
- Ya - se acercó a mí -. Me llamo Darla.
- Derrota.
- ¿Derrota?
- Sí.
- Es bonito.
- Gracias.
- ¿Sabías que en lengua hipamani Derrota significa...? - a nuestro lado pasó un guapo camarero que me lanzó una sonrisa -. ¡Por las tetas de la virgen!, ¿has visto que culo tenía el camarero? Bufff, teniendo ese culo te aseguro que con mi lengua y un bote de miel le hago ver la realidad en cinemascope.
Me miró con una amplia sonrisa y ajustándose el tanga.
Darla. Mi primera y única amiga.

Y meses después estaba en su casa, abrazándola, viendo como sus lágrimas y mocos me ensuciaban el vestido.
- Tranquila, cariño - le decía con voz entrecortada. ¿Por qué nadie me consolaba a mí? - Tranquila. Pronto llegará tu osito australiano.
Poco a poco su llanto se convirtió en un hipido. Nos sentamos en el sofá y hablamos como hacía tiempo que no lo hacíamos. Ella desahogó su pena y su soledad quejándose de que los hombres no le hacían caso y que las pilas eran cada vez más caras. Yo le expliqué lo que me había pasado ese día mientras ella lloraba mi pena. Solo me callé que habían intentado agredirme en mi casa. No me creería. ¿Quién querría hacerme daño? Hablamos y hablamos y no dejé de explicarle nada salvo mis ensoñaciones y la atracción que sentía por Viktor pese a que estaba segura que algo me ocultaba. Hable y hable y no pude dejar de hacerla partícipe de las sospechas que despertaba Álex.
- ¿Barrilete sospechoso? ¿Ese? - dijo Darla -. Pero si era incapaz de rebotarse cuando sus hermanas lo cubrían de sangre de cerdo y lo arrojaban en medio de la plaza, ¿cómo va a hacer daño a alguien ahora? Es ridículo.
- ¿Verdad?
Hablamos y hablamos hasta que el sueño nos venció y decidimos irnos a dormir. Darla abrazó a Mister Trompetero, su koala de peluche que la acompañaba en sus sueños y se fue a su habitación. Salió al momento y me arrojó una manta.
- Toma Derrota, para esta noche. Puedes tumbarte allí. Entre la chaise-longe y el sofá estarás cómoda.
Apagó la luz. Me tumbé en el suelo y esperé con los ojos abiertos a que el ángel Morfeo bajara del cielo y me acariciara con su rabo mágico los ojos otorgándome el don del sueño. Este día de locos había acabado. Fin. Mañana volvería a la normalidad.
Me dormí.
Y soñé.
Y de ese sueño solo recuerdo los ojos horizontales de una cabra mirándome fijamente y una voz que repetía una y otra vez Alteza, Alteza, Alteza.
Una cabra.
Una niña.
Una morsa.
Y una A invertida ardiendo en mi vientre.
Me desperté entre gritos y convulsiones con Darla encima de mi abofeteándome.
- Deja de gritar, Derrota, joder, que no me dejas dormir.

CONTINUARÁ...

"En el país de la nube blanca" de Sarah Lark

En el país de la nube blanca, Sarah Lark, Ediciones B, 2011
Al país del núvol blanc, Sarah Lark, Ediciones B, 2011

Londres, 1952. Dos chicas (Helen y Gwyneira) de diferente extracción social, por circunstancias diferentes, acaban iniciando un largo viaje que las llevará a la recién colonizada Nueva Zelanda para casarse con sendos hombres que no conocen. La soledad, la tristeza, la amistad, el amor, el encuentro con una nueva cultura, la familia son algunos de los temas que aparecen en una novela de algo más de seiscientas páginas y que ha sido uno de esos éxitos editoriales del boca/oreja con el que nos sorprenden los lectores.

Como lector tengo unos cuanto géneros con los que no comulgo. Novela histórica, sagas familiares, historias de estirpe realista ambientadas en la posguerra española, thriller conspiparanoico pseudohistórico y algún que otro etcétera. Son géneros que no suelo leer y que cuando lo intento, el libro se me acaba cayendo de las manos. Creo que es algo que a todos nos pasa. Tengo un amigo que por muy buena que sea una novela, si sale una nave espacial se desespera y acaba por no leer (aun no me he recuperado de que no pudiera acabar esa puñetera obra maestra que es Las estrellas, mi destino diciendo aquello de "es que a mí las naves me dan una pereza").

Esto lo comento porque En el país de la nube blanca es el ejemplo de un libro que no me hubiera leído por voluntad propia porque pertenece a un género que no me interesa. Ya sé que eso es un prejuicio y los prejuicios son malos (aunque ahorran tiempo), pero leer es elegir y hay mucho libro suelto por el mundo para entretenerme con títulos que no me interesan. Pero lo he leído. ¿Por qué? Porque forma parte de los quince libros que me tengo que leer porque unos lectores de este blog así lo decidieron. ¿Y qué me pareció?

Ufff...

Al enfrentarse a la lectura de En el país de la nube blanca hay que tener muy claro que esto de historia tiene poco. Es un folletín. Un melodrama. Un culebrón. Una soap-opera con corsés. Tenemos  todos los elementos y los arquetipos. Las heroínas, los villanos, los matrimonios fallidos, secretos de familia, el rudo vaquero, antiguos odios, etc. Por tanto, la novela no centrará su foco en una análisis histórico de la colonización de Nueva Zelanda, sus contradicciones, la cultura maorí y la amenaza de su desaparición, lo que supuso para el ecosistema neozelandés la aparición de nuevas especies animales, etc. La novela se centra en los personajes y la relación entre ellos para crear argumento y el ambiente, pese a lo que se diga, no me ha parecido más que un marco cualquiera. Lo mismo que explica aquí Lark podría haber funcionado en las praderas de América. No considero la novela "novela histórica" porque creo que lo que la define en última instancia no es el marco histórico en el que ocurren los hechos. Es otra cosa. ¿El qué? El lío de relaciones y secretos entre los personajes. Los maorís son lo de menos. Y, ojo, esto no es una crítica porque la novela puede funcionar igual como folletín. ¿Y funciona?

Ufff...

La novela se divide en cuatro partes. Mi lectura la divido en tres.

Primera parte. El viaje.
Para mí, lo mejor del libro. Presentación de los personajes. Tanto Helen como Gwyneira se revelan como muy buenas protagonistas. Cada una con una historia interesante y que ganan las simpatías del lector. Secundarios interesantes y promesa de un buen desarrollo argumental. Tanto el matrimonio concertado de Helen como la "venta" de Gwyneira. El viaje hacia un rumbo desconocido lleno de esperanzas e ilusiones que chocarán de frente con la realidad. Además, se presentan personajes tan importantes como el suegro de Gwyneira o las seis huérfanas que acompañan a las protagonistas en su viaje (y trama argumental muy interesante que se quedará en la superficie y muy poco aprovechada). Un estilo sencillo, sin alardes, efectivo. Buen ritmo.

Segunda parte. Llegada y adaptación.
Aparecen los maridos y, claro, no son lo que se esperaba. La cosa se lía. Reproches, romances, secretos. Los maorís aparecen, pero sin forma definida. Parte del paisaje y del servicio. La típica imagen del buen salvaje, algo infantiles, conectados con la naturaleza, libres y corren el peligro de contagiarse de los malos modos del hombre blanco. La historia de forma sutil va centrándose en Gwyneira convirtiendo a Helen en un personaje secundario con fuerza, pero secundario al fin y al cabo. Se desarrollan líneas argumentales. Algunas de ellas no llevan a ninguna parte. Y mi interés empieza a perderse cuando la trama de forma progresiva abraza el melodrama más barato y el folletín. Y si fuera de forma abierta y desprejuiciada, sin problemas, pero la novela sigue enmascanrándose en lo "histórico". Y chirría.

Tercera parte. Final.
Ocurre algo muy fuerte y para mí la novela se desmorona. Cae en el folletín tremendista. Olvida líneas argumentales y ningunea personajes. Se olvida de la línea dramática de los personajes y algunos de ellos acaban contradiciéndose con ellos mismos (ejemplo, Paul). Intento de recuperar a los maorís y su historia, pero ya es tarde. El interés del lector está en otra parte. Bueno, de otro lector porque el mío se perdió al ver que una novela que empezaba muy bien había degenerado a un culebrón más preocupado por la sorpresa que por la verosimilitud de la historia. El final, precipitado, innecesariamente dramático y superficial.

Entonces, ¿qué me ha parecido la novela?

Ufff...

Han pasado unos días del final de la lectura, he reflexionado mucho sobre ella y he llegado a una conclusión. Pese a que sus primeras doscientas páginas me han gustado y entretenido mucho, la novela en general me ha resultado bastante mediocre. Ya he dicho que no esperaba una gran novela histórica sobre los maorís, pero lo que he encontrado es una historia que se mueve entre tópicos algunos de ellos muy irritantes (por ejemplo, el recurso tan fácil de la dos familias enfrentadas), superficial, con personajes típicos y muchos de ellos acartonados, con tramas apenas apuntadas y que no llevan a nada (por ejemplo, el destino de las seis huérfanas está apenas esbozado y los personajes muy desaprovechados), final apresurado y abrupto y un palpable exceso de páginas. Todo esto me ha llevado a una lectura que durante la mayor parte de la novela ha sido agotadora y pesada. Y esa tendencia de la autora ha construir la historia sobre los recursos del folletín más manido me ha mosqueado.

En el país de la nube blanca me ha parecido una novela con un principio entretenido que acaba diluyéndose en una historia donde la trama se eleva por encima de los personajes a costa de ellos en una búsqueda de sorpresa y emoción. Más equilibrio, menos folletín y más personaje le hubiera ido muy bien.

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"El lado explosivo de Jude" de Nicole Williams

El lado explosivo de Jude, Nicole Williams, Montena, 2013

Otra de las quince.

Dentro del mundo de la literatura juvenil, el subgénero que menos me gusta e interesa es el de chica buena conoce a chico malo. De igual manera, los personajes que menos me interesan y que más me aburren de todo el amplio espectro de la literatura juvenil son los "chicos malos" como este Jude del que hablaré en unos momentos, el psicótico Travis de Maravilloso desastre o aquel horror llamado precisamente El chico malo de Abbi Glines.

Y no me interesa porque es un tipo de personaje que encuentro siempre forzado, poco natural y caracterizado con unas características muy marcadas: mucho odio hacia el mundo, mucha rabia, mucho desprecio por lo que es, un pasado conflictivo que le hace ser lo que es, estallidos de celo y violencia, pero a la vez momentos de una gran dulzura y de una ternura casi infinita en los momentos de intimidad con ella.

Y lo mismo me ocurre con las historias protagonizadas por la chica buena y el chico malo; una y otra vez las historias caen en los mismos tópicos y la misma estructura con alguna que otra variación, pero respetando el fondo.
Enamoramiento - rechazo - aceptación - ruptura - reconciliación - ruptura - reconciliación - ruptura - drama final - reconciliación.
Todo esto acompañado, claro, del complejo de enfermera de la protagonista (ella puede curar y consolar a este ser atormentado)

Ya sé que estoy generalizando y no me he leído todos los libros aparecidos de chicos malos y que juzgo un todo por una parte cometiendo injusticias con libros que seguro están muy bien y reformulan estos tópicos que están empezando a caer en clichés, pero mi experiencia como lector ha sido ésta.

Cuando empecé a leer El lado explosivo de Jude me encontré con una cantidad importante de tópicos (enamoramiento a primera vista, la chico buena que está buena, el chico malo que está madre de dios, madre de dios qué sonrisa ladeada y que múuuuusculos, la chica buena sabe que ese guapetón no le conviene, ser la nueva en el instituto, etc), pero explicados con gracia. Así que de repente me encuentro interesado en esta historia porque el estilo es coqueto, los diálogos están trabajados y parece que la autora hace una apuesta por el realismo y por la construcción de personajes. Leo y leo y encuentro con unas primeras sesenta/setenta páginas muy interesantes y prometedoras. Jude es el chico malo, pero en el que se advierten más capas de las que parece a primera vista y Lucy no abandona su vida porque en ella aparezca de repente un tipo muy guapo. Y con buenos momentos como la primera entrada de Jude en casa de Lucy o un trasfondo de violencia y de un pasado / presente que persigue al protagonista y empeñará su nueva relación. Late algo real y algo dramático en ese principio que me dio por pensar que la autora había hecho una novela romántica juvenil, sí, pero con un ojo puesto en las novelas de Susan E. Hinton.

Pues no.

El verano se acaba, empiezan las clases, aparecen más personajes y la novela empieza un descenso lento, pero inexorable hacia abismos de aburrimiento y convencionalidad para concluir de una forma horrible. ¿Por qué? Porque en mi opinión se abandona los temas apuntados en las primeras setenta páginas y que aventuraban algo más realista y social (delincuencia juvenil, carga del pasado, etc.), para adentrarse en los manidos, aburridos y sobados temas de novela de instituto: la popularidad, la reputación y el qué dirán.

La novela abandona el drama y el relato realista para adentrarse en terreros de comedia estudiantil (el bochornoso momento cremallera), el melodrama (el muy mal llevado tema de Holly) o el mal folletín adolescente (el personaje de Sawyer, tercero en discordia y típico personaje cuya única finalidad es servir de contrapunto de Jude y ser todo lo que el prota no es negándole cualquier tipo de retrato psicológico y convirtiéndolo en casi en caricatura de tres o cuatro tipos: amigo, enamorado en silencio, tercero en silencio y otros que callo para no arruinar la lectura a nadie). Y en mi opinión, con el problema añadido de que no hay un argumento fuerte que sustente a los personajes.

Con El lado explosivo de Jude me ha pasado igual que en otras novelas de este tipo; una vez los protagonistas acaban juntos, la historia se acaba. Y si eso pasa en la página ciento cincuenta, para mí, la novela se ha acabado y el resto acaba pareciendo relleno. A partir del momento en que Jude y Luce están juntos, la historia acaba basándose de forma casi única en la desconfianza de Luce hacia el que es su pareja. Ya está. Esto provoca que una estructura narrativa que se repite y repite: felicidad - desconfianza - ruptura - descubrir que estaba equivocada - reconciliación - felicidad - desconfianza, etc. Se abandona lo apuntado en el principio y todo acaba cayendo en una historia muy convencional que pese a buscarlo no me sorprendió ni me atrapó.

¿Opinas pues que El lado explosivo de Jude es mala novela? Pues no. No aburre demasiado, tiene dos protagonistas que pese a todo son bastante dignos y merecían una historia con mayor calado. Algunos diálogos rápidos e ingeniosos. Además, creo que tiene setenta primeras páginas buenas que apuntan temas muy interesantes que, lástima, la autora deja atrás para explicarnos de nuevo una historia que ya conocemos y, además, explicada de la misma forma.

Otras opiniones
Mi otra realidad
Lectura directa

"Carolina se enamora" de Federico Moccia

Carolina se enamora, Federico Moccia, Planeta, 2012
Carolina s'enamora, Federico Moccia, Columna, 2012

A lo largo de la reseña hay muchas posibilidades de que desvele aspectos de la trama. Avisados quedáis.

Carolina se ha enamorado.
Pues muy bien.
Yo también.
Y no ando por estos mundos explicándolo en seiscientas largas e insoportables páginas.
Lo vivo y me lo callo.
Pero ella no.
No puede vivir un amor en silencio sino que decide escribir un diario que parece de todo menos un diario y enseñarlo al mundo porque no va a ser ella la única que sufre.
Porque Carolina se ha enamorado.
Y tiene que explicarlo.
Aunque no haya nada que explicar.

Después de tamaña tontería entro en materia.
Gracias a los lectores de este blog me he enfrentado por primera vez a la prosa de Federico Moccia y no ha sido una experiencia ni grata, ni agradable, ni placentera. Al contrario, ha sido una lectura dura, difícil, áspera y narcotizante. Porque Carolina se enamora me ha parecido una mala novela; sin argumento, sin trama, sin personajes, sin estilo, sin gracia y sin interés. Larga, inflada y aburrida.

¿De qué va?
Carolina es una adolescente de casi catorce años. Tiene dos amigas (la gorda y la rica) y un montón de chicos que le van detrás. Un padre severo, una padre sufrida, un hermano superguay y una hermana indiferente. Un día conoce a un chico de una forma imposible y se enamora. Él le da su teléfono, pero ella pierde el móvil y no puede llamarlo. Se desespera y empieza una tímida búsqueda del chico por Roma, no lo encuentra y sigue con su vida y...
Y ya está.
Porque esto pasa en la página noventa (más o menos) y hasta unas cuatrocientas páginas después no vuelve a aparecer el chico y, por tanto, no se resuelve el argumento de la novela. ¿Y en medio? ¿Qué pasa en medio?
Nada.
Centenares de páginas de nada absoluta.
Carolina se enfada con sus padres, una amiga le da un móvil, colecciona chicos y besos, conoce a uno de los peores libreros de la historia de la literatura (momento en el que Moccia aprovecha para recomendarse a sí mismo), va a una fiesta, va a otra fiesta, escucha música, rellena páginas de su diario (y de la novela) con fragmentos de otros libros, muchos fragmentos, da más besos y nombra marcas de teléfonos y ropa, marcas y más marcas. Y nada de esto aporta absolutamente nada a la historia. Porque si uno arranca cien páginas de esta novela, no pasa nada. Ni los personajes ni la trama se verán afectados.
Un vacío de historia repleto de "tramas" que no llevan a ninguna parte sustentado en unos personajes esquemáticos y sin nada dentro.
Y relleno.
Mucho relleno.
Páginas enteras dedicadas a la ropa que se ponen, a cómo se hace un risotto de setas (lo único bueno que he sacado de la novela), a la recarga de un móvil, a digresiones sobre si dios puede ser negro, etc.
El día a día de una adolescente, claro. Nada importante ni trascendental. Y no tengo nada en contra de historias sin historia o retratos de vidas cotidianas (una de las novelas más fascinantes que he leído últimamente es Stoner, la vida gris de un gris profesor de universidad y me gustan historias de adolescentes como alguna de las de Gemma Lienas, la estupenda Quieres ser el novio de mi hermana de Maite Carranza, de Charles Benoit, novelas como Frío, etc.), pero a estas historias las acompaña:

o personajes bien construidos. No es el caso: solo hay que ver los estereotipos unidimensionales que componen la familia de Carolina en los capítulos en los se les cede la voz narradora (capítulo que si se hubieran extirpado del cuerpo de la historia, esta no se hubiera visto afectado en nada).

o un ejercicio de estilo literario que eleva lo cotidiano. Tampoco. Porque el estilo que muestra Moccia en esta novela es ramplón, simple, repetitivo y cursi. Sin estilo y sin ritmo.

o un sentido de la ironía y del humor que hacen que el retrato de los miedos y cuitas adolescentes sea más próximo. Menos. A pesar de algún momento de distensión, la novela es muy seria y tengo la impresión de que erige a Carolina como símbolo y ejemplo de las muchachas de trece-catorce años. La verdad, espero que no porque dentro de ese personaje no hay nada; bueno, sí... marcas, marcas y alguna que otra marca.

Como lector acabé desconectando de lo que la novela explica y todo acabó en un pasar rápido de páginas porque da igual perderse cinco o séis, la historia estará exactamente en el mismo punto.
¿En cuál?
En ninguno.
Todo para crear una "historia" que acaba resultando desesperante en su repetición y esquematismo y que se podía haber resuelto en un cuento de treinta páginas. Y que conduce a un final que intenta otorgar realismo y profundidad a una historia que no ha mostrado ninguna de ambas cosas. El final hacia el principio de la madurez de Carolina que podría haber funcionado si tuviéramos un personaje con el que jugar.

- Quizá el problema sea mío - le dije a A. en un momento de la lectura. Los libros que me gustan los leo en silencio. Los que no, tengo tendencia a quejarme y comentarlos en voz alta.
- ¿Qué quieres decir?
- Que no soy una adolescente de catorce años y quizá por eso no entiendo esta novela.
- Tampoco eres una muchacha en edad casadera de la época de la Regencia y bien que uno de tus escritores favorito es Jane Austen. Una cosa no tiene nada que ver con otra. O es buena, o no lo es. Y por tu cara...
- ... no lo es.

Carolina se enamora ha sido una mala lectura. Mucho. Me gustaría que esta reseña/comentario fuera algo más extensa, pero caería en lo mismo que la novela: repetir una y otra vez lo mismo (que es larga, que está vacía de personajes y argumentos, que da vueltas y vueltas a lo mismo sin aportar nada nuevo, etc.) y acabar mareando al lector. Esta novela es casi un ejemplo perfecto de todo aquello que no me gusta en una novela (estereotipos, falta de estilo y personalidad, desequilibro entre fondo y forma, personajes tipo, relleno, etc) y una experiencia lectora desesperante ya que verse enterrado en seiscientas páginas de nada absoluta no ha sido muy agradable.

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El baúl de Penélope
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Imaginando que vivo

"El último deseo" de Andrzej Sapkowski

El último deseo, Andrzej Sapkowski, Alamut, 2008
Geralt de Rivia 1

Sapkowski era una de mis asignaturas pendientes en el universo de la fantasía. Aunque hacía años que corrían por casa El último deseo y La espada del destino, no encontraba nunca el momento de ponerme con ellas. Hasta hace poco en que pedí a los lectores del blog que eligieran las lecturas y una de ellas fue Sapkowski (bueno, esto y la amenaza de Morrigan de hacer un conjuro y hacer aparecer al sr. Grey con una fusta si no la leía). Así que desempolvo el ejemplar que andaba por casa y me siento a leer. Y mientras leo me doy cuenta de lo mucho que me gusta y me pregunto por qué demonios no la he leído antes.

El último deseo es un volumen de cuentos unidos por un tenue hilo que hace de esta colección un todo, lo que se conoce como un fix-up, vamos. Seis cuentos independientes que sirven para presentar un personaje, Geralt de Rivia, brujo, mutante, mercenario, apatrida, vagabundo, secundarios y tramas que se desarrollarán más adelante y un universo fantástico nacido de la tradición fantástica europea (se perciben ecos de Tolkien, de Anderson, de los cuentos populares, aquel poema de Goethe sobre los elfos, etc.) que se intuye rico y variado. Uniendo los cuentos, la convalecencia de Geralt en una convento y sus problemas con la autoridad del pueblo.

Un estilo rico, variado, rápido e irónico. El último deseo se aleja de la fantasía épica más al uso eliminando la épica y dejando los monstruos, el dolor y la sociedad. Aunque esta novela no sea más que un esbozo de lo que vendrá después, ya se advierte una visión pesimista y oscura del mundo, una mirada descreída e irónica sobre el ser humano (hay muchos gritos, mucha intolerancia, mucha rabia en los personajes de estos cuentos) y cierta esperanza en un código moral y ético que construye uno mismo pese a que este choque de frente con el mundo entero. Personajes interesantes y prometedores que aunque parten de figuras muy reconocibles de la épica, ya se advierte que tomarán rumbos distintos a los que el lector se espera.

Y esta estructura de fix-up me ha gustado. Porque me gustan los cuentos y porque encuentro que es una forma de introducir tramas, personajes y escenario rápida, económica, que da una gran libertad y permite que el lector entre en un juego de insinuaciones y sugerencias muy rico y estimulante. ¿Y los cuentos? Variados y muy diferentes entre sí aunque cada uno siendo una variación de los cuentos tradicionales. Una versión irónica, desmitificadora y algo macarra.

"El brujo". Presentación del protagonista en una versión particular del mito de la princesa encerrada en un castillo y secuestrada por un monstruo. Una buena forma de presentar quién es Geralt de Rivia y en que consiste eso de ser brujo. Un relato de acción y monstruos en medio de políticos, dirigentes caprichosos, conspiración y medias verdades.

"La semilla de la verdad". Una divertida, irónica y muy cruel variación del tema de la bella y la bestia. Geralt encuentra dos cadáveres con extrañas marcas y llega a un castillo gobernado por un enorme monstruo.

"El mal menor". En mi opinión, uno de los mejores cuentos del libro. Una versión gamberra del conocido cuento de Blancanieves y los siete enanitos. Una de esas historias que al leerlas se nota que serán importantes para el futuro y el desarrollo de la saga. Mentiras, traiciones, leyendas, crueldad y una inusitada ternura. Un cuento que reflexiona sobre el concepto de mal, sobre la naturaleza ambigua del mal y donde más percibo esa mirada irónica y pesimista del autor. No existe el mal menor y se tome la decisión que se tome, el error está garantizado.Y uno de los relatos donde mejor se percibe esa distancia que existe entre Geralt y el resto del mundo. Alguien que intenta "hacer lo correcto" ante la impasividad y el egoísmo general.

"Cuestión de precio". Quizá el cuento que menos me ha interesado, pese a ser un muy buen relato. El extraño encargo que le hace la reina Calanthe y las reservas de Geralt ante él. Quizá el cuento más ortodoxo y respetuoso con la tradición cuentística que lo respalda.

"El confín del mundo". Otro de los relatos que más me han gustado. Presentación del personaje del juglar Jaskier que imagino tendrá su importancia en el devenir de la saga. Un relato que empieza siendo un excelente ejercicio de ironía y humor con una de esas estupendas historias de ser más listo que el demonio para acabar convertido en una triste reflexión sobre el paso del tiempo, la derrota y la dignidad que conlleva ésta.

"El último deseo". El último relato y el que pone título al libro. Entra en escena la hechicera Yennefer de Venderbe. Una variación del genio en la botella y los peligros de los deseos. Un relato que parece fundamental para el devenir de la saga y donde Geralt vuelve a demostrar su diferencia y donde se muestra más humano. Yennefer me parece un personaje lleno de matices, recovecos y posibilidades y me da la impresión de que se convertirá en uno de esos que arrastran odios o amores.

Y uniéndolos, las siete partes de "La voz de la razón" que abre paso a la inquietud y que concluye con un buen efecto final que nos conduce a la segunda parte.

He tardado, pero por fin he entrado en el mundo de Geralt de Rivia. El último deseo me ha parecido un muy buen libro de cuentos y un buen prólogo para una saga que promete ser apasionante. Un estilo rápido, vívido, irónico. Unos personajes trazados con mimo, gusto, matices e ironía. Una reactualización de un universo lleno de tradición (por mucho tiempo que pase me siguen encantando las historias de humanos, elfos y enanos). Una enorme lectura.

Otras opiniones
El kraken
Fantasy mundo

"Maravilloso desastre" de Jamie McGuire

Maravilloso desastre, Jamie McGuire, Suma, 2013
Meravellós desastre, Jamie McGuire, Fanbooks, 2013

Empezamos con las reseñas de los libros que los lectores eligieron. Hay de todo, pero entre ellos algunos elegidos para hacer daño. Maravilloso desastre es uno de ellos. Nunca me hubiera acercado a esta novela si no fuera por este motivo. Con todo los prejuicios de mi corazón, pero algo que se define en su contraportada como una mezcla perfecta entre Crepúsculo y Cincuenta sombra de Grey son motivos más que suficientes como para salir huyendo y no parar hasta encontrar a una minisociedad de caníbales que te adopte. Pero quien elige manda y yo me debo a mi promesa, así que cuando esta novela superó los cuatro votos, la leí.

Fue como si rodaran Hostel IV en mi cerebro y los pobres turistas fueran mis neuronas.

Abby va de chica buena y modosita porque huye de un pasado tortuoso (¡ja!). Travis es un chico malo malote de los que pelean, van tatuados, fuman mucho, van en moto sin casco y se tiran a toda fémina que pasa por delante. Se conocen y empiezan una relación con muchos tiras y aflojas y peleas y malentendidos y pasionales reconciliaciones que parece abocarlos al desastre y al lector a un coma profundo.

No sé por donde empezar con esta novela. Son tantas cosas. Tantos los sentimientos que me ha despertado... Empecemos avisando que con todas seguridad destriparé el argumento, la trama, las sorpresas y a los personajes. Aunque suelo intentar evitar el spoiler, en esta ocasión me entrego totalmente a él. Lo necesito para explicar bien lo que opino de este libro.

¿Me ha gustado Maravilloso desastre? No.
¿Me ha gustado algo de Maravilloso desastre por poco que sea? Sí, y dicen que siempre es mejor empezar por lo positivo. Maravilloso desastre tiene un primer capítulo que solo puedo definir como brillante. Casi una obra maestra. Ese primer capítulo es una de las mejores parodias de la novela juvenil romántica que he leído. Una muestra perfecta de como reírse de un género, parodiarlo, mostrar sus incongruencias, flaquezas y estereotipos. Estilo ramplón, personajes unidimensionales, apuntes de una trama inconsistente que no conduce a nada, pero todo muy divertido. Para que entendamos el nivel, un ejemplo. Travis está en plan pesado con Abby, va, tía, pero si estoy bueno, vente conmigo a ñaca-ñaca. Ella no quiere saber nada de él e idea un plan maestro para que él se deje de acosarla y se olvide de su existencia. ¿Cuál? ¿Romperle la moto? ¿Ir a su casa y cagarse en su cama? ¿Arrancarle un pezón con unas tenazas oxidadas? No. El plan de Abby, ejemplo de sofisticación y que demuestra que Maquiavelo es una mieeeeerda comparado con ella, es, agárrasense los machos, quedar con él e ir fea a la cita para que Travis se avergüence y no quiera saber nada más de ella. ¿Se arranca algún diente, corta la punta de la nariz y se baña en entrañas de pescado podridas? No, va sin maquillar, lleva chancletas y se ha puesto gafas de pasta. Así conseguirá que él pase de ella. Oh sorpresa, el plan no funciona y Travis sigue empeñado en meterla en caliente con Abby.
Magistral.
A la altura de lo mejor de Claudia del Moral.

Por desgracia, Maravilloso desastre no es una parodia y la novela está escrita sin una pizca de ironía ni sentido del humor. Lo que en ella ocurre va en serio. Una novela prácticamente sin trama y la poca que hay, absurda e inconsistente.

¿Por dónde empiezo? Los personajes.

Abby, mosquita muerta que aparenta no ser nada, aunque esconde un pasado de talismán de la suerte y jugadora de poker. Es la más guapa, la más divertida, la más inteligente, con la que mejor te lo pasas bebiendo en una fiesta, a la que le quedan bien todos los vestidos y a la que todos los tíos desean. Modesta, fuerte y con carácter. Y con un buen cuerpo y flexibilidad. Ah, y es virgen, claro. Dechado de virtudes y centro de un universo en el que todo, absolutamente todo gira a su alrededor. No solo los chicos y las perras envidiosas, sino las conversaciones ajenas, las miradas del bulto, la subtrama (¡ja!) mafiosa, las discusiones entre sus amigos, la música que suena en las fiestas, etc. Todo al servicio de un personaje inconsistente, caprichoso, egocéntrico, narcisista y contradictorio que con sus acciones y decisiones contribuye al absurdo de la trama. ¿De verdad que lo mejor para alejar a un chico lo mejor es perder la virginidad con él? ¿Reprochas a tu pareja que sea violento, pero le animas a que le parta la cara a un tipo por una broma? ¿No quieres volver a ver a alguien, pero al primer chasquido, corre? Todas sus decisiones son contradictorias y por este motivo la trama va dando tumbos. ¿He dicho la trama? ¿Qué trama? Luego vuelvo con ello.

Travis, el chico malo. El personaje creado para que las lectoras mojen las bragas y se resbalen cuando se levanten del sillón de lectura. Para que aquellas con pareja miren al trozo de carne que tienen al lado y se pregunten por qué no pueden tener un hombre de verdad con ellas. Despertar suspiros, pasiones, ojos en blanco, mordidas de labios y digitosatisfacciones. Fuma, bebe, conduce sin casco, va tatuado y participa en peleas ilegales para sacarse cuatro cuartos y pagarse los estudios. Un personaje psicológicamente enfermo que crea una relación de perversa dependencia con Abby. No es nada sin ella, no puede vivir sin ella. Un amor enfermizo que lo aboca en segundos de la más completa felicidad a estallidos de extrema violencia. Celoso de una forma patológica que necesitaría asistencia psiquiátrica no deja que ningún hombre respire cerca de su pareja. No le gusta que su pareja hable con otros hombres, vaya vestida de según qué forma porque no soporta lo que los demás puedan pensar de ella, obsesionado por ser el único que se haya acostado con ella y amenaza de muerte al ochenta por ciento del elemento masculino que aparece en la historia, amen de darle una paliza a unos cuantos. Asfixiante, acosador, obsesivo, violento, desagradable para a los pocos segundos convertirse en un amasijo de carne lloroso que pide perdón por todo el mal que ha hecho para a continuación volver a la amenaza, coacción y como la mires te arranco la garganta, tío.

Por supuesto, a Abby todo este violento control le parece la mar de romántico y chupi guay.

Entre ambos se establece una relación de dependencia obsesiva y enfermiza cimentada en la desconfianza, la pelea, la obsesión por lo que los demás piensen de ellos (aunque lo nieguen continuamente), la coacción y el marcaje de territorio. ¿Acaso Abby protesta o se siente asfixiada por estar con alguien que solo quiere que sea suya y la aleja de forma sistemática de cualquier amigo masculino? No, porque eso es amor. El control, el acoso, los celos y los estallidos de violencia es amor. Y no, la novela no es un estudio de un amor destructivo o una recreación del amour fou de los surrealistas. Es una historia romántica escrita para emocionar y maravillar. Para conseguir que los lectores digan aquello de esto es lo que quiero.

¿Y los secundarios? Puras comparsas. No tienen más entidad que aquella que les otorga el binomio Abby/Travis. America es la amiga más divertida y vivaracha que sale con un primo de Travis. Su único propósito en la novela es servir de consuelo a la protagonista y aconsejarla que huya/ame a Travis según las necesidades de la autora. Tiene una absurda subtrama con sus historia de amor con el primo protagonizando algunas de las peleas de enamorados más ridículas que he leído. Parker es el tercero en discordia que solo está para ser puteado, despreciado y ser objeto de burla y celos de Travis. Es un lado oscuro, el mal, el típico tipo aburrido que trata bien a la prota, conduce con prudencia, es responsable y no se mete en peleas ni en malos rollos. Y luego sale un mejor amigo gay que solo demuestra su condición sexual porque lo dice ya que nada demuestra que le gustan los hombres. Es uno de esos gays blancos y puros que aparecen en las novelas que son divertidos, visten bien y el mejor cojín de lloros. Luego está el pervertido que recibirá un justo castigo (Travis lo matará de una paliza al final de la novela; un asesinato que no traerá consecuencias con la policía, ni con la relación con los demás, ni con su pareja...), la familia de Travis que, claro, adoran a Abby porque cocina para ellos el día de Acción de Gracias. Y bulto y más bulto. Tipos que babean por Abby y zorrones que chorrean por Travis (curiosos que con excepción de America y Abby, el resto de las mujeres de esta novela sean o masa gris e informe, o putones que masturban su pelo cuando en la habitación entre el gran hombre polla). Ah, y el mejor personaje de la novela, Kara, la compañera de habitación de Abby en la residencia y que su cometido consiste en pasarse la novela leyendo libros y despreciando son su silencio a los protas. El único personaje con el que me iría de copas.

Y todos actuando en una historia cuyo principal problema es que no tiene historia. Chica soltera y sin compromiso conoce a chico soltero y sin compromiso. Se gustan y no hay nada que les impida estar juntos así que vamos a enredar lo simple e inventar problemas que no existen para justificar las 470 páginas que tiene este bodrio. Ahora sí, ahora no, ahora somos amigos, ahora la apuesta más estúpida de la historia, ahora duermes conmigo, ahora sí, ahora no, ahora salimos juntos, ahora ñaca ñaca, ahora me voy y venga, más nada y más vacío argumental y más páginas que no sirven para nada. Y cuando ya no queda nada más y la novela se estaba convirtiendo en un marasmo de amenazas de muerte por pedirle la hora a mi novia, aparece una absurda trama con una mafia de Las Vegas que parece sacada de una serie de Disney Channel. ¿Para qué sirve este paréntesis en la novela? Una excusa para que Abby saque a su padre paseando y para que los protas vuelvan a discutirse y volver al ahora sí, ahora no que era la columna vertebral narrativa de la novela hasta un final feliz con boda donde Travis consigue lo que quiere, que Abby sea suya y acabe anulándose del todo a su favor simbolizado en ese tatuaje que ella se hace con la leyenda "Sra. Maddox" donde renuncia a su personalidad y a su nombre por él.

Porque la novela acaba donde empieza y no existe una evolución de los personajes a lo largo de las interminables páginas. Ella sigue con sus problemas de narcisismo y él continúa siendo obsesivo, violento y celoso. Un viaje de casi quinientas páginas que no conduce a nada más que a hacer perder el tiempo al lector.  Quizá esto es lo que más me ha molestado de la novela (si no contamos la identificación de celos/violencia con amor verdadero y ese mensaje tan conservador de que él puede haber follado con quien quiera, pero ella debe mantenerse intacta hasta el momento adecuado), que los personajes no hayan evolucionado. En principio, toda novela es un viaje y aquel que sale de la Comarca o de Ítaca no es el mismo que cuando regresa. Entre una partida y un regreso, los personajes viven acontecimientos que los lleva a evolucionar y a crecer ante ellos mismos como personajes y ante los ojos del lector. Pero aquí no. Los personajes son los mismos en la primera página y en la última. A pesar del viaje, no han aprendido nada y uno han crecido. Siguen igual.

Y si al menos todo esto estuviera bien escrito o explicado, la forma podría llegar a compensar en algo al fondo, pero no es el caso. Eso sí, el estilo simplista, ramplón y repetitivo de la novela está acorde con la historia que explica.

Maravilloso desastre es una perdida de tiempo, una mala novela sin una forma definida y una historia absurda, desagradable y mal explicada. Una lectura que solo me ha aportado indignación, dolor de cabeza y una prohibición por parte de A. de comentar en voz alta la evolución del libro. Una mala novela que espero olvidar pronto.

Otras opiniones
Mucho ruído y pocas nueces
Book eater

Mensaje personal para todos aquellos que votaron por esta novela

Amigos, romanos, compatriotas,

por vuestros votos que me he tenido que tragar esta novela y es por vuestra intención de hacer daño que tengo el cerebro embotado y sea ahora más tonto que hace una semana. Os escribo esto para advertiros, me vengaré de todos y cada uno de vosotros de una forma absurda e inesperada.
Mi vida a partir de ahora tiene un nuevo objetivo, la venganza. Y no importa lo que tarde, llegará.

Avisados estáis.

Con un cariño cargado de veneno

Jorge

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