Pequeña crónica de cómo fue otro maldito Sant Jordi

Han pasado tres días y ya me veo con ánimos para el épico relato de lo que aconteció en la plaça de Cal Font el pasado 23 de abril, diada de Sant Jordi, día del libro o "el día".

Si tuviera que ser un cronista exacto, para entender todo lo que ocurrió ayer tendría que empezar la narración volviendo la mirada a mediados de enero cuando el primer comercial editorial nos pidió hacer un servicio de novedades "pensando ya en Sant Jordi". Un recorrido por un par de meses de visitas de comerciales, novedades literarias, repaso de fondo editorial, hacer pedidos razonables buscando el equilibrio entre lo que se pide y las previsiones de ventas, apuestas que salen bien y otras de títulos que se clavan, basura que se vende como si fuera el último libro de la creación y joyas que se perderán entre las pilas de libros, pedidos que no llegan, cajas que se pierden, pedidos duplicados y recortes de pedido por las cortas tiradas de editoriales en algunos títulos que se preveen los más vendidos, preguntas de cuáles serán estos y cajas, cajas, muchas cajas, más cajas y todavía más cajas de libros, libros, muchos libros, siempre libros.


Pero no. Si me voy tan atrás esto acabará convirtiéndose en una novela por entregas que acabarán engrosando mi maravillosa obra inconclusa. Y aunque los lectores se pierden viajes espaciales, batallas navales, orgías multitudinarias y un par de chistes sobre editores realmente buenos, empezamos por donde tenemos que empezar, en un 23 de abril de 2015 con un despertador que suena, un librero que se despierta y piensa eso de "oh, venga ya, en serio en Sant Jordi" y se levanta entre somnoliento y resignado para ir a hacer una meadita que inaugura el día más duro del año.

Duchita y vestirse. A. va detrás de él y en poco están los dos preparados. Comida para los gatos e intentar huir de su mirada acusadora de los dos bichos que saben que los dejaremos tirados todo el día. A las ocho llegamos a la Plaça de Cal Font, el lugar donde todos los años se instalan las paradas de libros y rosas. La plaza ya está llena de libreros, floristas y colaboradores que van montando sus respectivas paradas y de algunos curiosos que sobrevuelan los primeros libros que van saliendo de las cajas. Llegamos al lugar designado, al poco llega el jefe con la furgoneta y empezamos a montar. Caballetes, mesas, telas, y libros, libros, siempre libros.
Demasiados libros.

Cada año el mismo propósito de traer menos libros a la parada, pero cada año se nos va de las manos. Casi cuatro mil libros que tenemos que meter en las mesas. Y, claro, no caben. Empieza el puzzle y las varias estrategias para meterlos. ¿Por qué hemos traído este? ¿De verdad era necesario otro de cocina? ¿Cuántos libros de Stilton caben en una caja? ¡Me cago en las putas sagas, trilogías, tetralogías y en las madres que las parió a todas y en las historias que en pudiéndose explicar en treinta páginas utilizan cuatro volúmenes!

La primera venta se hace cuando la parada está a medias, la caja no está montada y no encuentro las monedas de euro para el cambio. Un ensayo económico y un libro de reflexión política. Disculpas por el caos de la parada y un gesto de que no importa, de que era ahora o en todo el día no podría escaparse para comprar. Sobre las nueve y media, parada montada. Primera fase cumplida.


Y los libreros, preparados. Cuatro se quedan en parada, cuatro se van para la tienda. Todo va sobre el horario previsto.

Empiezan a llegar los colegios. Filas de niños con sus voces picudas que lo tocan, retocan y toquetean todo (ya sé que me repito, pero es que son muchos niños) acompañados de sus maestros. Miran, compran libros para clase, los profes dejan que los niños elijan (¡Frozen! ¡Dinosaurios! ¡Monstruos!), pero algunos tienden a manipular el recuento de votos para llevarse a clase ese libro sobre la fotosíntesis o un apasionante relato de un burrito y su sombrero.

Y primer encuentro.
Señora que se acerca con paso seguro, pero corto con papelito en la mano.
- Vengo a recoger este encargo.
- Los encargos se tienen que pasar a buscar por la tienda, no los traemos a la parada.
- Es que he ido a la tienda y estaba cerrada.
- Es raro, porque hace tiempo que se han ido para allá.
- He ido a las ocho y media y estaba cerrada.
- Bueno, se abre a las nueve y media.
- Pero es que a las nueve y media no me va bien y por eso he ido antes.
- Pero antes está cerrado.
- Ya sé que estaba cerrado, ¿crees que no me he dado cuenta? Y lo mal que me ha ido.
- Pero no es que no es el horario.
- Pero he pensado que ya que era Sant Jordi abriríais antes porque pasar a esta hora no me iba nada bien que tengo cosas que hacer.
- Pues lo siento, peor los encargos se tienen que ir a retirar a la tienda.
- ¿Ahora me haces volver allí? Con el día que tengo... si es que no queréis hacer las cosas bien.
- Pero es que los encargos no los tenem... es igual... feliz diada.
- Sí, ya.

El día es luminoso, el sol pega con fuerza y voy notando que la cara se ilumina, calienta y empieza a enrojecerse, al igual que la calva (aclaro, no estoy calvo, voy rapado por que me mola parecerme a uno de esos guerreros budistas rechonchos de las leyendas eróticas niponas), hay buen ritmo de trabajo sin agobios. La gente curiosea, pregunta (no, no hay libros de cómo fabricar instrumentos prehistóricos para niños), busca, rebusca, toca, desordena, pregunta (no, no hemos traído libros de filosofía en francés), pide títulos concretos, pide consejo o pide al azar (dame un libro con premio, cualquiera, da igual, si todos son lo mismo, el más fino). Breve entrevista en la radio de la ciudad con las pregunta de cómo va el día, qué se vende, cuáles son las previsiones, si lo pasamos bien, si soy consciente de lo atractivo que me pongo en Sant Jordi, pregunta tendenciosa que me hace una gracia terrible y que esquivo con elegancia (creo) y vuelta a la parada.

Como todos los años, A. se adueña de la zona infantil y hace y deshace a su antojo recomendando libros, convenciendo a padres y abuelos de las bondades de tal álbum ilustrado, de las fantásticas aventuras de un secador mágico o que tal distopia que parece lo de siempre, es diferente. El resto de colaboradores se defienden bien cobrando, atendiendo y pregutándome.

Porque yo soy el master de los másteres de la parada, el rey, el jefe, el encargado, el padrino, el que manda, el que corta el bacalao, el que dice tú aquí y tú allá, el Tony Soprano, el Yoda, el Heisenberg de la parada, Nick Furia cuando estaba con los Aulladores no en su versión Ultimate, si no en la segunda guerra mundial con el puro y la metralleta. Soy el que manda en la parada y el que sabe (o intenta) saber de memoria dónde están todos los libros, si los hemos traído, qué queda en la librería y el que recomienda libros entretenidos, para mi mujer, para mi pareja, para mi hermano o para alguien a quien no le gusta nada, pero nada, pero nada de nada leer. Y, según A., ese día me veo genial. En la parada, me crezco.

Esta es una representación de cómo me pongo el día de Sant Jordi.
La pelirroja es como representación de A. en su día a día.

Llega el mediodía y la gente se va a comer. Yo me conformo con un bocadillo mal comido en la parada y un refresco mientra atiendo, hago albaranes y recomiendo. El mediodía se pasa en un suspiro se acaban los primeros libros, pero sigo pensando que hemos traído demasiados libros. Llegan las cinco, viene el resto de colaboradores, unos para la tienda, otros se quedan en parada y empieza... oh, sí, las tres horas y media que dan miedo. La franja del terror de Sant Jordi. De seis a ocho y media.

Gente ha habido durante todo el día, pero durante ese espacio de tiempo la plaza se llena a reventar, la parada se colapsa, las manos se multiplican y el orden se convierte en un estado idílico al que es imposible aspirar.


Y, de repente, mi mundo se convierte en

Jorge, Perdona, Jorge, ¿Dónde está...?, ¿Sabes dónde está...?, Jorge, Jorge, Iba yo, Perdona, Me cobra, ¿Tenéis...?, Jorge, Oye, Perdona, Oye, Jorge, ¿Dónde...?, Jorge, Jorge, ¿Hacéis descuento?, Oye, Perdona, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge, Se ha acabando las monedas de euro, Jorge, ¿Dónde...?, Jorge, Perdona, Jorge, ¿Dónde está...?, ¿Sabes dónde está...?, Jorge, Jorge, Iba yo, Perdona, Me cobra, ¿Tenéis...?, Jorge, Oye, Perdona, Oye, Jorge, ¿Dónde...?, Jorge, Jorge, ¿Hacéis descuento?, Oye, Perdona, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge, Se ha acabando los billetes de cinco, Jorge, ¿Dónde...?,Jorge, ¿Libros sobre el circo? Perdona, Jorge, ¿Dónde está...?, ¿Sabes dónde está...?, Jorge, Jorge, Iba yo, Perdona, Me cobra, ¿Tenéis...?, Jorge, Oye, Perdona, Oye, Jorge, ¿Dónde...?, Jorge, Jorge, ¿Hacéis descuento?, Oye, Perdona, Jorge, Jorge, Jorge, ¿Qué me recomiendas para mi marido? Jorge, Se ha acabando las monedas de euro, Jorge, ¡Algo para un niño de cinco años? ¿Dónde...?,Jorge, Perdona, Jorge, ¿Dónde está...?, ¿Sabes dónde está...?, Jorge, Jorge, Iba yo, Perdona, Me cobra, ¿Tenéis...?, Jorge, Oye, Perdona, Oye, Jorge, ¿Dónde...?, Jorge, Jorge, ¿Hacéis descuento?, Oye, Perdona, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge, Jorge...

Mientras se van intercalando los diferentes autores que vienen a firmar y hay que hacer malabarismos con la sillas porque algunos se han tomado con algo de relajo la hora que le tocaba.

Entre todo esto, pequeñas victorias, anécdotas y momentos.
Como conseguir que un novio no reciba como libro de Sant Jordi la última novela de Paulo Coehlo si no Canciones de amor a quemarropa, las risas al escuchar a una chica decirle a su amiga que se comprara antes Eleanor & Park que la novela del machirulo gilipollas ese de After, la felicidad de la chica de Zaragoza por los libros que le recomendé, las continuas muestras de afecto de gente a la que acerté con mis recomendaciones el año pasado, la visita de una de mis lectoras favoritas con la que maté un par de minutos hablando de lo último que hemos leído, una breve entrevista para un diario digital que me regala mis primeras declaraciones entrecomilladas (se puede ver esa frase aquí), asistir estupefacto a las lágrimas de una adolescente al decirle que After 1 se había acabado, la delirante conversación de dos chavales quejándose de que El libro Troll tenía demasiada letra y quién iba a ser el listo que se leyera todo eso, que todavía alguien preguntara por El código DaVinci o Crepúsculo, un tipo que buscaba libros de coaching para niños de tres o cuatro años o si no tenía de coaching, de empresa para esos mismos niños, una pregunta si tenemos libros que enseñen a ser buen novio, otro que tenga frases de esas chulas para decirles cosas bonitas a las niñas, algo para mi madre donde maten mucho, las miradas cómplices de A. por las que valen la pena miles de días como éste, un libro como 50 sombra de Grey, pero en bueno y sin sexo y etcéteras, etcéteras, etcéteras...


Y la gente que regatea el precio, que aprieta para que le hagas más, que exige un trato preferente porque compra un libro al año, como dijo uno, y te lo compro a ti como podría comprarlo a otro. Y los adultos que sueltan la correa de niños con manos y cara llenas de chocolate y los dejan sueltos para que toqueteen los libros, los desordenen, los tiren al suelo, arranquen los plásticos y a lo que me vi obligado a disparar tranquilizantes para rinocerontes. Los repetidos ataques de ninjas venidos de dimensiones paralelas donde Sant Jordi es la fiesta de los croissants y todo el mundo habla con un ridículo acento francés. Las obsesión por la lista de los más vendidos como si eso fuera la garantía de algo y decenas de personas preguntando por lo mismo, en el mismo orden y sin querer saber nada más, perdiéndose maravillosas novelas solo porque alguien en una televisión no ha dicho de ellas que son las más vendidas.

A las ocho y media empieza la afluencia a aflojar y sobre las nueve, cuando la luz del día se ha ido y la que queda es una porquería artificial que no alumbra nada, empezamos a quitar etiquetas y a recoger la parada. Duele el cuello, la espalda y los tobillos están machacados. Llega algún rezagado buscando algún libro de última hora. Agotado, cansado, harto, satisfecho, pensando en todo lo que queda (desmontar la parada, ir a la tienda, descargar todo y empezar el control de venta, las devoluciones, qué nos quedamos, las reposiciones...) y deseando que este año no acabe como todos, en una pelea con esos hunos que siempre vienen tarde, borrachos y cabreados porque el día del libro tendría que ser en Sant Jeroni que es el patrón de los libreros y no en Sant Jordi, que es un asesino de dragones.

Y acabamos el día A. y yo en casa comiendo un kebab a las once, con los gatos cabreados con nosotros por no estar adorándolos todo el día, ella preciosa con las pilas cargadas por haber estado entre libros, gente y niños y yo cansado, agotado, sin fuerzas por haber estado todo el día entre libros, gente y niños. Otro Sant Jordi a la espalda. A pesar de lo mucho que me queje, es un buen día, pero como cansa el jodío.

Quedan 364 días para el siguiente.

Blog en pausa

A causa de la proximidad de Sant Jordi este blog entra en una pequeña pausa que durará unos diez días.


El trabajo, el cansancio, el estrés y las pocas ganas que tengo de ponerme delante de un ordenador después de pasarme tantas horas moviendo cajas, libros, ordenando pedidos, haciendo paradas para escuelas y pueblos, cabrearme por lo que no llega o por lo que llega de más, seleccionando libros para premios y etcéteras.

Toca descansar, ultimar detalles y prepararse para el día más intenso del año. Os veo a la vuelta con la tradicional crónica de Sant Jordi. Leed mucho, buscad los libros perfectos, pasad de las listas de los más vendidos y nos vemos a la vuelta.

Y que no llueva.
Se agradecerán sacrificios.

Por cierto, si alguien pasa por la parada y me trae un café se ganará un trocito de cielo. Y a lo mejor algo más.

Novedades improbables VI. Tres novelas para este Sant Jordi.

Se acerca Sant Jordi.
Y creo que es buena idea que aproveche el blog para recomendar algunas novelas que corren el riesgo de pasar desapercibidas ante la avalancha de títulos.
De momento, tres novelas que merecen nuestra atención y que os prometo os harán pasar momentos inolvidables.

La guarderia del terror, Álex Flesh, Ediciones B

La novela de terror de la temporada. Ganadora del prestigioso premio internacional Muerte o susto que otorga la Asociación de Aficionados a los Sustos Literarios.

Frank Bonnaro está cansado. Cansado de la violencia de las calles, de desarticular día sí, día también, laboratorios de metanfetaminas, de tener que lidiar con jóvenes existencialistas que no encuentran sentido a nada y por eso no tiene sentido pagar en los supermercados. Está cansado de ver cómo el sistema libera a los turistas que caminan sin pantalones por las calles y se orinan en los ancianos. Harto de tener que luchar siempre contra los mismos psicópatas que se infiltran en las interminables convenciones de disfraces de muñecas legionarias. No puede más y el día que ve como alguien arranca impunemente la etiqueta con su nombre de su grapadora, SU grapadora, decide mandarlo todo a la mierda y con cuatro tiros y una hoja de dimisión deja su trabajo en la policía y decide que ha llegado la hora de montar el negocio de su vida y de sus sueños: una guardería sin licencia en su piso de soltero.
Y tiene éxito. Hasta que empiezan a suceder cosas raras. Cosas inexplicables como un niño que muerde a otro niño y admite su culpa. Una madre que no pone jersey a su hija pequeña pese a que otras madres han comentado que hace un poco de frío. Un niño que se mete lo dedos en la nariz y no se come los mocos. Demasiadas cosas inquietantes. Una sencilla y rápida búsqueda por google arrojará luz al misterio: la guardería se construyó encima de un cementerio indio construido encima de las ruinas de un templo maya maldito construido encima del cráter donde hace billones de años llegaron criaturas infernales donde por casualidad había una puerta que si se abre conduce directamente a una dimensión plagada de criaturas informes que quieren volver.

Miedo. Pero miedo miedo miedo miedo. De los de llorar por la noche y arrojar el libro a la cabeza de la primera persona que te toca. Miedo de hacerse aguas mayores en los pantalones y no cambiarse porque no estás seguro de si eso que hay en el baño es papel higiénico o una lengua maldita.

Un nuevo rey del terror. Alex Flesh  explora los límites entre la puericultura y el infierno. Imágenes poderosas e inquietantes como ese niño que comparte sus juguetes o esos niños en silencio cuando después de hacer desaparecer tres kilos de chucherías no muestras signos de hiperactividad. Una novela que deja claro que el infierno no es ni uno mismo ni los otros, sino un lugar lleno de niños en silencio que abren puertas dimensionales a jinetes del infierno vestidos de mayas.

Una novela ideal para pasar miedo y decir, jo qué miedo he pasado, me he hecho caquita.

Frank dejó a un lado el muñeco de Dora La Exploradora y agarró el cuchillo con el pelaba las mandarinas a los niños en la merienda. 
Un silencio silencioso se extendía por toda la guardería. 
No era normal.
Los niños habían estado comiendo chocolate. 
Les había hecho beber Coca-Cola con azúcar.
Y nada.
Silencio.
Frank entró en su antiguo despacho, reconvertido en zona de dormir. Encendío su linterna y allí estaban. Veintidós niños y niñas con los ojos abiertos mirándole. En silencio. Y cada uno llevaba en una manita un tomo de la historia completa de las Guerras Aztecas contra Mayas.
Un silencio de muerte y desolación que se rompió cuando Arturito abrió la boca y dijo...
- Gu gu ta ta.
Y las puertas del infierno maya se regresaron a esta dimensión.

El paseo por el pasillo (Tú eres mi destino 2.5/4_43b), Dolores Scott, Roca Editorial.

Hace quince años Dolores Scott publicó la última parte de su exitosa pentalogía Tú eres mi destino donde explicaba la historia de una chica buena que escribe los apuntes con pautas que conoce a un chico malo que conduce una moto sin casco y bebe cerveza con alcohol, detiene una invasión extraterrestre, descubre que él es un cambiaformas, que ella es un lápiz de otra dimensión con sentimientos y que sus padres no son sus padres si no sus tíos segundos por parte de madre y otras muchas sorpresas y giros argumentales que llevaron a sus millones de fans a la demencia.

Tras estos cinco volúmenes, publicó Tú eres mi destino. Los origenes, la trilogía Los orígenes de Los orígenes de Tú eres mi destino, la precuela de la segunda parte de la pentalogía original, tres spin-off donde exploraba la vida de los tres personajes secundarios favoritos de la tercera novela, además de una serie de pequeños capítulos que vendían solo en formato digital que relataban momentos que sucedían entre novelas, capítulos o puntos y apartes. Todo esto sin contar con las ediciones extendidas en las ediciones especiales en rústica especial que contenían capítulos extras y las novelas breves que la autora publicaba en su página web donde los mismos sucesos que los lectores tanto aman se explicaban desde otro punto de vista.

Y ahora, quince años después, Dolores Scott publica El paseo por el pasillo, Tú eres mi destino 2.5/4_43b, una breve novela de trescientas páginas que viene a dar luz a uno de los momentos que más han llenado de discusiones los foros, ¿qué le pasó a Alborada durante el cambio de clase en la segunda novela? ¿Qué sucedió entre Biología y Biología avanzada para que las risas con las que acaba un capítulo empiecen con llantos en el capítulo siguientes? ¿Cuáles fueron las crueles palabras que le dirigió Jonhson cuando se lo encontró apoyado en el marco del aula de Biología molecular?

Un ocho y medio en Biología es más de lo que esperaba. ¡No es tan difícil como Rhonda y BettyBey me habían dicho! Y eso que no pude estudiar todo lo que quería después de los acontecimientos que llevaron a la destrucción de Nueva Las Vegas.
Me pongo bien el flequillo, me cuelgo la mochila al hombre y salgo de clase atravesando la puerta abierta. No puedo evitar que mi mirada se vuelva hacia el marco. Allí es donde Johnson me besó por primera vez y aun siento incontrolables temblores al recordarlo. Se me caen los libros al suelo, pero no tengo que recogerlos porque uno de esos insoportables gordos con gafas y pantalones de pana que me rondan siempre me lo alcanza.
- Hola Alborada.
No le contesto. 
Ni quiero ni puedo porque Johnson me está mirando. 
Lo sé. 
Lo noto. 
En cada célula de mi cuerpo y en cada átomo de humedad que puebla mi entrepierna. Mi cerebro me dice que no lo haga, que no mire, que no lo busque, pero no puedo evitarlo y mi subconsciente tira de mí y alzo mis ojos mientra aparto de un empujón al fracasado con granos que me ha dado el libro.
Allí está. Tan alto, tan guapo y con esa mirada de armadillo en celo que hace que me erice.
Apoyado en el quicio de la puerta de Biología molecular con esa mirada de niño malo que me hace querer aliviarlo todos los dolores del mundo.
Y entonces me doy cuenta y no puedo evitar temblar y sentir un pánico terrible. ¡Ahora tengo Biología avanzada! Y el aula está en la otra ala del insituto. Al lado de las colección de estatuas ecuestres. Y para ir allí tengo que pasar por delante de Jonhson.
¿Por qué esto solo me pasa a mí?

Con forma de serpiente (Sexys payasos & Calientes psicópatas 1), Claudia del Moral, Moralismos Editorial

¡Por fin la nueva y esperada saga de Claudia del Moral! Primero fueron los highlanders, luego, vampiros, caballeros unicornios, raperos cristianos, cambiaformas armadillos... criaturas fantásticas e imposibles que se convirtieron en el nuevo paradigma erótico para millones de lectores. Y cuando parecía que la voz de Claudia se había apagado, irrumpe en el panorama literario con una nueva saga y unos nuevos personajes que harán que miles de lectores en todo el mundo se estremezcan y convulsionen.

Annabeth es la estrella de las fiestas infantiles. Una sexi e inocente payasa que con su escultural cuerpo, su habilidad con los globos y sus chistes de "tírame del dedo" amenizan cualquier party de las mejores familias de Detritus City. O por lo menos lo era hasta que en la ciudad se abrió la agencia "Ríete tú de mí" donde un grupo de macizos payasos de perfectas abdominales y glúteos duros se han convertido en la sensación de la temporada. Ahora son ellos los que hacen todas las gracias a los niños, niñas, madres y padres con sus pómulos cincelados, sus hábiles dedos y su lengua afilada.

Pero Annabeth no está dispuesta a que estos guapos payasos le arruinen el negocio y decide que la mejor forma no es hacer una oferta de 2x1, si no matarlos a todos y de la forma más cruel y psicopática posible. Porque Annabeth utilizaba el clown para hacer feliz a los niños y para mantener a raya una psicopatía que le obliga a hacer divertidas formas de animales con intestinos humanos. Sin trabajo y sin la risa inocente de los infantes, Annabeth se lanza a una orgía de pintura facial y visceras humanas. Hasta que topa con PoPo, un sexi payaso embadurnado en aceite con un talento natural para embadurnarse los abdominales de nata montada y su ansía asesina se tambalea. Quiere matarlo, pero es tan guapo y quizá a él no le haga gracia que haya matado a sus compañeros de agencia... La fiesta infantil acaba de empezar...

"Es sexi, caliente y perturbadora. Ha transformado mi mayor terror infantil en la fantasía preferida", un usuario de Amazon que firma como Anónimo335.

"Pero, ¿está novela va en serio?", Kamikaze, editor del blog sin criterio meespachurrocontralibros.blogspot.com

"Me ha encantado. Es una mezcla perfecta entre  Pretty woman, Patch Adams y La matanza de Texas. Como si Hannibal se enamorara y conociera a la prota de New Girl, pero sin abandonar su dieta. Y con una portada superchula", Evora Cai, youtuber.

Estas son algunas de las entusiastas críticas que ha recibido esta nueva novela de Claudia. Una novela que lo tiene todo y que da más de lo que cualquier persona cuerda pediría. Globos, tartas, maquillaje facial, cuerpos de infarto, chistes de toc toc, baños de sangre, insinuaciones de ardientes escenas de canibalismo y muchas risas.

PoPo le dio el globo con forma de corazón.
- ¿Es para mí? - dijo una emocionada Annabeth.
Moc, moc.
Nunca una bocina había sonado tan sexi.
- No lo merezco.
Moc, moc.
- Pero si he matado a tu mejor amigo... y antes de morir le obligué a comerse el pie con el que hacía la imitación de Bob Esponja.
Moc, moc - era casi un sollozo. Dos bocinazos donde se resumían el amor y el dolor de toda una vida dedicada a hacer reír y la ilusión y el dolo que supone enamorarse de la asesina psicópata que ha matado a tu mejor amigo.
- No lo merezco - dijo en susurros mientras dejaba que se abrieran las compuertas de sus hermosos lacrimales.
PoPo dejó a un lado la bocina y con sus grandes y suaves manos acarició la perfecta cara de Annabeth. Con el pulgar recogió una de sus lágrimas mezclada con maquillaje y se la llevó a los labios. Annabeth dejó escapar un gemido al ver que una persona de la que se había enamorado se alimentaba de ella. 
- El maquillaje es tóxico - pero a él no le importaba. 
Como no le importó quitarse el sombrero de copa, el babero y los pantalones seis tallas más grandes y quedar completamente desnudo ante los ojos de Annabeth. El enorme y grueso pene de PoPo, largo como el brazo de Annabeth y tan ancho como un extintor, la tentaba a que jugara con él e hiciera todas la formas que su imaginación supiera. Annabeth no se hizo rogar y empezó a jugar con él, a girarlo, moverlo, cruzarlo... una serpiente, un cencerro, un columpio, Jesucristo, dragones... miles de formas y siluetas puntados por los bocinazos que emitía PoPo, cada vez más sexis, más calientes.
Moc, moc, moc, moc, moc.

Reseñas breves de cuatro novelas muy poderosas

Apropiación indebida, Lena Andersson, Alfaguara
Apropiació indeguda, Lena Andersson, Angle editorial

No esperaba nada de esta novela. Ni siquiera sabía en el momento de empezar a leerla de qué iba. ¿Qué me encuentro?

La historia de ¿amor? entre Ester Nilsson, poeta de 31 años, y Hugo Task, el artista de moda. La conferencia que sobre este pronuncia aquella será el punto de unión de dos personajes y el inicio de una ¿relación? que se prolongará durante un año.

Pero, aunque lo pueda parecer, Apropiación indebida no es una historia de amor aunque todas sus páginas hablen de él. Con las armas de un corrosivo y ácido sentido del humor, Lena Andersson nos narra la historia de una obsesión amorosa y desmenuza de forma despiadada a su protagonista femenina en todas la procesión de mentiras, autoengaños y justificaciones con las que intenta convencerse de las bondades de una relación amorosa que no existe.

Una novela no de amor si no que trata sobre el amor, sus mentiras y contradicciones. La mirada de Lena es inmisericorde con sus personajes y afilada en el retrato de sus personalidades. Tanto de Ester y su sinvivir en una contradicción constante, el egoísmo que proporciona el enamoramiento, como con Hugo y su pasotismo, su condición de artista de moda y la vacuidad en la que vive tanto hombre como obra.

Una novela muy interesante, cruelmente divertida y que me recordó mucho a esas comedias truffartianas tan aceradas y crueles donde el amor y el universo de la pareja quedaban finamente retratados.


Joc i distracció, James Salter, L'altra editorial
Juego y distracción, James Salter, Salamandra

Otra historia de amor.
En este caso entre Philip Dean, un universitario americano en un periplo por Europa, y la joven francesa Anne-Marie Costallat. Un romance como tantos otros, bastante cotidiano y casi vulgar, donde el sexo, las promesas, las palabras bonitas, la cotidianidad son los protagonistas.
Pero...
y en ese pero reside todo el interés y la brillantez de la novela de James Salter...
este romance no está explicado por ninguno de los dos protagonistas si no por un amigo de Philip, un narrador que desde las primeras páginas se presenta como mentiroso, que no se avergüenza de confesar que gran parte de lo que explica no fue testigo, no lo sabe bien o directamente se lo inventa.

Toda la historia de Philip y Anne-Marie pasa por la mirada, las palabras y, sobre todo, la imaginación de este narrador que proyecta sus fobias y filias, sus miedos, esperanzas, frustraciones y fantasías en el relato de una historia de sexo y amor que no vive él si no que imagina e inventa. La narración cae en una ambigüedad estupenda ya que como lectores no sabremos nunca si lo que leemos pasó de verdad o no. Qué es imaginación o que no. Y lo que en principio era un relato sobre Philip y Anne-Marie se convierte en un preciso retrato psicológico de la impotencia y frustraciones de ese narrador que proyecta sus miedos y vulgaridad en esos dos personajes.

La novela podría entenderse incluso como una gran metáfora sobre la gran mentira que es toda novela realista, sobre la impostura del narrador y del escritor. Una novela sobre la manipulación, la mentira, el amor y el desamor, el sexo y todo lo que tiene de momento liberador, las trampas de los sentimientos, la soledad y el baile de hombres y mujeres abrazados a la incomunicación.



La quarta paret, Sorj Chalandon, Edicions de 1984
La cuarta pared, Sorj Chalandon, Entrelibros

Un director teatral moribundo pide a un amigo que haga realidad su último proyecto, montar Antígona en el corazón del Beirut de 1982 con actores de las diferentes etnias y facciones que están en guerra. Este acepta la petición y sale para Beirut para intentar llevar un poco de cordura a una ciudad rota, robar unas horas de paz y arte a la guerra.

La quarta paret no es una novela fácil. Y no por ser una novela complicada, esquiva o difícil de leer. Su narración fluye con naturalidad, los personajes son cercanos y tiene una trama y un estilo claro y accesible.

Es difícil de leer porque es una novela dura, fuerte y desasosegante. No busca complacer ni dejar al lector con una buena sensación al cerrar el libro. No estamos ante una de esas novelas que buscan la esperanza fácil en medio de la guerra o que se refugia en el sentimentalismo ante el horror. En el momento en el que en La quarta paret aparece la guerra, rompe, destruye y aniquila. Y el arte, la poesia, el teatro, ese milago que sucede en la escena cuando dos actores conectan y desaparecen dejando a sus personajes, no tiene poder ni fuerza contra el motor de la destrucción del ser humano.

Una novela dura, de frases cortas y aceradas, donde la construcción de cada capítulo y cada frase refleja el estado psicológico de su protagonista y narrado, repleta de capítulo duros, desagradables y terribles, pero sin un asomo de sentimentalismo o melodrama. Un autor fogueado en miles de batallas que refleja el horror de la guerra y que cuando aparece esta no queda nada. Aunque el arte humaniza, es un espejismo ante la guerra. Una novela pesimista y necesaria. Y que consigue eso tan extraordinario de provocar (en el buen sentido) al lector y removerlo de su cómo asiento.



La mort del pare, Karl Ove Knausgard, L'altra editorial.
La muerte del padre, Karl Ove Knausgard, Anagrama

Una novela que es una autobiografía sin enmascarar. Karl Ove Knausgard se convierte en objeto literario y relata sin concesiones su infancia y adolescencia (la primera parte del libro) y la lidia con la muerte de su padre poco antes de cumplir los cuarenta (segunda parte).

No hay más argumento. La vida de un escritor, su cotidianidad, el retrato minucioso de la banalidad del día a día, recuerdos que no llevan a ninguna parte, amigos, primeras novias, errores y las figuras de un padre y una abuela que llevan al autor a otros recuerdos, a otras reminiscencias. Y lo que en manos de otro autor se podría haber convertido en algo indigesto y ombliguista, Karl Ove Knausgard consigue construir una novela de alto calado literario. ¿Cómo?

La conciencia de ser producto literario, la pormenorizada descripción de lo banal (lo que provoca algún momento de profundo tedio), las disgresiones, la poca contemplación consigo mismo, con su vida y sus pensamientos, la utilización inteligente de un sentido del humor muy negro, la sinceridad (¿aunque se puede ser sincero escribiendo ficción aunque el material sea uno mismo? ¿No son todos los escritores unos mentirosos?) al momento de retratar el día a día, los momentos más luminosos y los más vergonzosos, etc. Convierte la vida en literatura y consigue una obra compleja, fascinante, luminosa y aterradora, irritante y adictiva a parte iguales, molesta, absorbente, aburrida y terriblemente entretenida. Pura contradicción. ¿Es una genialidad de este siglo, una puesta al día posmoderna de la culminación de la narrativa realista de Proust y Thomas Mann o es una inmensa tomadura de pelo?

Una novela que gira en torno a la muerte y a la exploración dolorosa e inmisericorde del yo como motor literario. Un proyecto irritante y fascinante. Buena literatura. Y, lo mejor, no es fácil ni deja concesiones al lector. Este tiene que esforzarse y luchar contras las páginas. Y eso es  fantástico en un momento en que parece que se busca facilitarselo todo al que sostiene el libro.

Mis slashers favoritos. Parte 1

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