"Meridian" de Amber Kizer

Meridian, Amber Kizer, ed. Versatil, 2010

Lei Meridian hace unos seis meses. En concreto en dos noches de finales de junio en las que A. trabajaba y yo me absurdizaba en casa (es lo que me pasa cuando ella no está). La lei con calma, en mi butaca preferida y con el sonido de los petardos de Sant Joan de fondo. Y al acabarla me di cuenta que podía resumir esta novela en una sola frase:

Meridian es un rollo.

Es una novela como todas, con la misma estructura de todas, con los mismos personajes de todas, pero con una ventaja:  es unas cien páginas más corta que las otras. Mientrás la leía no podía evitar que por mi cerebro correria, bueno, trotara un pequeño Homer Simpson diciendo aquello de "me abuuurro". Como hace tiempo que la leí, pongo el argumento que la editorial colocó en la contraportada.

Meridian siempre ha sido una marginada. Dondequiera que va, la muerte y el dolor la acompañan. El día de su decimosexto cumpleaños, un coche se estrella frente a su casa y, aunque ella no sufre ni un rasguño, un dolor insoportable invade su cuerpo. Sin apenas tiempo para recuperarse, Meridian descubre que es un peligro para su familia y que debe huir a casa de su tía abuela en Revelation, Colorado. Allí conoce el secreto que sus padres le han estado ocultando toda su vida: es una Fenestra, el eslabón entre lo humano y lo divino que une el mundo de los vivos y el de los muertos.

Las veinte primeras página de Meridian me gustaron. Abrian la puerta a una historia oscura, triste, tenebrosa y que parecía acercarse a la literatura de terror. Los animales muertos, el miedo de la famila, el accidente de coche, el viaje al autobús y el encuentro con el anciano hacían que mi escepticismo hacia la novela se fuera convirtiendo en agradable sorpresa. Pero entonces la protagonista llega a un pueblo que se llama Revelation y conoce a un chico brusco de pasado atormentado y a su tía abuelita encantadora y hay un malo muy malo muy malo y todo se convierte en lo de siempre.

Quizá el problema sea mío. Recuerdo que la lectura se convirtió en algo tedioso a la espera de alguna sorpresa, algo que fuera diferente y que me hiciera decir, mira, esto no me lo esperaba. Pero no. Todas las buenas vibraciones que me dieron esas veinte primeras páginas se diluyeron en nada; la obra se vuelve tópica y previsible.

- La protagonista descubre qué es eso que la hace especial y lo acepta en un par de frases en la ya conocida escena de "anda, soy un (añádase lo que cada novela necesite), eso explica muchas cosas".
- La tensión entre el chico borde, pero muy guapo con la prota que ya podemos imaginar cómo se resuelve. Y este sí que es un muchacho que cumple a rajatabla eso de callado está más guapo. Eso sí, se agradece que no haya ningún trío amoroso. Claro que con los cuatro personajes que salen, sería raro (aunque muy interesante... realmente me hubiera sorprendido que de repente exisitera una tensión sexual entre Meridian y su abuela).
- La anciana que sabe todo, que es muy maja y más buena y con un carácter... vamos, una Obi Wan Kenobi más.
- El malo más malo que la tiña que se ve a dos mil páginas de distancia y al que sólo le faltaba colgar un cartel que dijera, "El malo de la historia".
- Las moralinas y el mensaje conservador.

Quizá como he dicho antes, el problema sea mío. Cuando me empiezo a leer una novela voy limpio de prejuicios y sólo pido que haya algo que me sorprenda. Y si no es así, que me divierta. Meridian no me proporciona ni una cosa ni otra. Los personajes son estereotipos que podemos encontrar en cuatro de cada cinco novelas, la intriga es inexistente, la narración es torpe y descuidada, el dibujo de los personajes es incexistente, las situaciones rozan en ocasiones lo absurdo (todo lo del malo huele a postizo y a previsible... y sus apariciones... es como uno de esos malos que hablan y hablan y hablan dejando que los buenos se recuperen de las heridas o ideen un plan para escapar, y mueve mucho las manos y la cara y es muy exagerado y está todo el rato dándole que te pego a que es malo y vendrá la oscuridad y os haréis caquitas de miedo y uhhhhh...). Pedir un mínimo de sorpresa y diversión no creo que sea tanto.

Y ahora iba a decir eso de que Meridian no es una mala novela, sino que no me ha interesado. Pero pensándolo bien... de la historia de la fenestra ésta he dicho que me ha parecido:
- poco original
- aburrida
- tópica
- moralista
- estereotipada
entre otras cosas.

Y eso conduce a una simple idea: Meridian es una mala novela que sólo acabarla cayó en la sección mental de libro perfectamente olvidables y prescindibles. Quizá era por esto por lo que no había escrito su reseña.

"Sukkwan Island" de David Van

Sukkwan Island, David Vann, ed. Alfabia, 2010
Sukkwan Island, David Vann, ed. Empúries, 2010

Premi llibreter 2011

- Por tu culpa y a mi edad voy a tener que ir al psicólogo. Buenísima, pero menudo rato me ha hecho pasar.

Con esta frase un cliente habitual de la librería me hizo sabe su opinión del libro que le había recomendado y que a mí me venía avalado por el comentario elogioso de un compañero en cuitas librescas. Me la llevé un fin de semana a casa y... joder... Sukkwan Island ha sido una de las lecturas más fuertes y estimulantes de este año, pero también de las más complicadas de leer. Y aviso, no es una novela juvenil y no es una novela para todos los públicos. Quien busque una novela complaciente, una novela que "enganche", que haga pasar un buen rato que miré en otra parte. Sukkwan Island es una novela dura, triste y fría. Y apasionante, hermosa, estimulante y duradera.

Un padre y su hijo de trece años. Una pequeña isla en Alaska. Un año por delante. Una oportunidad para estar solos, sobrevivir en un entorno hostil y afianzar lazos. Pero poco a poco las duras condiciones de vida, errores garrafales y estúpidos, la claustrofobia, la soledad, los silencios y tener que llenar con algo las horas convierten la convivencia en algo duro, asfixiante e insostenible.

Y hasta aquí puedo leer. Porque si yo he pasado lo que he pasado con los giros de la novela, vosotros lo pasáis igual.

Sukkwan Island habla de muchas cosas con la sutilidad de las buenas obras literarias. Un lector avispado puede rastrea en esta novela semibiográfica temas evidentes como la muerte, la soledad, la desolación y, sobre todo, la paternidad. Jim es el ejemplo perfecto de mal padre: abusivo, egoista, autocompasivo, infantil, etc. La típica persona que no debería ser padre, cuya vida está siempre en otra parta y que siempre llega tarde. Sus instintos suicidas, sus salidas de tono, sus lloros por la noche, las confesiones incómodas a su hijo Roy. Y un hijo que sabe que esta aventura irá mal y que actúa como padre de su padre. Un adolescente que no solo tiene que cargar con sus propias inseguridades, sino que tiene que aguantar a un padre que actúa sin pensar, que no sabe planificar y qué no sabe qué es ser padre.

La novela es fuerte y acerada. Con un estilo seco que lleva a David Vann a ser una especie de heredero de estilo de Dashiell Hammet, de Cormac McCarthy o del mejor Hemingway. Un uso muy inteligente de la descripción para envolver, para convertir al paisaje de la isla en otro personaje más, para que el lector sienta frío. Y, aseguro, que cuando leía esta novela sentía el mismo frío que me invadió al leer cuentos de Jack London. El paisaje se presenta como correlato perfecto para una novela fría y desoladora. Al igual que los personajes, el lector no encontrará un asidero en descripciones más o menos bubólicas o exaltaciones del paisaje. Hace frío, el viento corta y la niebla moja.

Sukkwan Island se eleva como una de las mejores y más provechosas lecturas del año y una de las más desasosegantes. Hacía tiempo que no estaba tentado de cerrar un libro como en la segunda parte de esta historia. Es una novela dura que en manos menos hábiles no se hubiese aguantado y hubiera caído en el tremendismo y en el melodrama. Un ejercicio de estilo y un viaje a los infierno. Sin esperanza y sin redención.

"Drachenfels. Una novela de Genevieve la vampira" de Jack Yeovil (seud. de Kim Newman)

Drachenfels. Una novela de Genevieve la vampira, Jack Yeovil (seud. Kim Newman), incluia en volúmen Genevieve la vampira, colección Ómnibus Warhammer, Timun Mas, 2010

Primera novela protagonizada por la fascinante figura de Genevieve Dieudonné, la fuerte y hermosa vampira de seiscientos sesenta y tres años felizmente ideada por Jack Yeovil (seudónimo del escritor y periodista inglés Kim Newman) para una serie de novelas del sello Warhammer.

Mi primer contacto con las novelas del sello Warhammer se lo debo al insigne Capitán Chistorra que me prestó un par de novelas protagonizadas por los sutiles y cariñosos Gotrek y Félix tituladas Matatrolls y Mataskavens y que iban sobre dos personajes que se dedicaban a matar trolls y skavens. Me encontré con una novelas honestas en la relación título/argumento y que daban lo que prometían:  violencia, monstruos, tortas, muertos, mata-mata, destripamientos, más muertos, sangre, mucha sangre, todavía más sangre y aún más sangre aún. Novelas que no son lo mejor que he leído en fantasía, pero me proporcionaron unas tardes de mucha diversión. Y me sirvieron para entrar en el mundo Warhammer; un universo sucio y violento donde los buenos duran quince páginas, los protagonistas o son grises oscuros o son malos malísimos y donde los enemigos son más malos todavía. Un universo poco sutil, lleno de mala leche, de tripas voladoras, mutantes asquerosos y según qué autor, con un sentido del humor más bien cafré.

Pues bien, mi última lectura pertenece a ese universo, pero como una rara avis. Me refiero a la saga  de cuatro libros de Genevieve, la vampira que escribió Kim Newman bajo el seudónimo de Jack Yeovil y que ahora Timun Mas ha recopilado en un solo volumen. Y, la verdad, me ha gustado mucho. No es una obra perfecta, pero al universo Warhammer no le pido perfección literaria, sino diversión. Y de esto, la primera aventura de Genevieve tiene mucha.


Veinticinco años atrás Genevieve derrotó junto a sus compañeros al poderoso mago Dranchefels. Ahora, Oswald ,el héroe de aquella importante batalla, la invita junto con el resto de sus compañeros supervivientes al estreno de una obra de teatro basada en aquellos sangrientos y terribles acontecimientos y que ha escrito el afamado actor y autor Detlef Sierck. El estreno se producirá en el mismo escenario de la derrota y será el acontecimiento del año y lo que otorgará la inmortalidad a los héroes. Naturalmente, unos asesinatos y una desapariciones no serán los mejores augurios para un tranquilo estreno.

Drachenfels juega a sorprender y a subvertir de forma algo gamberra el género. La novela empieza donde la mayoría de las novelas de fantasía acaban: con la derrota del mago malo. Las veinticinco primeras páginas narran con todos los elementos y tópicos la típica batalla final. Hay un malo muy malo que debe vencerse, unos personajes que buscan venganza, otros que buscan fama, y otros que buscan fortunas. Podemos encontrar un guerrero, un mago, un asesino, un enano, etc. Hay trampras mortales, monstruos horribles, muertes de los compañeros, traiciones, sangre, vísceras, locura y tortas. Todo es muy bestia, muy exagerado, sangriento y barroco. Tanto que no puedo dejar de pensar que en este estupendo prólogo hay mucho de cachondeo y de parodia. Newman consigue que en un momento entremos como lectores en ese mundo y decidamos acompañar a unos personajes que parecen sacados de una partida de rol.

Al acabar este prólogo, saltamos veinticinco años y asistimos a los actos de conmemoración de la derrota del malo malísimo. Aquí aparecen los supervivientes de aquel enfrentamiento y la novela entra en otro terreno y empieza a desplegar diferentes niveles de lectura y a utilizar elementos de distintos géneros. El propio autor explicita esto en el prólogo que acompaña la edición de Timun Mas.

"Vi el mundo de GW como un escenario (...) que podía usarse para muchos tipos de historias, e irlas tachando todas, una a una: terror, farsa, detectives, de policías, misterio, acción, musical, cómico, comedia romántica, película del oeste, de samuráis."

Así, en lo que a primera vista podría parecer una novela de fantasía más nos encontramos que en realidad se trata de una estupenda y muy divertida amalgama de diferentes géneros:

- El de la fantasía pura.
- Una novela de misterio al más puro estilo de Agatha Christie o Dorothy L. Sayer. Un lugar, unos invitados, un muerto y alguien es el asesino.
- Una novela de terror.
- Un puntito de romance.
- Y una recreación de la figura y la obra de Shakespeare en el marco del ultraviolento universo de Warhammer. Tengamos en cuenta que toda la obra se estructura en la idea de representar una obra de teatro sobre unos sucesos reales. La vida transformada en teatro y revivida. Kewman juega mucho con esta idea y, aunque quizá no la exprima en todas sus posibilidades, la convierte en algo muy atractivo y original.
- Y otros que dejo al lector.

Esta mezcla de géneros confiere a la novela una viveza y una fuerza que otras obras de Warhammer no tienen y que se limitan más a abrir la cabeza del bicho de turno. Pensemos que estamos ante una novela donde no hay grandes batallas ni continuas escenas de acción. Casi todo el peso recae en una importancia tremenda del diálogo y a la caracterización psicológica de los personajes. De todos los personajes. El ejemplo más claro sería el del enano Vargr Breughel, personaje trágico en sí mismo. Eso sí, tampoco se asusten los aficionados y crean que Kim Newman ha convertido el universo Warhammer en una comedia de Neil Coward. Hay diálogo, misterios, sutilidad, buenos personajes, muchos grises, pero tambíen mutantes, matanzas, piedra de la disformidad, casquería, acción y peleas.

Y está, claro, Genevieve. Seiscientos años de edad, pero con apariencia de muchacha de dieciséis. Con la sed roja latiendo. Con muchos grises. Con su fuerza, su violencia y su erotismo. Y eso que creo que en esta novela Genevieve no desplega todo su encanto y fuerza de personaje.

Eso sí, no todo es perfecto, claro. Quizá se entretiene un poco demasiado en los detalles y hay un momento en la novela que se produce un pequeño vacío narrativo en el que las cosas podrían haber pasado un poco más deprisa. Pero pecata minuta. Drachenfels es una entretenida novela de aventuras y fantasía. Da un par de tardes entretenidas entre una carismática vampira, monstruos, sangre, asesinatos, teatro y mutantes. No es una gran y elavada obra literaria, pero da lo que promete y entretiene al lector. Es honesta, no es pretenciosa y es divertida. Y esto, actualmente, es mucho y hay que valorarlo.

"El tributo" de Holly Black

El tributo, Holly Black, ed. Alfaguara, 2010

En una dimensión paralela tengo mucho dinero. Pero mucho. Mucho. Tanto que la gente me odia y me detesta por el dinero que tengo, pero que no puede hacer otra cosa que pelotearme y adorarme. Como tengo tanto dinero y me aburro, me dedico a gastarlo en proyectos absurdos: construir el rascacielos más bajo del mundo, amaestrar un coro de bailes de dodós (a lo que he vuelto a la vida gracias a los avances en ingeniería genética) y producir doce películas a doce directores de cine diferentes partiendo de un mismo argumento sólo para ver las diferencias de óptica, la personalidad y como con los mismos materiales se construyen historias distintas.

No, no estamos en mi otro blog y nos encontramos ante una de esas entradas que suelen catalogar como absurdas y que para mí son postrealistas. Estamos a las puertas de la reseña de El tributo, una novela que podría compartir reseña argumental con aquella nada que es Alas: la historia de una chica que se cree normal hasta que se descubre alas y que sin comerlo ni beberlo se encuentra en medio de una antiquísima lucha entre seres fantásticos. La similitud entre ambas novelas termina aquí. Porque mientras que Alas es la soseria personificada, El tributo se convierte en una de las grandes revelaciones de este año y una apasionante novela de aventuras y magia.

Y lo hace subvertiendo los tópicos a los que nos ha acostumbrado la actual novela juvenil: la protagonista tiene personalidad, es feroz, independiente, fumadora compulsiva, bebedora, angustiada, desilusionada y hace lo que le da la gana pasando de los consejos de amigos, familiares o del chico de turno. Kaye se gana la simpatía del lector desde las primeras escenas y el lector desea seguir en compañia de esta hija de una fracasada estrella de rock que descubre que el mundo mágico con el que se evadía de pequeña está tan podrido como el de los humanos. Porque otro acierto de la novela es que desde su inicio la protagonista es consciente del elemento maravilloso, en este caso el reino de las hadas. De una forma extremadamente elegante y en un par de frases bien construidas nos ahorramos todo ese rollo de la protagonista medio tonta investigando, descubriendo y preguntándose si se ha vuelto loca. En el caso de Kaye, el mundo de las hadas es algo que pertenece a su vida desde pequeña. Los secretos a descubrir son otros.

El chico de la película sí que podría entrar en la categoría del callado/misterioso, pero al menos tiene una justificación para ello. A este tipo lo han puteado mucho. La relación que se establece con Kaye entra de lleno en el juego de poder y dominación, con la gracia de que los papeles entre ellos se van alternando. El resto de los personajes también juegan a desmontar falsas impresiones en el lector: la mejora amiga traicionada, el tercero en discordia que lucha por no serlo, la familia desestructurada, etc.

Y las hadas. Holly Black se aleja de los tópicos sobre estos seres alados y dejan de ser encantadoras criaturas que revolotean por la noche. Apoyándose en la tradición de los cuentos populares, las hadas de su novelas son seres crueles, despiadados, hemosos y deformes, traicioneros, falsos, hipócritas, mentirosos violentos y crueles. Una lucha de poder se establece a tres bandas entre el Reino Oscuro, el Reino Luminoso y las hadas libres. Y ningua de estas tres facciones está libre de pecado. Todas son corruptas, pero con atisbos de humanidad (permitid este adjetivo aplicado a criaturas mágicas). La imaginación de Holly Black se manifiesta en su esplendor en el retrato de este mundo creando criaturas maravillosas y repulsivas o físicos extraños (no en vano Holly Black es coautora de esas deliciosas novelas que son las Crónicas de Spiderwick y donde encontramos este mismo nivel de imaginación).

El tributo es una novela oscura, violenta y cruel. El que espere apasionada historia de amor, saltitos por el bosque o páginas y páginas de una protagonistas indecisa entre dos amores, no es su novela. Aquí encontramos lucha por la supervivencia y momentos de sumisión y crueldad (toda la vivencia del personaje de Cornelius, por ejemplo). Y, además, con destellos y buenos momentos de humor. Con buenos personajes, con un buen argumento y con un buen mundo. Tres elementos imprescindibles para una buena novela de aventuras.

"Sueño del Fevre" de George R.R. Martin

Sueño del Fevre, George R.R. Martin, ed. Gigamesh, 2009

Esta novela de George R.R. Martin data del año 1982. Al año siguiente se publicó en España por la extinta editorial Acervo y durante muchos años estuvo descatalogada y era casi imposible encontrar un ejemplar. Pasaron días y años, como diría aquel, y la editorial Gigamesh decidió reeditar esta novela aprovechando el enorme y merecido éxito que su autor estaba teniendo con su imponente e imprescindible saga Canción de Hielo y Fuego. Para mí la llegada de esta novela a la librería fue un pequeño e íntimo acontecimiento y no pasaron muchos días hasta que me hice con un ejemplar. Lo devoré disfrutando cada palabra y me vi arrastrado a un turbador viaje por uno de los escenarios míticos de la literatura: el rio Misisipi.

Cuenca del Misisipi, 1857. El capitán Marsh recibe una extraña propuesta del misterioso caballero Joshua York. A cambio de su discreción y no hacer ninguna pregunta, Marsh se convertirá en el capitán del mejor y más grande barco que jamás haya navegado por el Misisipi. Joshu York será el dueño, viajará en el barco con unos extraños invitados, pero Marsh será el patrón y verá cumplido su sueño. Marhs acepta, pero pronto las dudas, los recelos y los miedos se impondrán y sus ojos se abrirán a una realidad mítica que parecía imposible. Y la sangre se mezclará con las aguas del rio.

Sueño del Fevre es una de las mejores novelas de vampiros que he leído este año y eso que he leído muchas. No es una novela de terror aunque tenga momentos muy terroríficos. Es una novela que trata de la amistad entre dos hombres diferentes, pero con un sueño común (un concepto de amistad y relación que me recordó mientra la leia a ciertas películas de Howard Hawks) y que recrea y reinventa un espacio mítico para la literatura como es el rio Misisipi. Como se ha dicho y redicho, en Sueño del Fevre se encuentran y se hermanan las figuras de Mark Twain y Bram Stoker bajo la pluma y el talento de George R.R. Martin, uno de los nombres fundamentales de la actual novela de ciencia ficción y fantasía (y cuya influencia es más que evidente en toda la nueva generación de escritores de fantasía épica que están aparenciendo en España). Martin recrea el viejo mito del vampiro que quiere dejar de serlo y lo lleva a nuevas cotas de profundidad psicológica y de terror. Un humano, un vampiro que no quiere serlo y un vampiro orgulloso de lo que es. Una reflexión sobre la amistad, el honor y el monstruo que el ser humano lleva dentro.

He dicho antes que Sueño del Fevre no es una novela de terror (consciente y voluntariamente porque a Martin le interesan otras cosas), pero esto no quita que en la novela nos encontremos con momentos terroríficos (la larga escena de la cena, por ejemplo), con profusión de sangre, con monstruos (donde el ser humano suele llegar a límites infinitos), con acción y con un ambiente y recreación histórica fascinantes.

Una gran novela de uno de los mejores autores contemporáneos.Y un viaje fascinante por un río plagado de historia, leyenda, mitos y el fantasma de Tom Sawyer.

Mis slashers favoritos. Parte 1

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