"Los cien mil reinos" de N.K. Jemisin

Los cien mil reinos, N.K. Jemisin, ed. Minotauro, 2011

Yeine Darr. Hija de princesa exiliada. Nieta del rey todopoderoso de Los Cien Mil Reinos. A la muerte de su madre, su abuelo la convoca a la ciudad y la reconoce como heredera de su reino.  Pero el acceso al trono no es tarea fácil y Yeine se verá inmersa en una lucha de poder a muerte con dos parientes suyos a los que no conocía. Sin pretenderlo Yeine se verá atrapada en una red de intrigas, secretos y amenazas que la llevarán a descubrir secretos del pasado de su madre, el odio y el amor que pueden sentir los dioses y a hacer un descubrimiento de sí misma que la cambiará para siempre.

Y hace tiempo habían tres dioses que se odiaban y se amaban. Por su odio y su amor hubo una guerra y el resultado de esta fue un dios muerto, otro enloquecido y prisionero, y un tercero todopoderoso. Los hijos de estos dioses se convirtieron en esclavos, también llamados armas, de los humanos. Y esperan.

Con Los cien mil reinos entramos en el terreno del mito. N.K. Jesmisin construye una original novela de fantasía abandonando los trillados campos de elfos, guerreros, enanos, batallas y mata mata o las novelas ríos con millones de personajes, millones de subtramas y complicadas intrigas palaciegas. Aquí nos encontramos con una docena de personajes (entre humanos y dioses), un único escenario, la ciudad del Cielo (si obviamos dos pequeñas excursiones) y una historia que se deviene ante mi sorpresa íntima y personal. Una historia, la de Yeine, que tendrá repercusiones en la historia de todos. Hombres y dioses. Porque en Los cien mil reinos hombres y dioses viven en las mismas calles los segundos supeditados a los primeros.

Los cien mil reinos en una novela bien escrita, bien construida y muy interesante. Y pese a ser el primer volumen de una trilogía, perfectamente autoconclusiva. Y esto es maravilloso. Lo que más me intereso de esta novela es la forma. Como he dicho al principio de esta reseña, con Los cien mil reinos entramos en el terreno del mito. Del cuento. N.K. Jemisin se la juega en una estructura que podría parecer caprichosa o que podría acabar provocando confusión, pero de la que sale más que airosa demostrando que tenía muy claro lo que quería escribir y que lo ha hecho con gracia e inteligencia. Hablamos de dioses y el tono de la novela es la del cuento y la del mito. La narración que Yeine hace de su vida en Cielo se ve matizada por la narración de cuentos, de pequeños mitos, de historias de los dioses. De vez en cuando Yeine interrumpe la narración y explica un cuento. Y esto ni es confuso porque Jemisin sabe cuándo debe introducir esa pincelada de mito, ni es gratuito porque esto contribuye a la resolución de los misterios y a otorgarle sentido a toda la novela.

La novela habla del mito. Y habla de amor y el odio como fuerzas creadoras y destructoras. Y habla de prejuicios, de racismo, de guerra y de muerte. Pero siempre por medio de la historia y de los personajes. No hay dogmatismo ni discurso. Los personajes están bien construidos y no son meras ideas. Son personajes complejos y ambiguos. N.K. Jemisin no juega la fácil carta de la identificación con la protagonista. Yeine es un buen personaje, pero no es simpática. Nahadoth no es un héroe ni el típico chico ni siquiera es humano. Dios de la noche... puede ser igual amante que asesino masivo. El rey es abyecto. Los habitantes de Cielo son indolentes y egoistas. Igual que los dioses... Y la ciudad, que es un personaje más. En igualdad de condiciones e importancia.

Vamos, que Jemisin se la juega en muchos aspectos. No es una novela de grandes acciones, ni de movimientos trepidantes. Es tranquila, está basada en personajes, cuentos e intrigas. En el amor, el poder, el odio y el sexo. Quizá es un punto demasiado larga y hay una par de momentos que se repiten las mismas situaciones, pero el tono y la forma compensan los pequeños peros. Una novela diferente y original. Un acierto haberla leído.

Y mientras la leía no podía evitar que toda ella me recordara a El castillo ambulante.


Como si la novela fuera una especial y muy original mezcla entre Ursula K. Le Guin, la tradición oral africana y el cine de Miyazaki.

"Monster" de A. Lee Martinez

Monster, A. Lee Martinez, ed. Minotauro, 2011

Lectura de impulo. Va, ¿qué demonios?

Judy se encuentra un yeti comiéndose todos los helados en la sección de congelados. Como siempre, su encargado se escaquea y es ella la que tiene que lidiar con la protectora de animales (¿dónde llamar, si no?). Aparece Monster en su vida, un cazador de monstruos. Y se conocen. Y no se caen bien. No se gustan. No se sienten atraidos el uno por el otro. Pero tendrán que trabajar juntos si quieren salvar el universo de su entera destrucción a manos de una señora un poco loca que vive rodeada de gatos. Y es que un yeti hambriento sólo es el principio.

Lo mejor que se puede decir de Monster es que se lee rápido, es divertida, ágil, ingeniosa y sale sexo (no explícito, pero divertido) y monstruos. Es una novela de humor y acción y proporciona unas horas muy entretenidas. Y, además, juega con las expectativas del lector y boicotea los tópicos a los que nos han acostumbrado las películas románticas y las novelas donde un chico y una chica se conocen, se caen mal y discuten, pero empiezan a trabajar juntos y surge la chispa y acaban con el monstruo y lo celebran entre los aplausos del respetable y en la cama del hotel más cercano.

Pues aquí no. Monster y Judy se conoce, se odían, se siguen odiando, les cuesta horrores trabajar juntos cuando no se están zurrando. Y al acabar la novela siguen sin gustarse. Son dos personajes simpáticos y carismáticos. Monster es un cazador de monstruos frelance al que por la mordedura de un basilisco adquirió extraños poderes; cada mañana se levanta de un color distinto y cada color representa un poder especial (volar, no sufrir daño, superfuerza, invisibilidad si cierra los ojos, etc.) Sale con una súcubo y ya no le hace tanta gracia lo de tener sexo cada día porque mucho de él se ha reducido a tener sexo con mala leche cada día. Su compañero es un duende que toma cuerpo en una hoja de papel y adquiere diferentes formas... como un catálogo completo de figurita de origami. Es independiente, malhablado, gandul, rastrero, egoista e inmaduro. Judy trabaja como reponedora en un supermercado, no es feliz, pero qué más da. Tiene una no relación basada en el sexo con un vecino suyo que ni siquiera le cae bien, no habla con su familia y de un tiempo a esta parte está viendo monstruos en todas partes aunque acaba olvidando que los ha visto.

Y todo esto en un mundo donde los monstruos y la magia nos rodea, pero 90% de la población no se da cuenta. Y los que lo hacen se olvidan al instante. Sólo unos pocos trabajan para controlar a los monstruos y asegurar una vida tranquila a los seres fantásticos. Pero todo se va a la porra cuando un ser inmortal pretende destruir el mundo para hacer algo más acorde a sus gustos.

Este mundo que crea A. Lee Martinez es lo que más me gustó. Un mundo poblado por perros-morsa, yetis, dragones, súcubos, ángeles (y estos ángeles tienen mucho de sexo), cambiaformas tan interesantes como vacas o caballos, poderes ancestrales y hombres rojos. Un lugar con muchas posibilidades para posteriores novelas y que espero que el autor explote. Y la relación que se establece entre los personajes es un hallazgo; en este libro no hay sitio para el amor romántico, para los suspiros o los reencuentros. Las relaciones se basan en el sexo y la única pareja feliz pertenece a otra dimensión.

La novela es de acción. Tortas, monstruos, tortas, bromas, diversión y más tortas. Un estilo rápido y muy cinematográfico. Grandes dosis de acción. Novela palomitera. Bien narrada, con el suficiente talento para explicar una pelea y que el lector sepa quién se lleva las tortas (no siempre sucede esto), con altas dosis de sentido del humor y del espectáculo. Puro entretenimiento. Una novela honesta en sus limitaciones y que da lo que promete: diversión, tortas, monstruos, chicas guapas, chicos guapos y más tortas.

"Hex Hall" de Rachel Hawkins

Hex Hall 1. Condena, Rachel Hawkins, ed. Destino, 2011

Aunque he leído este año otras novelas que quería reseñar, y que esta Hex Hall al ser la última en principio tendría que ponerse a la cola, he decidido reseñarla en lugar porque corre el peligro que en pocos días caiga en el olvido. Y no porque sea una mala novela (no... esas las recuerdo muy bien y mi venganza será terrible), sino porque es una de esas historias simpáticas que hay a patadas que proporcionan unas horas de lectura agradable y luego a otra cosas mariposa.

Empezamos.

Primero, la portada. Los que siguen habitualmente este blog ya saben que no suelo hablar de portadas ni de estética. Con Hex Hall hago una excepción porque la primera vez que oi hablar de la novela de Rachel Hawkins fue por un concurso que había organizado la editorial Destino para que las lectoras (supongo que también los lectores, pero parecía que sólo se dirigían a ellas) eligieran la portada que se pondría a la novela. Las lectoras votaron y ganó esa cosa que ahora está en las librerías. Y digo cosa por dos razones: es fea de cojones (me recuerda a un anuncio de cigarrillos y creo que forma parte de la tendencia que está adquiriendo la editorial con caras de muchacha y mucho humo) y no tiene nada que ver con la historia. Esto último no es culpa de las personas que votaron, claro. Cada uno votó lo que le gustó, pero sin saber si esa portada era adecuada para el libro o no. Se contaron los votos y parece ser que ganó eso. Una portada que transmite oscuridad y aburrimiento para una historia luminosa, divertida y juvenil. Nada que ver con el cuento que Rachel Hawkins nos cuenta. En cambio, la portada original sí que nos explica algo de la historia y sí que es la adecuada.


Y mi pregunta es, ¿por qué teniendo una portada tan estupenda como ésa, la editorial se lanza al embolao de cambiar la portada y hacerlo por sorteo y concurso y todo eso? ¿No será porque le da más importancia a la publicidad que le puedan hacer y a la campaña de marketing que, no sé, a corregir los errores de edición que hay en el texto? ¿No será porque importa más que se hable a hacer bien el trabajo?

Segundo, el argumento. Hex Hall entra de lleno en ese subgenero literario de colegio/internado/reformatorio/hospital para personas especiales. Sophie Mercer descubre que es bruja, se mete en lios y deciden matricularla en un colegio para prodigiums problemáticos, o sea, brujos, licántropos, matemorfos, etc., que no saben dejar sus poderes quietos. Allí conoce a un chico guapo, una compañera de habitación retraida y marginada, se gana la enemistad de las populares y conocerá secretos que la llevarán a aumentar sus habilidades mágicas, pero también a que su vida se tambaleé.

Sí. Lo sé. Y es que cuando uno se enfrenta a la rápida lectura de Hex Hall (unas cinco horas con la cena por medio), se hace evidente una clara constatación: en esta novela no hay un solo elemento original o diferente. Los que hemos leído un mínimo de literatura juvenil romántica contemporánea (joder que largo que es esto), absolutamente todo lo que nos cuenta Rachel Hawkins ya lo hemos leído. Más en concreto, Hex Hall es una mezcla de la saga Medianoche y la saga La casa de la noche cogiendo lo mejor de cada una. En el caso del rollo de la Gray, una estructura narrativa prácticamente idéntica y una cantidad de personajes perfectamente intercambiables (profesores, la compañera de habitación, etc). En el caso de las novelas de las Cast, el sentido del humor. A esto se le añade la saga de Potter y la película Jóvenes y brujas (The craft, Andrew Fleming, 1996).


Y pam, Hex Hall.

¿Es esto malo? No necesariamente. La novela de Rachel Hawkins se presenta como un divertimento, una comedia fantástica con toques de romance y secretos de familia, una novela para leer y olvidar. Es como una comedia romántica que ya has visto un millón de veces, pero como esta vez la protagonista es Amy Adams pues tiene un encanto especial. Rachel Hawkins escribe con gracia y con humor y esto es lo mejor de la novela. No tiene ese tono postizo de falsa trascedencia, de "la historia que te voy a explicar es la leche puta de fuerte y puff... vas a fliparlo y llorar y emocionarte y..." que sí tienen otras novelas (pienso en Medianoche, en Hush Hush, o en esa famosa saga de vampiros gusiluz), sino la ligereza de una historia conocida, pero bien contada y divertida. Sophie es simpática, las malas son tópicas, pero majas a su manera, el chico es lo de siempre, pero como no mete la baza en la historia de amor es tolerable (aunque uno se cansa de chicas que ven al chico y a la primeras de cambio ya están enamoradas y con las bragas deslizándose, pero no puedo hacerlo porque no se fijará nunca en mí y soy poquita cosa... ¡si hasta tengo pecas y todo! En serio, ¿qué pasa con las pecas?).

Tercero, la conclusión. Una novela ya leída en otras novelas, pero divertida, agradablemente escrita y con la suficiente gracia e ingenio como para leerla con una sonrisa. ¿Merece la pena? Indudablemente. Ya sabéis que en este blog se agradecen mucho las novelas ligeras, simpáticas y sin pretensiones. Y ese colegio lleno de los seres que protagonizan todas las novelas (hadas, metamorfos, vampiros, brujos, etc) es lo suficientemente simpático como para volver en su continuación. Pese a que seguramente ya la habré leído.


Ah, y de momento, la mejor novela juvenil leída este año.

"L'any de la plaga" de Marc Pastor

L'any de la plaga, Marc Pastor, ed. La magrana, 2010
El año de la plaga, Marc Pastor, ed. RBA, 2010

Victor Negro no está pasando una buena temporada. Trabaja en pleno agosto, pero este es el menor de sus males. Tiene unas migrañas espantosas. No ha superado la reciente ruptura con su novia Irene. Sus compañeras de trabajo quieren emparejarlo con otras muchachas, pero él no se atreve. El trabajo es sólo un trabajo. Y si a esto añadimos que los abuelos que tiene a su cargo empiezan a suicidarse, que la gente que tiene alrededor empieza a cambiar y que justo cuando conoce a una chica que le gusta, recibe una llamada histérica de su ex, se puede afirmar que este no será el mejor verano en la vida de Victor. Y una horrible ola de calor azota una Barcelona inundada por el olor de los eucaliptus, una planta que se ha puesto de moda.

Marc Pastor ya nos sorprendió hace un año y medio con La mala dona (La Magrana, 2009), un inteligente y muy divertido pastiche (entendido en el buen sentido de la palabra) entre novela negra, novela histórica, novela de terror y folletín decimonónico que me proporcionó grandes horas de buena lectura, se fue de viaje a Paraguay en la mochila de un amigo y sirvió en una cena como primer puente entre el padrino de éste blog y un servidor. Esperaba con ganas una nueva novela de Pastor y en octubre llegó. Y la lei. Y, joder, qué bien me lo he pasado.

L'any de la plaga es una novela de ciencia ficción escrita por un aficionado a la ciencia ficción que ha crecido viendo y leyendo ciencia ficción. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que esta novela se construye sobre las referencias de un lector. El origen de esta novela está irremediablemente unido a una novela de los cincuenta que se convertiría en imprescindible para género, The Body Snatchers de Jack Finney; novela que daría origen a dos peliculones como La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel (1956) y La invasión de los ultracuerpos de Philip Kauffman (1978), en cuyo visionado televisivo de pequeño debí coincidir con Marc Pastor porque ambos somos de una generación que se acuerda de cuando sólo había tres canales (la uno, la dos y la tres). Marc Pastor toma prestado el imaginario literario de Finney y cinematográfico de ambos directores y construye su novela en Barcelona.

Sin embargo, no sólo están las vainas, sino que podemos rastrear las influencias más o menos veladas de la serie La dimensión desconocida, a la figura imprescindible y fundamental de Richard Matheson, al cine ochentero de palomitas, a series de televisión, a películas de terror, etc. Referencias directas a un montón de referentes que comparte una generación. Y, de acuerdo a lo apuntado en El blog ausente, también percibo como imprescindible la mejor secuencia de Shaun of de dead, donde los zombis están en segundo plano y el protagonista no lo percibe porque está demasiado dormido y demasiado enfrascado en sus propios problemas. Y muchas, muchas más.

Pero, claro, esto no dejaría de ser anecdótico o, incluso irritante (pocas cosas me irritan más que un grupo de gente dejadas llevar por la nostalgia porque sí), si no fuera por un hecho: Marc Pastor es un gran escritor. Su novela juega o se asienta en la cultura pop con la que ha crecido. Ni lo disimula ni se avergüenza, pero no convierte ese juego de referencias o de ironía en lo determinante en su historia. Lo que hace que L'any de la plaga sea una buena novela es que Marc Pastor la estructura en dos pilares no por utilizados, menos efectivos:  unos buenos personajes y una buena historia bien contadas. Sé que parecerá una obviedad decir que un buen libro se sustenta en personajes e historia, pero leyendo, leyendo, no todo el mundo lo tiene claro.

La historia funciona. Personas que se comportan de un modo extraño, vecinos que dejan de saludar (o lo más inquietante, vecinos que empiezan a saludar), tu pareja que ya no es tu pareja aunque siga siéndolo, son un clásico, pero efectivo. Y Marc Pastor sabe cómo ir dando pinceladas sutiles de que algo extraño pasa. Y lo hace jugándosela. El misterio no aparece en la veinte, ni en la treinta ni en la cien. No es hasta que el lector llega a la página 214 que todo se desboca. ¿Y antes? El personaje está demasiado ensimismado en sus problemas (cuánto sufro, me han dejado, si soy majo porque me pasa esto...) como para darse cuenta de lo que pasa a su alrededor o para darle importancia. Marc Pastor juega a los destellos, a los detalles y a esa moda tan divertida de hoy en día que es la conspiparanoia. Y esta dilatación dota de realismo a la novela porque en un caso real, no nos daríamos cuenta de que sucede algo raro hasta tarde. Y si alguien sospecha, es que está loco o emparanoiado o nos está gastando una broma. Y los personajes funcionan. En especial Victor e Irene con su peculiar forma de afrontar una ruptura, un reencuentro y la aparición de terceras personas.

Una novela bien escrita, bien estructurada y con un final adecuado (en alguna parte se le ha reprochado que es un final demasiado abierto, pero es que sólo puede ser un final así. El género - y los episodios de La dimensión desconocida - así lo piden). Y muy entretenida. Proporciona muchas sonrisas, buenos momentos de angustia, que nazca una aversión hacia el olor de eucaliptus y un momento de terror mayúsculo: esa comida con esos amigos de la chica que te gusta salidos de la serie Friends. Eso sí que da miedo y esos sí que están entre nosotros.


 Buenas noches y procurad despertaros siendo los mismos.

"Dioses menores" de Terry Pratchett

Dioses menores, Terry Pratchett, ed. DeBolsillo, 2009 (ed. original inglés, 1992).

Alrededor del Dios se va formando un Caparazón de Plegarias y Ceremonias y Edificios y Sacerdotes y Autoridad, hasta que finalmente el Dios Muere. Y esto puede pasar desapercibido.

Un Dios poderoso que para su horror descubre que solo tiene un creyente. Una Quisición a la que todo el mundo teme y un jefe de la Quisición al que se teme más aún. Un tipo sencillo (por no decir tonto) que será el nuevo profeta. Filósofos, paseos por el desierto, tentaciones, tortugas que vuelan, conspiraciones, mecánica, tecnología, pingüinos, luchas teológicas y un montón de extraños elementos facilmente reconocibles.

Con estos elementos y muchos más Terry Pratchett construye Dioses menores, una de las mejores novelas que integran la larguísima e imprescindible saga del Mundodisco. La narración de las aventuras de Brutha, el dios Om, el jefe de la Quisición Vorbis, del filósofo Didactylos sirve a Pratchett para afilar su pluma humorística y paródica y crear una magnifica comedia en torno a la religión. Los dioses, el aparato eclesiástico, los sacerdotes y los creyentes son el objetivo de la satira e ironia del autor. Del mismo modo que los son los filósofos y los tecnócratas. Con habilidad, imaginación, humor de todos los colores Pratchett nos hace reflexionar sobre la religión, sobre la manipulación que ejerce ésta sobre el pueblo, sobre lo que el pueblo agradece esta manipulación, el egoismo de unos dioses que necesitan creyentes y sobre todas esas palabras que los profetas pronuncian en nombre de dios sin que éste lo sepa.

La novela se lee fácil y está muy bien estructurada (mejor que otras novelas del Disco) con las aventuras en paralelo de los diferentes personajes y su unión en una apoteósica escena final. Nada escapa a la afilada mirada de Pratchett y la novela se revela como un cúmulo paródico de primer nivel. La tradición cristiana, musulmana, judia, hindu, budista y etc. tienen su correlato en este relato. Parodias del pastor que pierde la oveja, de Copérnico, de los repetidos Eurekas de los filósofos, de la máquina de vapor, etc. Pero todo esto no se queda en el mero chiste o en la gracia paródica del momento, sino que sirve para construir un discurso reflexivo sobre las creencias y las manipulaciones de éstas. Como en otras novelas (y pienso muy especialmente en Brujerias y su sátira de la historia, o en la maravillosa ¡Guardias! ¡Guardias! y su reflexión sobre el poder) lo que acaba resultando es una comedia con un poso final triste y escéptico. Lo que percibo en mi lectura es un gran escepticismo y una visión pesimista del ser humano. Una mirada propia del buen humorista y sátiro que sabe que el mundo es como es y que el ser humano ya se encargará de estropearlo.

Una gran novela novela, una comedia extraordinariamente divertida, una parodia brillante de religión y filosofia y una sátira incisiva de la naturaleza humana. Como siempre, leer a Terry Pratchett es un gustazo.

Ah, y sin embargo, la Tortuga se mueve.

La vida en este mundo - dijo - es como una estancia en una caverna. ¿Qué podemos llegar a saber en realidad? Porque todo lo que vemos de la verdadera naturaleza de la existencia es, podríamos decir, meras sombras fascinantes y enigmáticas proyectadas sobre la pared interior de la caverna por la luz cegadora y nunca vista de la verdad absoluta, de la cual podemos deducir algún atisbo de veracidad o no deducirlo, y en tanto que trogloditas buscadores de la sabiduria, lo único que podemos hacer es alzar nuestras voces hacia aquello que no es visto y decir, humildemente, "Adelante, haz el Conejo Deformado... es mi favorito".

"A la cara" de Christa Faust

A la cara, Christa Faust, ed. EsPop/Valdemar, 2010

Parecía un trabajo fácil.

- Sólo una sencilla y tradicional escena chico y chica con remate a la cara. Puedo ofrecerte mil quinientos más la caratula. Será como en los viejos tiempos.

Poco podía imaginar Angel Dare, una semiretirada estrella del porno, que unas pocas horas después de aceptar el trabajo, se vería agredida, disparada, dada por muerta y acusada de asesinato. Toda una vida casi perfecta salta por los aires y llena de una furia incontrolable dedicará de pleno todos sus esfuerzos en vengarse de los que han destruido su vida. Y no importará cuántos muertos vayan cayendo por el camino.

Unas seis horas repartidas en un día y medio. Ese es el tiempo que me llevó leer A la cara, la estupenda novela de Christa Faust que tan bellamente editada nos ha traído la editorial EsPop (que a este paso acabará convirtiéndose en una de mis imprescindibles). No se le puede pedir más tiempo. Es una novela de lectura adictiva, digestión rápida, recuerdo agradable y que ha proporcionado grandes momentos de placer y un par de puñetazos directos. Todo lo que se le puede pedir a una novela hard-boiled. Acción, acción, alguna reflexión sobre lo hijodeputa que es el ser humano, acción, tiros, sexo, muertos, acción, venganza, estilo rápido, directo, duro, unos personajes carismáticos, lloros, drogas, más sexo, más muertos y una estupenda protagonista.

Porque esta novela debe mucho de la voz cínica, divertida, sensible y humana de su protagonista. Angel Dare es la dueña de una agencia de chicas que bailan y actúan en cine porno. Ella misma es una estrella semiretirada del negocio que está entrando en una crisis de edad. No tiene ninguna relación estable y está contenta con lo que es, con lo que ha sido y cómo encarará el futuro. Su voz es rica en matices, es divertida, coqueta y sensual. Es una mujer lista, despierta, dura y resolutiva aunque arrastra un pequeño complejo de damisela en apuros del que sabrá soltarse. Su voz es la novela y la que hace que un argumento leído y visto muchas veces, se mantenga como algo, quizá no nuevo, pero sí fresco. La venganza de Angel Dare es algo más que por los amigos muertos o por limpiar su nombre, es una de reconciliarse con ella misma y con lo que es más allá de la imagen que pueda haber dado el primer volumen de Jovenes y viciosas.

Y hay que advertir dos cosas: A la cara es una novela violenta (y a momentos, muy violenta y un punto sádica) y se habla de porno sin contarse, sin moralinas, con humor y presentando las luces y las sombras. Como en cualquier otro negocio, hay hijos de puta sueltos que se aprovechan de él. Hay descripciones sexuales, se habla de prácticas y de tamaños, se desmitifica, se comenta y se baila.



A la cara bebe y se asienta en esa gloriosa tradición de la novela negra que es el pulp, corriente hardboiled. Por esta páginas rezuman y colean Hammet, Goodis, McCoy y, muy especialmente, Mickey Spillane y su conocido personaje Mike Hammer, el bestia de las bestias.

Christa Faust conoce el género y sabe que para construir una novela de estas características no debe irse por las ramas: la personalidad de los actantes se fundamente en la acción, no en la introspección. El lector debe ir de una página a otra sin parar casi ni para respirar. Con elementos como la ironia y el sarcasmo, la violencia, la oscuridad, el cinismo y el ritmo, Christa Faust construye una buena novela (o una buena basura si nos apropiamos de las palabras de Spillane). Rápida, agil y divertida. Y, repitiendo lo dicho más arriba, aunque su argumento no es un despliege de originalidad y quizá la intensidad es decrecente (tiene uno de esos principios tan brillantes y adictivos que es difícil que lo que vada después mantenga el listón), la voz de Angel Dare y el estilo de Christa Faust hicieron de A la cara una lectura maravillosa para cerrar el año.

Y por la noticias que tengo, en un tiempo que espero corto, una nueva novela con Angel Dare. Ya le tengo ganas.

Más información: entrevista a la autora.

"Dos coronas" de Susanna Eevee

Dos coronas, Susana Eevee, ed. Ajec, 2010

Primera reseña del año después de casi dos semanas sin escribir nada (que no sin leer, que leer he leído mucho, pero tanta navidad y tanto regalos y tanto libros por envolver acaba pasando factura).

Dos coronas es un libro que esperaba con ganas. Se debe al hecho de conocer a la autora (aunque sea de forma virtual) antes de saber siquiera que tenía un libro en la recamara, a compartir ciertos rasgos de sentido del humor y a establecer una relación de cortos mensajes que algún día próximo se afianzará ante unas bebidas (en mi caso seguramente no alcohólicas). En cuanto llegó a la librería me hice con un ejemplar, pero por asuntos que no atañen a nadie no lo pude leer hasta hace escasamente una semana. Veredicto: muy favorable.

Soota no recuerda nada de su infancia. Vive su presente como príncipe heredero del reino de Erigia. Es rebelde, temerario y violento. Pero un casual encuentro con una pareja de ancianos provocará que los recuerdos perdidos empiecen a emerger y Soota, convertido de repente en Doogan, emprenda un largo viaje en pos de la verdad sobre su vida, su identidad y su lugar en el mundo.

Vale, reconozco que como resumen es bastante malo, pero me gustaría que el lector se adentrara en la lectura de esta novela con la mínima información. Al abrir yo el libro no sabía de qué iba. Sólo conocía un par de detalles que me había adelantado Susana: salían dos coronas y había mata-mata. Abrí el libro, lo leí y lo cerré. ¿Qué pasó y qué me encontré en medio? Una buena novela de fantasía y aventuras. Dos coronas es una buea novela. Enérgica, bien escrita, mejor contada, con buenos personajes, con gusto por la descripción y el diálogo y un tanto extraña.

Susana construye su novela sobre la más clásica de las estructuras: el viaje. Un héroe que sale de su hogar en busca de algo (ya sea un tesoro, una princesa, un reíno o en este caso, su identidad), vive una serie de peripecias, conoce a una serie de personajes y regresa a su hogar habiendo aprendido algo. Como todo el mundo sabe desde Ulises, lo importante no es el destino, sino el viaje en sí. Soota/Doogan viaja, busca y finalmente encuentra. Hasta aquí nada extraño, lo sé. Lo diferente es cómo emplea Susana está estructura, sobre un personaje que en mi opinión no es un héroe.

Soota/Doogan es arrogante, impulsivo y violento. Su sentido no es el honor, sino el odio por ser quién es, por quién lo ha hecho así y por quién no lo evitó en su momento. El amor es posesión y pérdida. Soota/Doogan se dedica a destruir a su paso lo que encuentra buscando "eso" que lo haga ser uno. Este personaje no es un héroe tradicional porque en él existen infinitos matices de gris. No es un personaje que caiga simpático. Susana no juega la carta fácil de buscar la identificación con el lector (una trampa de la que se abusa en exceso en la actual literatura juvenil y/o fantástica) y construye un personaje lleno de destellos de heroismo, de fragilidades, pero también de acciones más que reprobables. Nada es cómodo ni sencillo en Soota/Doogan lo que para la novela es perfecto porque el lector siente como suya la desazón de espíritu del protagonista; su lucha interna, su continua dualidad y su ambigüedad moral. Soota/Doogan son dos que quieren ser uno y  Susana juega muy bien el también viejo tema de la dualidad y el doble.

Esta ambigüedad o tamaña cantidad de grises también empaña el resto de personajes. No existe el personaje simpático que no cometa algo horrible. Los "buenos" matan y los "malos" aman. Y si uno rastrea la novela puede encontrar que cad personaje tiene su doble en alguna parte. No solo dos reinos, dos coronas y dos reyes. La dualidad y la ambigüedad corren libres por las páginas de la novela. Todo esto es en beneficio de una novela compleja y fascinante.

Y entretenida. Tampoco vaya nadie a pensarse que estamos ante cuatrocientas páginas de meditación filosófica sobre la figura de "el otro". Aquí hay persecuciones, batallas, duelos, sangre, muertos, asesinatos, sexo, enamoramientos, calentones, muchos muertos, mucha sangre y mucho horror. La guerra es inevitable, pero Susana no la hace ni heróica, ni bonita, ni divertida. Hay muertos, hay dolor, hay suciedad y mal olor. Hay un cínico sentido del humor. Y momentos para la ternura y la paz. Y para la tristeza.

Susana Eevee ha escrito una buena y muy recomendable novela. Una novela de fantasía sin héroes ni dioses, sino poblada de humanos en toda su grandeza y miseria. Es entretenida, compleja, está muy bien escrita y, sobre todo, es volumen único. Y en época de interminables trilogias, pentalogías, sexalogías e infinitologías es muy de agradacer.

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