"El hombre marcado" dePeter V. Brett

El hombre marcado. La saga de los demonio I, Peter V. Brett, ed. Minotauro, 2009 (reed.)

Segunda vida para una novela que me parece pasó desapercibida en su primera publicación (otra portada y bastantes euros más cara). Por lo menos a mí me pasó desapercibida ya que ni recuerdo su paso por la tienda y según el ordenador llegó, se vendió, se volvió a pedir y nunca más se supo. La verdad es que no tenía previsto leer esta historia, pero como acababa de terminar una novela y quería salir a tomar el café de media mañana (literalmente, si no lo tomo me duermo... cosas de la narcolepsia), cogí lo primero que tenía a mano. Dos días después la terminé. Y puedo decir que es una de las lecturas que más he disfrutado en lo que va de año.

Apunto el argumento de la contraportada porque me da palo resumir (seré vago, pero al menos soy sincero).

Cada noche, cuando la oscuridad se cierne sobre el mundo, los abismales, demonios a los que no se puede herir con armas corrientes, emergen de la tierra para alimentarse de los humanos. Cuando el sol se pone, la gente debe refugiarse tras simbolos mágicos y rezar por que su protección dure una noche más. Durante cientos de años los demonios han sido los dueños de la noche.
Aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que, bajo el mando del legendario Liberador y armados con poderosos símbolos, los hombres presentaron batalla a los demonios... y frenaron su avance.
Ahora, una vez más, ha llegado el momento de enfrentarse a la noche y luchar para recuperar la libertad.

Vale, lo de siempre diréis. Un pueblo, unos malos y un elegido que los salvará a todos. Sí, pero escrito con gracia, con nervio, con brio, en un mundo interesante y con muchas hostias. La novela nos presenta las andanzas de tres personajes principlaes: Arlen, Rojer y Leesha desde su infancia, sus posteriores caminos por separado, cómo se conocen y el apoteósico final. El autor opta por ir explicando la historia por separado, de forma dilatada, para que esos tres personajes se crezcan antre el lector y se pase gran parte de la novela queriendo verlos juntos. Son personajes bien tratados con los que el lector simpatiza de buenas a primeras (en lo personal me quedo con Rojer por las simpatias que despiertan los juglares y porque no deja de ser un simpático perdedor...) y que quizá les falte un poco de profundidad, pero tienen suficiente carisma y su evolución es correcta. Quizá como lector no estés de acuerdo con las decisiones que el personaje toma, pero son las adecuadas para que la historia fluya.

El mundo que crea Peter V. Brett es lo mejor de la novela. Todo el tema de los grafos (vale, de acuerdo, no es original pero está muy bien trabajado) que no son más que escritura mágica, los pueblos a los que les falta un punto de descripción, la importancia de la palabra, de los cuentos y la leyenda.

Y los demonios. Porque en esta novela los malos son los demonios. Y punto. He agradecido tanto una novela que no se basara en las intrigas de la palacio, en las luchas de poder entre reinos, en los malos que son buenos y los buenos que son malos. Aquí hay unos humanos que tienen que matar a unos demonios. Y punto. Esto permite luchas épicas, tortas continuas y el placer del aficionado a la fantasía de aquella inocente dicotomía entre buenos y malos. Muy de partida de rol (y, por cierto, el autor debe de ser un frikazo de cuidad y si la biblioteca de la foto es la suya, lo es... y el rol está muy presenta... ¿ir a ver a la vieja bruja para buscar información? ¿armas de poder? ¿te doy un +4 en ataque por encontrar la lanza mágica? Estoy tentado de robar este mundo y montar yo una partida...).

El demonio manco. 
Uno de los mejores personajes y que protagoniza alguna de las mejores y más electrizantes escenas.

La novela se lee rápido. Es fluida y adictiva. Está bien explicada y cuando un personaje da una torta sabes a quién se la está dando. Pasa bien y tiene un gusto por el detalle que agradezco mucho. Aunque le faltan páginas para ahondar en las ciudades y los espacios, para acabar de sellar el romance, Peter V. Breet gasta otros detalles narrativos que hacen que los personajes se humanicen de golpe a ojos del lector. ¿Ejemplo? Página 54.

La pequeña Jessi Boggie, de tan sólo cinco años, se subió encima del regazo de Arlen para ver mejor. Él le había dado a su familia unos cuantos cachorros de uno de los perros de su padre hacía unas semanas y ahora ella se le pegaba en cuanto lo veía cerca. La sostuvo mientras Keerin comenzaba El cuento del Regreso, y su voz aguda...

Brillante. La niña no vuelve a aparecer en la novela, pero este detalle de sentarse en el regazo de Arlen humaniza y hace real el mundo y la gente que nos encontraremos. No hablamos de comparsas y carnaza de demonios, no son excusas para unas hostias. Son personas. Niños que oyen a juglares. Son detalles de estos que luego servirán para que al lector le importe lo que pasa y entienda el cambio y sacrificio de Arlen, la obsesión curativa de Leesha o los paseos de Rojer por los pueblos. Y Brett desmuestra que le gusta escribir y que le importa lo que escribe.

Y todo para hablar de redención. Los tres protagonistas son seres heridos. Tanto física como emocionalmente y hay una búsqueda de perdón y reconciliación. Por motivos que no explicaré, nos encontramos ante tres personajes que se apartan y se niegan el cariño o el amor. Buscan una segunda oportunidad y una familia. Los demonios reales se convierten también en los miedos y los traumas que arrastran los protagonistas. Sobre todo Arlen. Pero esto lo leeís y ya lo descubriréis por vuestra cuenta y riesgo.



El hombre marcado es una buena novela. Entretenida, vibrante, adictiva y divertida. Una gran película de acción y unas horas de lectura feroz. Una muy agradable sorpresa y una novela muy recomendable para todos aquellos que quieren pasarlo bien con un libro, les apetezca explorar un mundo apasionante, se sepa de entrada quien es el malo y quiera vibrar con unas grandes peleas. Y en abril la continuación. Y sí, le tengo unas ganas...

"Despertar" de Kelley Armstrong

Despertar (Los poderes oscuros II), Kelley Armstrong, ed. Marlow, 2010

Despertar llevaba días y días rondando por los anaqueles de casa, pasando de pila a pila, siempre postergada y siempre rechazada. Curioso, porque era la continuación de aquel Invocación que tanto me gustó. ¿Por qué no lo leía? Mandritis, supongo. Pero finalmente el fin de semana pasado me senté en el rincón de lectura (rincón que cambia cada dos o tres semanas porque es lo que dura en casa el sofá en un mismo sitio) y me la zampé en una lectura bastante rápida con un par de lagunas narrativas por medio.

Argumento: pues es una continuación de lo que pasó en la primera parte. A Cloe y sus amigos le pasan cosas y se resuelven misterios y se apuntalan nuevos y se confirma que es una saga juvenil de misterio, pero diferente. Ya sé que como resumen argumental es de suspenso, pero ya que la editorial Marlow se encarga de explicar el argumento y los misterios de la primera parte en la contraportada, pues que paso de hacerlo yo.

Definitivamente, la saga de Los poderes oscuros es una de las que más me gustan. Supongo que se debe a que se separa bastante de lo que los aficionados a la literatura juvenil (y más si leemos romance paranormal o como se quiera llamar o esa acepción tan horrible de "jóvenes adultos" que es como ni chicha ni limoná). Aunque el argumento y personajes son muy parecidos a los de siempre (desclasada, chico callado vs. chicos simpático, enemiga, misterios de familia, etc.), aquí se presentan por medio de una óptica de sucio realismo. Los personajes ni son todos guapos ni simpáticos ni tienen que caer bien. Y los problemas son problemas y no se resuelven en dos páginas. Esto último lo explico.

Siendo simplistas, el arco argumental de Despertar es unos personajes están en el punto A y tienen que llegar al punto B, sin pasar por los puntos C y D porque están los malos. Lo que en otras novelas se resuelve en un párrafo. Por ejemplo

Mike y yo huimos de la residencia Noche estrellada. Allí no podríamos ser felices ni amarnos como nos amábamos porque los malvados nazis comunistas que viven en el sotano quieren utilizar mis poderes hervidores para el mal. Salimos a la carretera. No tenemos dinero, ni comida, ni abrigo, ni amigos, ni personalidad y estamos a cuarenta bajo cero. ¿Cómo llegaríamos a Nueva York?

Llegamos a Nueva York mientras amanecía...

Fragmento de la novela Anda que no te quiero, no escrita.

En Despertar, no. Kelley Armstrong juega la baza del camino y sabe que unos adolescentes huidos sin dinero, ni comida, ni abrigo lo pasan mal. Mal dormir. Frío. Hambre. Mal olor. Peligros en la carretera. Este viaje físico contrasta con el único emplazamiento que tenía la primera novela. Por el camino los personajes crecen, se conocen, se odian (pocos personajes se llegan a caer tan mal entre ellos, pero tienen que colaborar) y huyen de peligros. El argumento y los misterios se desplegan, pero siempre de una forma diferente. La autora apunta algo en las primera páginas que deja en el aire, sigue por otros senderos, se desvía, vuelve... Juega con la estructura y resulta encomiable este punto de exigencia al lector. También es verdad que en ocasiones se echa de menos un poco más de ritmo narrativo, pero la autora salva estos escollos con un par de grandes escenas que acercan la novela al terror. La escena de los murciélagos, por ejemplo.

Protagonista de una de las mejores escenas de la novela.

Los personajes se desarrollan, los malos son malos de verdad y aparecen nuevas amenazas. Kelley Armstrong empieza a crear un mundo literario que se va haciendo cada vez más interesante, pero de forma sutil. Nuevos seres con poderes, nuevas criaturas y nuevos secundarios. Salir de la residencia permite explorar de forma sutil y controlada el mundo fantástico en el que viven los protagonistas.

Despertar es una buena continuación de la saga y un capítulo que ahonda en los personajes más que en la acción. Sigue siendo entretenida, divertida y un punto diferente. Quizá ese deseo que tuve de que cayese más en el terreno del terror no se ha cumplido del todo, pero tiene sus buenos momentos. Y en esta parte ya empezamos con atisbos de romance, pero como toda la novela, es un romance realista, creible y tranquilo. Cuando uno huye de los malos y hace frío y se tiene hambre, uno no se puede entretener en hacer manitas.

Una buena segunda parte para una buena y simpática saga.

"Una de vampiros" de Martín Piñol

Una de vampiros, Martín Piñol, ed. Timun mas, 2011

Los Ángeles. Costales tiene un trabajo en apariencia fácil, cuidar que a un niño algo pijo de Barcelona no le pase nada mientras cumple su sueño de estudiar cine. Costales mata el tiempo conociendo a gente, asistiendo a rodajes, espiando a la vecinita y poco más. Hasta que un día el niño (que no es niño, sino un mocetón) desaparece y sin quererlo ni beberlo, Costales se ve inmerso en un capítulo de 24 sólo que cambiando terroristas interncionales por vampiros cinéfilos. Y tensión y hostias, por tensión, hostias y humor del bruto.

Nueva novela de Martín Piñol. Y eso siempre es una buena noticia. Porque sabes que como mínimo te encontrarás con una novela bien escrita y divertida. Después de la rotunda y absoluta obra maestra que es aquella maravilla de Los dragones de hierro (y que si fuera una novela americana Pixar ya le habría hecho una película y quiero, quiero, quiero muñequitos de Gulman y Gepecé, y si fuera francesa le habrían dado a Piñol algún Goncourt que les había sobrado) y que no me cansaré de recomendar y que tenéis que leer si o sí si presumís de leer buena literatura, Piñol vuelve con una obra de humor para adultos. Y se apunta a la moda vampírica, pero pasando de historias de amor (aunque hay una y bonita) y concentrándose en la acción, la risa y la referencia.

Porque esta novela es el paraíso para el treintañero culturalmente disperso (también conocido como friki de cojones). DC, la Marvel, series de televisión, películas de los ochenta, música (menos), etc. Todo al servicio de la historia. Vamos, que esta novela es un pequeño diccionario del friki treintañero. Estas referencias que en algún caso son explicitas, otras son parodias (Frank Castillo y la sutilidad me la paso por los...) y otras son, digamos, ambientales. Porque Una de vampiros nos lleva directamente al cine de los ochenta con, y esto es una impresión muy personal, aquella joya de Noche de miedo a la cabeza (la fisonomía de los vampiros me llevó aquí de golpe), una historia de vampiros con mucha acción, con mucho humor y con el peso de la tradición cinematográfica como bandera. Aunque Piñol como buen escritor juega con cartas marcadas y nos escamotea algunas de las referencias o inspiraciones principales (El nota, por ejemplo) o ese punto de partida muy parecido a la primera aventura de aquel inquietante personaje de Patricia Highsmith llamado Ripley.

Los personajes están bien cuidados, aunque alguno no pase de ser una excusa para un buen par de chistes. Costales sirve para una trilogia y lo que se le quiera echar. De duro es patético y no puede esconder al friki que lleva dentro. Los vampiros son de los malos y chungos. El Adolecedor merecería un spin-off para él solo y esta pareja proporciona alguno de los mejores momentos de la novela. Y esa pareja de catalanes perdidos en Los Ángeles llamados Piñol y Natalia que podrían hacer su propia sit-com. Y la ciudad. Personaje más con rincones conocidos y desconocidos. La novela también sirve como pequeña guía para visitar la ciudad (novela + diccionario de frikismo + guía de viajes + risas aseguradas y todo por catorce euros de nada).

La novela está bien escrita y es divertida. Tiene chistes muy buenos, parodias muy bien conseguidas y no hay página donde el lector no deje ir una sonrisa, una risilla de esas que no me oigan los serios del metro y un buen par de carcajadas. Y el chiste del corazón, que es de burrez y antologia. Algo negativo? Quizá he echado en falta un mayor apuntalamiento de la estructura y que en alguna ocasión parecía apoyarse demasiado en el chiste o en la referencia. Pero pecata minuta ante una obra divertida, fresca, emocionante, ágil, burra y muy refrescante.

Y, Piñol, padrino,

1. ¿Hay premio para el que ha pillado todas las referencias sin usar el glosario?
2. Como te dije, yo sé quién es DeadShot y qué es el Escuadrón Suicida. Tengo los tebeos en casa. Ostrader consiguió una serie divertida, ágil, fresca, violenta y mítica.

"Soy el número cuatro" de Pittacus Lore (seud.)

Soy el número cuatro, Pittacus Lore (seud.), RBA, 2011

Reconozco que cuando cayó por primera vez esta novela en mis manos recorrió mi cuerpo un escalofrío malrollero. ¿El motivo? Miedo. No podía ser buena señal que esta novela viniera apadrinada por una frase de Michael Bay, ese ¿director de cine? que ha perpretado bazofias como Bad Boys I y II, Pearl Harbour, Transformers I y II, La Is... qué cojones, como toda su puñetera obra ¿cinematográfica?. Un ¿cine? caracterizado por cámaras epilépticas, patriotismo de barraca sonrojante y exhibición gratuita y pajillera de cuerpo femeninos en posturas imposibles. Días después uno descubre que hay una película a punto de estrenarse y que su productor es Michael Bay. Si a eso añadimos un autor misterioso (¿o autora? ¿o autores?)  y que la portada sea el guapo de la pelía que todo esto hecha un pestazo a chamusquina y producto prefabricado (y, por cierto, después de ver el trailer solo puedo decir que no ire a ver la película y que se nota que detrás de todo esta el señor Bay: cámara epiléptica, mucho ruido, mucha explosión y muchachas sucias, sudadas y en posturas imposibles). Pero aquí estamos para hablar de la novela.

Había una vez un planeta supeguay lleno de gente superguay que de repente se vio invadido por unos tipos muy malos que ganaron y se cargaron toda la vida que había. Sólo una nave consiguió escapar en dirección a la tierra con nueve niños que se convirtieron en la esperanza para la supervivencia de toda una raza. Niños con poderes especiales. Pues bueno, tres de ellos han muerto a manos de los malos y van a por el cuarto, el prota de esta historia.

Vale, lo reconozco, la novela me ha gustado. Me la lei en unas pocas horas (no dejéis que sus quinientas páginas os engañen: el papel es grueso, el párrafo corto y hay mucho diálogo. No es que sea adictiva, es que se lee en un pis pas) y me mantuvo entretenido.

Punto.

Nada más. Es un mero entretenimiento. No se le puede pedir más que lo que es: una novela palomitera para pasar el rato, olvidarse de ella y dedicarse a cosas de mayor enjundia. La historia es simple (hay un bueno con una misión y unos malos a los que zurrar) y mil veces vista y oída y explicada. Los personajes son planos y cumplen con la función con la que nacieron (el héroe, el maestro del héroe, la chica, la chica con armas, el mejor amigo, el enemigo que luego no, los malos malísimos, el monstruo que no, etc), pero no ofrecen ninguna sorpresa. Un estilo rápido, directo, cinematográfico y funcional. Un mero entretenimiento. No es como he odío por algún sitio la heredera espiritual de Los juegos del hambre. No. Ni por asomo. No tiene nada de la dureza, ambigüedad, profundidad, trabajo y personajes poliédricos de la obra maestra de Suzanne Collins (de la que un día de estos hablaré, pero es que hay tantas cosas que decir y nunca me atrevo...). Es una novela plana, con personajes planos y con un cero enorme en originalidad o inventiva. Todo lo que leemos ya lo hemos leído o visto en La guerra de las galaxias (con una estructura casi calcada en la relación alumno/profesor), Final Fantasy, Superman, Mátrix, los cómics de la Marvel y, sobre todo, Dark City, una de las películas más influyentes de la ciencia fícción contemporánea. Poderes, explosiones y malos. ¿Altos, pálidos, con sombreros y gabardinas?


 Vamos, como estos.

Y poco más. Cuatro es especial, Cuatro se enamora, Cuatro domina sus poderes, Cuatro pelea con los malos en una batalla final llena de tortas, explosiones y monstruos que acaba resultando exagerada, poco creíble y cargada de tópicos.

Novela palomitera con todo lo que conlleva el género. Para consumir, entretenerse y olvidar.

"La criatura de la noche" de Kate Thompson

La criatura de la noche, Kate Thomson, ed. RocaJoven, 2011

TEXTO DE CONTRAPORTADA

Bobby es un conflictivo chaval de 14 años. Robar, hacerse con coches ajenos y meterse en problemas en general forman parte de sus aficiones. Esto es, hasta que su madre decide trasladar a Bobby y a su hermano pequeño Dennis al campo. Allí alquilarán una casita que se sitúa en el margen de una granja que lleva la familia Dooley.

Dennis insistirá en que cada noche se encuentra con un hada, pero que se trata de una señora vieja diminuta que aparece por la trampilla para perros de la puerta y que lleva una camisa de hombre. Además la vieja señora Dooley les ha contado que un niño murió asesinado en esa casa hace algún tiempo…


Cuando esta novela llegó a la librería y vi su portada y leí su argumento, la catalogué como novela juvenil de terror. Como me interesa el terror y más si está orientado hacia jóvenes, decidí leerla este fin de semana. Y dicho y hecho. Se lee rápido, es interesante, está bien escrita, me entretuvo pero me cabreó. ¿Por qué? Porque esta edición de La criatura de la noche es deshonesta. Todo en ella parece encaminado a encontrarse con una novela de terror. Pues no. No es una novela de terror. Ni siquiera es una novela fantástica. Ni contiene un elemento maravilloso. La criatura de la noche es una novela realista de corte social que narra las desventuras de una chaval de catorce años, de sus problemas con una familia desestructurada y su camino hacia la delincuencia juvenil. La novela es esto más un pequeño misterio de desaparición que ocupa poco en la novela, que resulta anecdótico y que es sin dudarlo lo más debil de ella (aunque sea la trampa que se utiliza para quedarse con el lector... el silencio de la noche... la presencia...).

Es por esto que digo que la presentación de la novela es deshonesta (o por lo menos la edición que aquí ha hecho Roca). Te vende una cosa y luego te mete doblada otra. Uno espera un relato clásico de casas encantadas con asesinato incluido y luego es el retrato de las peleas de un chaval con su madre, los robos de coche y unos intentos de reinserción por medio del trabajo en el campo. Y lo más curioso, es que las treinta primeras páginas empiezan como una novela de terror y de casas encantadas con fantasma (en este caso hada) incluido y niño inquietante. Pero enseguida se quitan las máscaras y el protagonista roba un coche y empieza el drama social.

Y es esta parte de drama realista y social lo mejor de la novela (y afortunadamente lo que más páginas ocupa). Bobby es un buen personaje. Duro, denso, contradictorio. Está bien escrito y definido. Su necesidad de dar y recibir amor, pero a la vez las heridas que lleva. El lector simpatiza con este personaje y siente sus dudas y equivocaciones. Y se pone nervioso al ver que la está cagando y que los errores que comete en ocasiones los hace por miedo a que le quieran y a decepcionar. El personaje de la madre también está muy bien trazado. Madre soltera de dos niños. Al primero lo tuvo con catorce años. Sobrepasada por unas responsabilidades que nunca quiso. Irresponsable. Conflictiva. Violenta. Cariñosa. Su amor choca con el muro de frialdad y dureza de Bobby y su frustación estalla de la peor manera. El resto de los personajes se hacen reales al espectador y uno vive con ellos y siente el frescor del campo de irlanda en la cara.

Pero...

Pero sin entender muy bien por qué la autora mete en la novela una subtrama de misterio con un vecino desaparecido y una niña anciana que sólo ve el hermano pequeño y leyendas sobre hadas. Al leer las primeras páginas, parece que este va a ser el argumento principal, pero no. Queda diluido entre las peleas de Bobby, sus fugas a Dublín, sus reflexiones sobre la mierda de vida, los trabajos en el campo. Cada vez que apuntaban el tema del hada, de la leche que desaparece, del vecino que nunca más se supo, que me despistaba y tenía que recordar de qué estábamos hablando. Esta parte de "misterio" considero que está desaprovechada, mal explicada y que no aporta nada muy significativo a la historia que de verdad importa: la desazón vital y la crisis de Bobby.

La criatura de la noche me ha parecido una buena novela realista con unos personajes bien construidos, pero con esa irritante subtrama que no lleva a ninguna parte, pero que curiosamente es lo que ha explotado Roca en su edición española. Y repito, si alguien busca una novela de terror o de corte fantástico, esta NO es su novela. Si alguien quiere una novela realista con buenos personajes, entonces SÍ.

Y un último apunte... ¿soy yo o veo algo más que un parecido razonable entre la portada de La criatura de la noche y La casa de las sombras publicada por EDEBÉ?


Y si alguien se lo preguna, la de EDEBÉ se publicó antes.

"El ciclo del hombre lobo" de Stephen King

El ciclo del hombre lobo, Stephen King, DeBols!llo, 2010

Hay novelas que con el tiempo se convierten en míticas. No se encuentran, no se leen, aparecen en listas, pero llevan años agotadas y desaparecidas. Se esperan con ansías y cuando por fin alguien las reedita o las encuentras en las paradas de segunda mano, la espera vale la pena y la novela deviene imprescindible. Otras novelas no las conoces, no tienes noticias aunque pensabas que contralabas la obra de ese autor y un día aparecen por sorpresa. Al leerlas te viene en mente ese pensamiento de cómo es posible que hubiera vivido sin haberla leído antes.

El ciclo del hombre lobo no pertenece a ninguna de esas dos categorias. Si es una de las novelas más desconocidas y ninguneadas de Stephen King, lo es por meritos propios. Aunque siempre defenderé a Stephen King como uno de los mejores narradores americanos de finales de siglo XX e inicios del XXI, cuando la caga, la caga a conciencia. Para muestra la película que dirigió y el final de La tienda

Doce meses. Doce lunas llenas. Doce ataques de un hombre lobo. Y poca cosa más.

Una de las grandes virtudes de la obra de Stephen King es su capacidad para actualizar y dotar de nueva savia antiguos mitos de la novela de terror de toda la vida. Pienso en los vampiros de Salem's Lot, en el mito de la casa encantada tan bien jugado en El resplandor o en Un saco de huesos, o la reecración del mítico e imprescindible relato de William Wymark Jacobs La mano de mono en la estupenda y climática El cementerio de animales, el juego de referencia a los perros de Tántalo en la simpática El perro de la polaroid. Naturalmente, cada una de estos hallazgos tiene una contrapartida oscura. King es uno de los mejores, pero también uno de los más irregulares.

¿Y dónde ponemos este Ciclo del hombre lobo? Pues de lo peorcito que he leído de King. El origen de esta pequeña novela está en un curioso encargo. Alguien decidió hacer un calendario sobre la figura de licántropo y encargó a King que compusiera unos breves textos que acompañarían la ilustración. Naturalmente, Stpehen King se pasó de longitud de texto, el proyecto se abandonó y las historias del calendario se publicaron en forma de libro. Así nos encontramos con doce minihistorias con un tenue hilo conductorio que nos relatan los ataques de un hombre lobo en un pequeño pueblo.

Problema. No hay historia, no hay personajes, no hay tensión, no hay terror, no hay literatura. Sólo esbozos de posibles capítulos, personajes extraordinariamente estereotipados en la línea de King (la reprimida, el maltratador, el alcohólico, etc.) y cero psicología. Lo grande que tiene King es el mimo con el que traza la psicología de sus personajes, sus contradicciones y su fino ojo para sacar las taras y los destellos de mal y locura que llevamos dentro. Aquí no hay nada de eso. Alguien podría decir que la brevedad de los capítulos no permite el desarrollo de la psicología o los personajes a lo que se podría contestar recomendando la lectura de Monterroso. En El ciclo del hombre lobo no hay nada salvo alguna imagen destacable o alguna frase contundente. El resto es malo. Y peor, el resto deja indiferente. ¿Lo mejor? Algunas de las ilustraciones que acompaña la novela. No son lo mejor de Bernie Wrightson, pero siempre está bien contemplar su línea.


Eso sí, puede ser una mala novela, pero no es un novela aburrida. Y esto también hay que saber reconocerlo.

"El código de medianoche" de David Whitley

El código de medianoche, David Whitley, ed. TimunMas, 2011

Primer volumen de una nueva trilogia juvenil. Apuesta de TimunMas para la temporada y novedad que tiene todos los números para pasar desapercibida. Y sería una lástima porque es una buena novela. No para tirar cohetes y hablar del libro revelación de la temporada, pero sí para catalogarla como una lectura agradable, rápida e interesante.

La ciudad de Ágora. Todo se compra y todo se vende. Incluso los niños pertenecen a la ciudad hasta que cumplen 12 años. Por azares y por contratos que se cierran, Mark y Lily se conocen al trabajar ambos en la torre del conde Scelly, el más prestigioso astrólogo de la ciudad y se hacen amigos. En principio la vida sólo les depara servidumbre y pobreza, pero algo inesperado ocurre y sus destinos cambian para siempre. Mark se convierte en un reputado astrólogo y su prestigio en la ciudad crece y crece. Lily huye a la ciudad y abre un albergue para pobres y empieza una revolución al dar unos servicios sin esperar nada a cambio. Pero alguien los vigila y espera algo de ellos. Y un misterioso código traza los destinos de unos niños elegidos y de toda una ciudad. ¿Qué misterios y peligros encierra la ciudad de Ágora?

Nada nuevo, lo sé. Pero escrito con gracia y con la suficiente habilidad como para que otra historia de ciudades corruptas, niños elegidos, misterios, sorpresas, intrigas y traiciones se lea con gusto y con ganas. Mark y Lili son buenos personajes. La ambición y la pasión. Dos formas diferentes de enfrentarse a la vida, a la soledad y al destierro emocional. Uno por medio de los negocios, la manipulación y el poder social. La otra por medio de la empatía, el darse a los demás y la redención. Naturalmente, por mucho estima y cariño que se profesen, de forma inevitable son dos posturas que acabarán chocando. El resto de personajes que acompañan a esto dos sirven como contrapunto, como replica o imagen. Añaden tensión y drama. Porque no es una novela de aventuras, por mucho que lo haya leído en sitios. Estamos más cerca de un thiller o un drama que de una novela de espadeo y lucha. El código de la medianoche es intriga, palacios, ventas, negocios, personajes y drama. Acción la justa y necesaria. Y todo con un tempo dilatado y tranquilo. Algo que hay que admirar a David Whitley que en un tiempo que se exije velocidad y capítulos cortos se haya lanzado a una novela tranquila, dinámica y donde cada capítulo tiene la duración que necesita y conviene. Algo parecido a lo que hizo de forma estupenda Cayla Kluver en Legacy. ¿Cosas de pertenecer a una misma generación?

La ciudad de Ágora es un personaje más. Dividad en doce barrios por los doce signos del zodiaco. Una ciudad donde todo se compra y todo se vende. Incluidas las emociones. Y ese venta de las emociones de las personas, el tráfico de gente que compra y vende calma, asco, esperanza, obsesión es uno de los puntos más interesantes y bien aprovechados de la novela. El elemento fantástico que abre la puerta al drama. La ciudad es sucia, dura, desagradable y desesperada. Hipócrita, falsa y traicionera. Pero no deja de ejercer una misteriosa e inquietante atracción a los personajes y al lector.

La novela es agradable, interesante, bien construida y bien narrada. Y entretenida. Quizá le falta algo de chicha, un poco más de cuerpo para pasar de algo entretenido, pero inofensivo, a algo entretenido, pero duro. A los personajes se les coje cariño, a alguno odio y pese a algún que otro estereotipo que corre por las calles de la ciudad, los personajes y sus relaciones están bien explicadas. La novela tiene un regusto triste y fatalista con un buen capítulo final que abre mil interrogantes y una pequeña esperanza.


Una pequeña novela que corre el riesgo de pasar desapercibida entre tanta tonteria con mayores infulas y con mucha menos gracia.

"Crescendo" de Becca Fitzpatrick

Crescendo, Becca Fitzpatrick, Ediciones B, 2011

Patch ha vuelto.

El chico malo. El que juega a billar y va con tipos greñudos que fuman. El que conduce su moto sin casco y es borde y te mira como si te estuviera desnudando, pero en verdad está pensando en lo que te haría desnuda. El ángel que se cayó y que estaba en plan odio a todo el mundo hasta que conoció a Nora, se enamoraron y todo el mundo odió a Nora y a Patch. El típico muchacho que te hará llegar tarde a casa y que sabes que copia en los exámenes de matemáticas. El tipo que es más malo que la tiña, pero que está buenorro machas y que por amor se vuelve bueno. El que sabe preparar unos tacos hechos de pecado.

Patch, la estrella masculina de aquel Hush Hush de infausto recuerdo ha vuelto. Y yo, pobre desgraciado y no me preguntéis por qué, me he leído este regreso. Y, madre mía, lo que me temía ha sucedido: esta continuación es mucho peor que aquella primera parte. Al menos Hush Hush me hizo reír por sus machadas, sus absurdas pretensiones de crear un personaje masculino malo maloso malote. Como dije, Hush Hush era casi una perfecta parodia involuntaria de la actual novela juvenil romántica. Y leida desde esa óptica, la del humor y la cruel burla, funcionaba a las mil maravillas aunque no fuera lo que Becca Fitzpatrick pretendiera. Pero un día llega a la librería Crescendo y yo estoy de buen humor y pillo el libro para ojearlo y oh dios mio. Crescendo es mucho pero. Pero mucho mucho. Ni siquiera me ha hecho reir.  Ni sonreír. ¿Y por qué? Porque Patch y sus machadas casi que no aparecen. ¿Y si eliminamos a Patch qué tenemos? Cuatrocientas páginas de Nora.

Vale. Como hice con su primera parte, es posible que destripe de forma miserable el argumento. Si queréis leer la novela con el elemento sorpresa (¡ja!) a vuestro favor dejad de leer ahora. Y una segunda advertencia. Al referirme a Nora seguramente emplearé palabras como tonta, descerebrada, imbécil, inútil, personaje de mierda, inconsistente, irritante, etc. e imágenes como "ya le podrían vacías un nido de termitas en su cerebro" o "no aparecerá un psicópata y matará a la inútil de amiga Vee y luego la matará a ella obligándola a comerse los intestinos de su amiga al grito de dónde está Patch, dónde está Patch". Así que si eres fan de Nora y de mayor quieres ser como ella (no lo seas, por favor, piensa en los niños) o quieres llegar a salir con una chica como Nora (no lo hagas, por favor, en ciertas tiendas venden unas muñecas de latex que tienen más personalidad que Nora y con las que tendrás conversaciones mucho más interesantes) deja de leer ahora mismo.

Una conversación y una personalidad mucho más fascinante y arrolladora que la de Nora.

Patch y Nora están juntos y se quieren y besos besos besos. Pero como Becca Fitzpatrick supongo que se ve incapaz de construir un mínimo argumento original, o sencillamente un mínimo argumento, a las cincuenta páginas Nora rompe con Patch. ¿Esto que quiere decir? Sí, estamos ante una de esas secuelas alargadas hasta el disparo de pena por un escritor que no sabe ni adónde va ni para qué escribe. Nora rompe con Patch porque es una estúpida inmadura que no sabe que una relación se basa en los pilares del amor, la confianza y la paciencia. Patch le pide tiempo para arreglar unos asuntillos (entre los que está el detalle de que si comete un error pasará toda la eternidad en el infierno entre castigos y dolor y más castigos y locura y todo eso) y ella reacciona como la niñata con problemas emocionales que es: lo deja plantado. Patch pone cara de lo estoy flipando y ella le dice que te dejo, que ya no quiero que seas mi ángel y que no te necesito. Patchito se va con el corazón roto y ella se dedica el resto de la novela a:

- echar de menos a Patch y decir ccada dos o tres párrafos, Patch, jo, Patch como te quiero.
- estar enfadada con Patch por no mandarle un mensaje al móvil o llamarla. ¿Se habrá tomado en serio eso de ya no te necesito?
- echar de menos a Patch y llorar en la almohada y echar de menos a Patch.
- ir de compras o a fiestas o a la playa con su amiga Vee, inútil personaje que aquí ha quedado reducido a máquinaengullecomidabasuraneitor y a chófer para llevar a Nora de un lado a otro. Nora desprecia a Vee, esto es evidente porque sólo la usa para ir de un lado a otro, sentir celos porque ella sí que tiene novio (no haber dejado al tuyo, guapa) y definirla en un momento de la novela con las palabras pesada, irritante y odiosa. Joder, ten amigos para esto.
- flirtear con un tipo que no le gusta, Scott. Scott es el nuevo chico misterioso. Muerto uno, aparece otro. Nora no lo soporta, no puede con él y no lo encuentra atractivo. Pero como Patch anda por ahí en negocios turbios con una odiada enemiga, Nora sale con este Scott para poner celoso al angelote y de paso estar dándose el filete con un tipo que no puede ver ni en pintura. Scott es un personaje mal configurado y contradictorio . Está allí para crear la figura del falso sospechoso y para que Nora lo ponga en peligro, lo putee y mantenga diálogos demenciales. ¿Un ejemplo? El primero que habla es este Scott.


"-¿Quieres un consejo? ¿Un verdadero consejo de un tío? Olvídate de Patch. Encuentra a algún chico como tú. Para estudiar, jugar al ajedrez, recoger y clasificar bichos muertos... y plantéate seriamente teñirte el pelo.
- ¿Perdona?
Scott tosió en un puño, pero no se me escapó que lo hacía para disimular una sonrisa.
- Honestamente, la pelirrojas sois un coñazo.
Entorné los párpados.
- Yo no soy pelirroja.
Río sin disimulo.
- Podría ser peor. Podrías tener el pelo naranja. Ser una bruja malvada con el pelo naranja.
(...)
- De acuerdo - le dije, intentando poner cara de aburrimiento. Técnicamnte, me estaría contradiciendo si salía otra vez con Scott, pero no iba a quedarme allí y dejar que me llamara aburrida. Y desde luego no iba a dejar que me llamara pelirroja."

¿Pasa algo con las pelirrojas? ¿Me he perdido algo? ¿Qué tiene de malo ser pelirroja? ¿Y pelirroja con pecas ya debe ser el anticristo? ¿Es una forma sutil que tiene Nora de decirle a Scott que esa noche le demostrará que no va teñida? ¿Scott es daltónico? ¿Lleva gorro Nora y no se lo ha quitado? ¿Para demostrar personalidad tiene que demostrar que no es pelirroja? ¿Qué coño está pasando aqui? Por favor, que alguien me lo explique.

 Amy Adams, Maureen O'Hara y Jessica Rabbit o el infortunio de ser pelirroja (y pecosa).

- Echar de menos a Patch, pero estar enfadada porque la culpa ha sido de él y no de ella.
- Huir del fantasma asesino de padre, pero lo lleva bien. Total, al día siguiente llamas a Taxi Vee, te vas de comprar y a otra cosa mariposa.
- Echar de menos a Patch, tontear con Scott y sentirse culpable por tontear con Scott y echar de menos a Patch.
- Poco más.

Crescendo es una secuela insípida, inútil, innecesaria e infumable. Se toma en serio a sí misma y crea una protagonista irritante, inmadura, contradictoria, infantil, caprichosa, egoista, narcisista y con problemas psicológicos graves. Los actos de Nora no tienen sentido y rompen cualquier lógica de relato. Hace de lo posible imposible y de lo fácil, complicado. Y no se trata de algo personal, sino que creo sinceramente que Becca Fitzpatrick no sabe crear personajes y se nutre de los tópicos que ha mal leído aquí y allá. Cumple a rajatablas las leyes no escritas de como hacer una heroina odiosa dependiente de que un macho alfa le vaya oliendo el culo y con complejo de princesita en apuros. Porque, naturalmente, se mete en líos y un tipo intenta matarla (es fácil adiviar quién es el malo si solo hay cuatro personajes masculinos en danza) y cuando la tiene a tiro de pistola se lanza a un monólogo de tres páginas donde explica el qué, cuándo, dónde, quién, cómo, con qué, para qué, para quién y encima recita la lista de los reyes godos. Todo esto para dar tiempo necesario para que Patch la salve. Porque, oh sí, a Nora la tienen que salvar. Por mucho que ella diga que pasa, que es fuerte, que hace lo que quiere, al final la tienen que salvar. Y cuando la salvan se abraza al macho y dice aquello de oh, mi héroe, qué sería yo sin ti. Para Nora su personalidad se la da Patch. Ella se ve ratificada y aprobada por la visión que el hombre tiene de ella. No es nada sin Patch y sólo cuando Patch vuelve es alguien.

Y tiene problemas emocionales serios. Cada cuatro palabras, la siguiente es Patch. Rompe con él, pero controla sus movimientos, lo sigue y persigue, pregunta por él continuamente, siente la necesidad de saber cosas que le van a hacer daño. Tiene un espíritu sadomasoquista y todo lo de Patch le duele, pero necesito saber más, más y más. Es controladora, celosa, violenta y psicopática. Y además, tiende a transformar la realidad. Ella rompe con él, ella le deja, ella decide no participar en una relación que le pide confianza y paciencia, pero toda la culpa es de él. ¿Y todo por qué? Porque Patch le pida tiempo. Porque Pastch se juega una eternidad condenado. Porque Patch es un ángel custodio y siente las cosas a nivel emocional, no físico. Porque, vamos y es evidente, a Patch no se le levanta. Y en vez de apoyar a tu pareja y decirle que podemos ir con calma y salvar su alma y llegar a un acuerdo con los jefes y confiar ciegamente en la persona que dices que quieres, lo mejor es dejarlo, romperle el corazón y liarte con el primer hijo de vecino que llama a tu puerta. Muy maduro y, sí, la culpa es de él.

Patchito. Angelote custudio, cabroncete, atractivo, se juega la salvación y con disfunción erectil.
Y solo pide el apoyo de su pareja.

Tras leer esta novela creo que Becca Fitzpatrick odia a las adolescentes. Los tres personajes femeninos adolescentes que aparecen en la novela son odiosos, irritantes y están mal construidos y configurados. Nora es Nora y cualquier adjetivo despectivo es apicable a ella. Su mejor amiga tiene la personalidad de un ficus con problemas de timidez y la tercera en discordia, esa horrible Marcie (¿se llama así?) que quiere quitarme a mi hombre, perra, es fría, inestable y un putón verbernero rollo moralina de mira lo que les pasa a las niñas ricas.

Y Patch queda reducido a nada. Todas aquellas divertidas machadas, todo aquel no se puede enseñar a cocinar, todo aquel la tengo más grande y lo sé, aquella fantástica escena de los tacos que ha hecho que cada vez que piense en comida mexicana me ría, queda ahora reducido a mierda. Patch es un tipo más en la galeria de héroes oscuros que ni cortan ni pinchan ni hacen nada más que apoyarse en las esquinar, mirar en diagonal y de abajo a arriba, marcar paquete y salvar a la chica en el último minuto.

Del resto de personaje no es necesario hablar. Hacen bulto y se revelan atropelladamente en la recta final de la novela para desvelar secretos de familia, cosas muy misteriosas y derivar en un final abrupto que hace pensar que la Fitzpatrick realmente no sabía adónde conducir su historia. Bueno sí, a una tercera parte que dudo mucho que llegue a leer. Y si la leo será solo en el caso que un juez me asegure que Nora acabará en una picadora de carne.

Mis slashers favoritos. Parte 1

Empiezo una de esas entradas por secciones que no acabaré nunca, pero que tanto me divierten. Slasher. Ese denostado (con razón la mayor ...