Los cien mil reinos, N.K. Jemisin, ed. Minotauro, 2011
Yeine Darr. Hija de princesa exiliada. Nieta del rey todopoderoso de Los Cien Mil Reinos. A la muerte de su madre, su abuelo la convoca a la ciudad y la reconoce como heredera de su reino. Pero el acceso al trono no es tarea fácil y Yeine se verá inmersa en una lucha de poder a muerte con dos parientes suyos a los que no conocía. Sin pretenderlo Yeine se verá atrapada en una red de intrigas, secretos y amenazas que la llevarán a descubrir secretos del pasado de su madre, el odio y el amor que pueden sentir los dioses y a hacer un descubrimiento de sí misma que la cambiará para siempre.
Y hace tiempo habían tres dioses que se odiaban y se amaban. Por su odio y su amor hubo una guerra y el resultado de esta fue un dios muerto, otro enloquecido y prisionero, y un tercero todopoderoso. Los hijos de estos dioses se convirtieron en esclavos, también llamados armas, de los humanos. Y esperan.
Con Los cien mil reinos entramos en el terreno del mito. N.K. Jesmisin construye una original novela de fantasía abandonando los trillados campos de elfos, guerreros, enanos, batallas y mata mata o las novelas ríos con millones de personajes, millones de subtramas y complicadas intrigas palaciegas. Aquí nos encontramos con una docena de personajes (entre humanos y dioses), un único escenario, la ciudad del Cielo (si obviamos dos pequeñas excursiones) y una historia que se deviene ante mi sorpresa íntima y personal. Una historia, la de Yeine, que tendrá repercusiones en la historia de todos. Hombres y dioses. Porque en Los cien mil reinos hombres y dioses viven en las mismas calles los segundos supeditados a los primeros.
Los cien mil reinos en una novela bien escrita, bien construida y muy interesante. Y pese a ser el primer volumen de una trilogía, perfectamente autoconclusiva. Y esto es maravilloso. Lo que más me intereso de esta novela es la forma. Como he dicho al principio de esta reseña, con Los cien mil reinos entramos en el terreno del mito. Del cuento. N.K. Jemisin se la juega en una estructura que podría parecer caprichosa o que podría acabar provocando confusión, pero de la que sale más que airosa demostrando que tenía muy claro lo que quería escribir y que lo ha hecho con gracia e inteligencia. Hablamos de dioses y el tono de la novela es la del cuento y la del mito. La narración que Yeine hace de su vida en Cielo se ve matizada por la narración de cuentos, de pequeños mitos, de historias de los dioses. De vez en cuando Yeine interrumpe la narración y explica un cuento. Y esto ni es confuso porque Jemisin sabe cuándo debe introducir esa pincelada de mito, ni es gratuito porque esto contribuye a la resolución de los misterios y a otorgarle sentido a toda la novela.
La novela habla del mito. Y habla de amor y el odio como fuerzas creadoras y destructoras. Y habla de prejuicios, de racismo, de guerra y de muerte. Pero siempre por medio de la historia y de los personajes. No hay dogmatismo ni discurso. Los personajes están bien construidos y no son meras ideas. Son personajes complejos y ambiguos. N.K. Jemisin no juega la fácil carta de la identificación con la protagonista. Yeine es un buen personaje, pero no es simpática. Nahadoth no es un héroe ni el típico chico ni siquiera es humano. Dios de la noche... puede ser igual amante que asesino masivo. El rey es abyecto. Los habitantes de Cielo son indolentes y egoistas. Igual que los dioses... Y la ciudad, que es un personaje más. En igualdad de condiciones e importancia.
Vamos, que Jemisin se la juega en muchos aspectos. No es una novela de grandes acciones, ni de movimientos trepidantes. Es tranquila, está basada en personajes, cuentos e intrigas. En el amor, el poder, el odio y el sexo. Quizá es un punto demasiado larga y hay una par de momentos que se repiten las mismas situaciones, pero el tono y la forma compensan los pequeños peros. Una novela diferente y original. Un acierto haberla leído.
Y mientras la leía no podía evitar que toda ella me recordara a El castillo ambulante.
Como si la novela fuera una especial y muy original mezcla entre Ursula K. Le Guin, la tradición oral africana y el cine de Miyazaki.
Potente mezcla esa última que apuntas, Jorge. La tendré en cuenta para próximas lecturas.
ResponderEliminarA decir verdad, nunca había escuchado de N.K. Jemisin , pero por como os cuentas este libro esta interesante :)
ResponderEliminarSaludos :) ♥ JotaPao
Ya me atraía la sinopsis, pero después de leer tu reseña, tengo claro que es un libro para estar en mi lista.
ResponderEliminarHas dicho que te recordaba a El castillo ambulante y he ido corriendo a apuntarme su título. :)
ResponderEliminarSusana, es interesante y diferente. Y esa mezcla es una impresión tan personal y demencial que comprendería que nadie estuviera de acuerdo.
ResponderEliminarJotaPao, bienvenida y bonito blog el que tienes. Y sí, el libro está muy interesante y bien escrito y autoconclusivo.
Eomoi, es que es un libro que pueda pasar desapercibido y ha sido una muy agradable sorpresa.
Cris, el recuerdo de "El castillo..." es algo muy personal y quizá más la película que la novela. Luego no me vengas a machacar si dices "pero qué decía el tipo ese si esto se parece más a los bingueros...".
A las cuatro un besazo y un café.