Beso de vida, Daniel Waters, ed. Molino, 2010
Hace ya bastantes días que terminé este Beso de vida y que no es más que la continuación de Generación Dead, novela que reseñé hace muy poco. Estos días me he dedicado a leer otras cosas y pensar cómo enfocar esta reseña ya que quiero hablar muchas cosas, pero a la vez no quiero destripar el argumento a nadie.
Beso de vida comienza pocos días después de concluir la anterior novela. Los personajes se enfrentan a un día a día cargado de remordimientos, culpa, silencios, reproches y esfuerzo. La tensión social crece por momentos. Las prejuicios contra los revividos aumentan gracias a la presencia de un influente cura que aboga porque los muertos regresen donde pertenece (figura que viene proyectándose desde la primera novela) y son algunos de los revividos, autodenominándose y definiéndose como zombis (con todas las connotaciones que supone en nuestra cultura. Es interesante observar como uno de los zombis se comporta como si hubiera salido de una pelicula de Romero porque es lo que se espera de él). Se muestran las diferentes formas de lucha tanto por zombis como por humanos: el diálogo, la inclusión, la separación, la protesta por medio del arte o la lucha armada.
Que nadie entienda mal el argumento que no he explicado. No nos hallamos ante un tratado político ni nada de eso. Hay romance, hay amistad, hay sorpresas, hay revelaciones, terror y hasta científicos locos (que siempre vienen bien). Los elementos que hacen tan especial la primera parte continúan aquí solo... lo que quiero decir es... joder... las segundas partes siempre son complicadas. Tanto para el que las escribre, para el lector y, en menor medida, para el tonto que un día decide reseñarlas. La historia viene de un inicio claro y que el autor dejó más o menos ligado por si la historia no funcionaba. Las terceras partes la historia concluye y todos los esfuerzos conducen a un objetivo claro. La segunda parte está en tierra de nadie. Debe concluir historias para que el lector se sienta satisfecho, pero a la vez debe dejar interrogantes suficientes para motivar al lector a una tercera incursión en el mundo. Y, además, corre el riesgo de un final completamente abierto que puede provocar decepción.
A ver... ¿cómo hablar de una novela que he leído, pero sin hablar mucho de esta novela por si alguien quiere leerla? Veamos... vayamos por partes.
Primero, la portada es un error. Aunque es bonita y la fotografía es interesante y la chica es mona, no dice absolutamente nada de la novela. Cuando uno la ve piensa que se encuentra ante una inmensa chorrada.
Segundo, Molino sigue apostando por vendernos que es sólo una historia de amor entre una chica viva y un chico muerto. Aunque ha eliminado las referencias a Crepúsculo, el resumen y la frase sigue esa línea. Y no. Aunque hay una bella historia de amor en la novela, no es la que nos venden y Beso de vida no es sólo una novela de amor y de me quiere, pero no. Diría más, los lectores que busquen esa historia se van a sentir muy decepcionados.
Aclaremos que el amor es importante en el mundo de Daniel Waters; importante y fundamental, pero no ese amor única y exclusivamente de chico misterioso / chica tonta. Pareja, amigos, familia, colegios... todos estos personajes buscan el afecto y el cariño, la mano en el hombro y sentirse importantes para alguien. Incluso los más abyectos o moralmente repugnantes. Es una novela sobre el amor y la necesidad de ser querido.
Los personajes siguen la estela de buena configuración de la primera parte (aunque en el caso de Phoebe se abusa un poco de su indecisión y quizá la presenta un pelo demasiado egoista y cerrada en sus problema) siguiendo una línea de evolución lógica. Adam vuelve a ser el más interesante, Tommy inicia su camino para convertirse en un símbolo político de lucha, y Karen continua igual de adorable, pero con más matices. Realmente, es ella la que lo tiene peor. Tak es un ideologo, un líder como Tommy, peor que opta por la exclusión. Margy y Colette pasan a ser comparsas. Aparecen personajes nuevos (¡qué grandes personajes que son George y Melissa, la chica de la máscara blanca! ¡qué hermosa su relación de gestos y caricias!), algunos de los viejos de desvelan y otros desaparecen.
La trama se politiza un poco (que no demasiado) y se dan bastante apuntes de la vida diaria de los revividos... no, zombis como quieren llamarse. De sus luchas por sus derechos como ciudadanos (recordemos que están muertos y al estar muertos pierden sus derechos de ciudadanía. Para que nos entendamos: no derechos, la familia no tiene la obligación de hacerse cargo, el estado, tampoco, no pueden conducir, no pueden tener el carnet de la biblioteca, o pasaporte, o si queman a un zombi pues es falta, no delito, etc.) y hay una mayor lectura social atenuando la satira que contenía la primera parte.
No es una novela tan intensa o tan cerrada como la primera parte, pero es una muy interesante continuación de una de las sagas juveniles que más me están gustando actualmente. Mucho más de lo que a primera vista parece y con algunas implicaciones que la acerca a un imaginario pop muy marcado (mad-doctors, conspiraciones, furgonetas blancas, etc.). Ahora sólo queda la tercera y definitiva parte que, según he leído por ahí, parace muy centrada en el personaje de Karen. La espero con ganas.
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