Hablamos de Sin novedad en el frente, tanto la novela como la película

No solo de novedades se nutre el lector.
Una de las últimas lecturas del año y una con la que más he disfrutado.


Novela antibelicista de 1929 con un fuerte contenido autobiográfico (el autor estuvo como soldado en esa guerra) que relata las penurias de un puñado de jóvenes soldados en la Primera Guerra Mundial, en concreto en el infierno de las trincheras. Estilo seco, acerado, casi un reportaje periodístico, desprovista de poesía o metáfora y donde se narra la deshumanización a la que el estamento militar somete a los jóvenes; merca carne de cañón a la espera de la muerte. Una generación de jóvenes perdida y traicionada por aquellos que en teoría tenían que cuidad de ellos y legarles un lugar mejor, los adultos.

Llena de escenas estremecedoras y de una gran contundencia literaria... las peleas con las ratas por un trozo de pan agusanado, el frío en las trincheras, la amenaza de la locura y las escasas escenas de tranquilidad donde resalta la camaradería entre los soldados de base en contraste con la frialdad y crueldad de los estamentos superiores.

Un novela tristemente de actualidad y que conoció en su momento un éxito extraordinario a nivel mundial y que se convirtió en libro prohibido por el régimen nazi que organizó quemas públicas del título. No es una novela cómoda para un régimen militarista; y no hay ni un asomo de nobleza, grandeza o dignidad en las experiencia límite de esos jóvenes estudiantes a los que convencen que dar la vida por la patria es lo más hermoso que hay.


Además, la lectura de la novela me ha venido justo cuando con el reto de los Oscars llegaba a su tercera edición y donde el 5 de noviembre en el Hotel Ambassador de los Ángeles, la película Sin novedad en el frente se alzaba con dos de los premios gordos, película y director.


Adaptación modélica de la novela conservando toda su fuerza antibelicista y su crudeza en el retrato del horror de la guerra. Al igual que en el libro de Remarque, no hay heroismo, no hay nobleza, no hay dignidad y su final es desolador y terriblemente cruel... nada se salva a la guerra y nada tiene sentido. A diferencia de otras películas presuntamente antibelicistas de años posteriores (pienso en Salvar al soldado Ryan o Hasta el último hombre, donde sus finales heróicos contradicen totalmente el mensaje que en teoría querían vender y donde el dolor y la muerte encuentran un sentido), la película de Lewis Milestone es cruda. La guerra no tiene sentido, mueren jóvenes y nada sobrevive a ella.


Casi una obra maestra. Las escenas de las trincheras son virtuosas y muy pocas veces se ha retratado de forma tan directa y cruda ese horror. Así como los momentos más íntimos entre los soldados, las bromas, la amistad que se forja entre el barro y la sangre.  Lewis Milestone se convierte en el primer director en tener dos premios (ganó uno en la primera edición) y muestra una enorme seguridad y aplomo tanto en las escenas bélicas como en las más íntimas (el viaje de permiso del protagonista a su familia y lo triste y patético que es todo).


Lo que me gusta del cine de esta época es que aun vivía de los restos del cine mudo y se nota en la fuerza narrativa de las imágenes por sí solas (las escenas de combate en las trincheras o la noche que pasa uno de los soldados con un enemigo caído). Eso no quita el extraordinario uso del sonido (las escenas de batallas no tienen música incidental; solo el ruido de las detonaciones y la maquinaria, los gritos de dolor, etc.)

¿La mejor película del año?
Una de las mejores, sin duda y eso que también estuvieron


¿Algún otro premio destacable de ese año?
Norma Shearer gana el premio a mejor actriz por La divorciada.


Actriz muy popular en la época de la que hoy en día pocos se acuerdan y que en los treinta era ejemplo y resumen de lo que era una estrella. Trabajó con lo mejor y salió en películas tan populares como Mujeres de George Cukor; cuyo maravilloso reparto estaba íntegramente formado por mujeres y donde se podía ver a Joan Crawford, Paulette Goddard, que sería esposa del autor de Sin novedad en el frente, Rosalind Russell o Joan Fontaine. Eso sí, en la película de lo único que se hablaba era de hombres. Pero sus diálogos estaban tan bien construidos...

Las enormes Greta Garbo y Joan Crawford estaban nominadas ese año, pero se fueron de vacío. La segunda lo ganaría años después. La primera, nunca.

Y poco más interesante.
Pronto la ceremonia de 1931.

Jugando a maquinitas o como he empezado Horizon Zero Dawn y no lo puedo / quiero dejar

Hace unos días Nil (anteriormente conocido como Niño Lobo, pero ya tiene trece años y lo de niño se le queda chico) y yo recibimos nuestro regalo de cumpleaños compartido. A. nos trajo a casa una PS4 y tres juegos.
A saber:




Uncharted 4 es para Nil por lo que le gusta el plataformeo y los puzzles.
Life is strange es para mí porque sabe que me tiro por lo narrativo.
Y Horizon es para los dos.

Aun no he jugado al Life is strange (lo reservo para cuando tenga horas por delante lo que eso puede ser dentro de seis o siete vidas), pero sí he empezado con Horizon para ver qué era eso de "juego en mundo abierto".

Aviso para navegantes: nunca he sido mucho de juegos de consola u ordenador. Me pasé en su momento los dos primeros de God of War y tuve un Sims que me divirtió muchísimo, pero poco más. Así que cuando me pongo delante de un mando notó la falta de costumbre y la inseguridad; tengo que ir recordando cada dos por tres que la X está abajo (¿por qué está abajo, no?)

Sea como sea, ahora estoy jugando al Horizon a ratos muertos y los mediodías aprovechando que tanto A. como la nena se echan la siesta.

Estoy teniendo un romance con este juego.


Una historia postapocalíptica donde los humanos han regresado a una sociedad de tribus cazadoras recolectoras y donde el mundo está dominado por máquinas con forma de animal. Naturalmente, hay mucho más; rivalidades entre clanes y el misterio del origen de las máquinas. El juego sigue la historia de Aloy, joven que investiga su propio origen y, a la vez, el misterio del mundo que le rodea. Vale, nada muy original, pero da igual porque las posibilidades de juego que ofrece Horizon son casi infinitas. Por que sí, hay unas misiones, pero el juego permite explorar, investigar, ir de un lado a otro por el placer de caminar... y es lo que disfruto. La caza, el camino, el ver qué hay detrás de aquella colina, etc.

Es el tipo de juego que no sabía que quería. La libertad de un mundo por explorar, pinceladas de rol en un personaje que sube de nivel, que perfecciona armas, etc., y un núcleo narrativo, una historia que seguir y en la que perderse. Y a nivel gráfico es una preciosidad por todos lados. En el diseño de personajes, pero sobre todo en el diseño de paisajes y máquinas.


Llevo muy poco jugado, pero no quiero que se acabe.
Creo que puedo pasarme mucho, mucho tiempo explorando esta tierra y esta forma de narrativa de la que he estado demasiado alejado.
Y, además, la protagonista lo mola todo.


Nil está jugando su partida y yo la mía. Él va bastante más avanzado porque el manejo del mando parece en él algo innato. Le pido consejo y me lo da. Le ayudo con la parte más narrativa porque él es un pirao que se lanza a hostias por todos lados. Es una forma de compartir algo ahora que él está entrando en la adolescencia y yo soy un viejo que no está seguro si la X está abajo (¿lo está o no?).

Sea como sea, todo bien.

Melodía de Broadway, mejor película en 1929

Segunda entrega del reto Oscar.
Una forma como otra de perder el tiempo.

3 de abril de 1930. 
Se entregan los premios a las películas producidas entre 1 de agosto de 1928 y 31 de julio de 1929. No hay lista de nominados (aunque algo se había apuntado en papeles que se recuperaron después) y de las doce categorías del año anterior se pasaron a siete.
Reconozco que este año no conocía ninguna de las películas finalistas. He visto menos cine de los veinte y de los treinta de lo que quiero (estamos trabajando para subsanarlo) así que cuando vi que la película ganadora de ese año esa La melodía de Brodway de Harry Beaumont me quedé bastante igual.

También pensé que tenía sentido que el premio de ese año fuera a un musical. Hacía muy poco que el sonido había llegado para cambiarlo todo (y pese a los agoreros no fue el final del cine ni su perversión como no lo fue la televisión o las plataformas actuales) y la academia, ya en sus inicios, era mucho de celebrarse a sí misma. Si llegó el sonoro y los cines se han llenado de gente que quería ver a sus astros cantar, bailar y hablar, que mejor que dar el premio a un musical.


Protagonizada por

 Charles King, Anita Page y Bessie Love 
(ésta última propuesta a mejor actriz)

Conseguí la película y la vi.
¿Y qué me encuentro?
Un sencillo y correcto musical con pocas canciones, con menos bailes y mucho melodrama. 
La película narra la historia de la llegada de dos hermanas a Broadway y sus desventuras en el duro mundo del teatro. Un triángulo amoroso entre las dos hermanas y la estrella del musical donde trabajan, algunas perrerías con las chicas del coro, el mal camino de una de ellas en brazos de un seductor y un final feliz porque los tres son muy majos, sobre todo el personaje de Bessie Love (considerada la fea de la película, lo que no acabo ni de aceptarlo ni de entenderlo).


Película sencilla, muy entretenida aunque en su parte media el melodrama se atraganta. Lo que más me interesó fue el retrato de una época del musical y de una forma de ver el teatro musical. Y como los tentáculos de una película tan olvidada, pero que en su momento fue un verdadero éxito, se extienden a casi todas las películas que ocurren entre bambalinas o durante la creación de un espectáculo. Desde Cantando bajo la lluvia, donde la canción principal del musical se recupera allí, hasta Showgirls



O la figura de la rubia tonta e ingenua que luego tanto se ha explotado en el cine y la televisión.

Ese maravilloso cine pre code donde las mujeres utilizaban el baño...

Una película simpática.
¿La mejor del año? De las candidatas, no lo sé. No las he visto (en ello estamos).
¿Del resto de la producción mundial? Definitivamente, no. En el año 1929 aparecieron títulos tan importantes para la historia del cine como




Por cierto, Die Büsche der Pandora o La caja de Pandora o Lulú es una de mis películas favoritas. Una de esas historias de caída, tentación y pecado con una maravillosa Louise Brooks 


como cruel, manipuladora y caprichosa protagonista. Erotismo era esto.

¿Algo destacable del resto de premios?
Mary Pickford ganó el premio a mejor actriz por La coqueta


Era el máximo reconocimiento a la mayor estrella de la época. Actriz y productora. La primera en ganar más de 100.000 dolares al año (una verdadera fortuna). Ambiciosa y muy inteligente, no sobrevivió al sonoro, al cambio de los gustos del público y a que éste no le perdonara querer cambiar su eterno personaje de ingenua con tirabuzones por otros más adultos. Figura casi olvidada, pero que contribuyó de forma muy importante a la historia del cine. ¿Cómo? Fundadora de United Artist, por ejemplo (seguid el enlace, es muy interesante).

Poca cosa más. Seguiré en unos días. Con la tercera ceremonia y con más películas. Porque empezar a investigar sobre un año es comprobar todo aquello que no he visto y lo quiero ver y... la vida es muy corta y hay demasiadas películas.
Y libros.
Y discos.
Y viajes.
Y museos.
Y gente.
Y...

De como dar la vuelta a la novela clásica de enigmas, Las siete muertes de Evelyn Hardcastle

Me enamoré de su argumento desde el primer momento.
Amor a primera leída.
Aún recuerdo cómo fue. Iba a hacer un nuevo servicio de novedad. Sin ilusión, sin ganas. Más libros que vendrán que al tiempo se irán. ¿Qué pedir? ¿Qué comprar? ¿Otra novela de alguien en crisis que se va al campo a encontrarse a sí misma y aburrir al lector a base de los cuatro tópicos de elogio de campo, desprecio de ciudad? ¿Un ensayo sobre lo mal que está todo? ¿Un libro de realización personal que dice eso de que tú eres maravilloso, el problema son los demás que son malos así que solo preocúpate por ti?
Hacer novedades suele ser muy deprimente.
Entonces la vi.


¿Personas encerradas en una casa con un asesino?
¿Viajes en el tiempo?
¿Bucle de un mismo día?
¿Una novela de enigmas que es una novela fantástica que es una novela de ciencia ficción que es un juego de muñecas rusas que es, como bien me dijo alguien en twitter, un gato jugando de forma sádica con un ratón?
Oh, sí, hemos nacido para conocernos.

Ha sido una experiencia lectora maravillosa. Un puro entretenimiento hecho desde el cerebro del autor al cerebro del lector. Una relectura estupenda de la clásica novela de enigmas (¿Quién ha sido?) que, respetando todas las convenciones de las historias de Agatha Christie o Dorothy L. Sayers, las subvierte y pervierte. Porque si en las novelas de enigmas el lector no podía fiarse de los testigos o sus declaraciones, en ésta el narrador está inmerso en la misma duda continua. Stuart Turton lleva muy lejos la figura del narrador poco fiable. Como lector no podemos fiarnos de los testigos, pero tampoco del detective ya que ni él mismo se fía de lo que ve, oye o se dice a sí mismo.

La fórmula de narrar la novela en primera persona del presente es un acierto; uno de los escasos ejemplos que he encontrado que este tiempo verbal está plenamente justificado. La misma sensación de perdida del autor en los primeros capítulos de la novela es la del lector al igual que la confusión de la investigación o esos momentos de destellos en los que el misterio empieza a esclarecerse.

Novela de enigmas, sí, pero también novela fantástica. Un bucle temporal que atrapa al protagonista y le impele a investigar un día tras otro la misma muerte. Y cuya explicación funciona muy bien (y, además, es preciosa).


Una novela muy entretenida, divertida y angustiosa. Una novela de enigmas diferente. Un juego cruel con el protagonista y el lector donde las pistas están y uno lucha por capturarla todas y decidir qué es real o de quién fiarse. No quiero decir mucho más porque caería en destripes y lo mejor es entrar en esta estupenda historia sin saber mucho de ella y dejarse sorprender.

Así que para estas fiestas ya tenéis una idea de novela para regalar.
Pero antes de dársela al destinatario, leedla vosotros.
Pasaréis un par de días estupendos.

Empiezo otro de esos retos que no acabo... Oscars a la mejor película y empiezo por "Alas"

Soy de retos estúpidos e inútiles que no aportan nada y que con toda seguridad acabaré abandonando. Así que teniendo dos o tres abiertos, he decidido ponerme con otro porque sí; porque ya estoy suficientemente ocupado con todo, pero algo que me coma más tiempo no irá mal.

¿Y de qué va?

De los Oscar.

No pienso ser elegante.

Vaya por delante que estos premios ni les tengo aprecio, ni me impresionan, ni les otorgo más valor que el de la curiosidad, pero sí que pienso que son interesantes para ver las tendencias del cine aunque sea a la contra. Total, que la idea es verme todas las películas que han ganado el premio a la Mejor Película (como sí eso existiera... bueno, sí, Regreso al pasado) y decir cuatro obviedades que podéis encontrar en páginas más interesantes. Y en sentido cronológico así cuando me cansé del reto ya me habré visto los años veinte, treinta y cuarenta.

Empezamos.
1929. La ceremonia inaugural que premia a las mejores películas de los años 1927 y 1928 de ámbito americano. Los Oscars, aunque no se llamaran así entonces, son premios endogámicos que por principios suelen ignorar cualquier otra cinematografía que no sea la suya o, de forma puntual y algo condescendiente, la inglesa. Ojo, no lo critico. Si la industria más importante y brutal del cine mundial fuera España, Francia, Chile, Ghana o Igualada harían exactamente lo mismo. Años más tarde inventaron ese premio de "Mejor película de habla no inglesa" para que los otros no se quejaran.

Sea como sea, el 16 de mayo de 1929 en el Roosevelt Hotel de Los Angeles se entregaron dos premios a Mejor Película.


Amanecer de F.W. Murnau ganó el premio a Producción única y artística.
Alas de William A. Wellman ganó el premio a Película sobresaliente.

Al año siguiente se arrepintieron de dar dos premios, la categoría de mejor película pasó a ser una y de forma retroactiva le quitaron el premio a Murnau quedándose de forma oficial Alas como la única ganadora y la primera en conseguir un premio de la Academia.

Y fue la que me vi hace un par de noches mientras la niña dormía al lado y los demás, cada uno en su cama. ¿Y qué tal? Pues muy bien. Una película bélica muy bien hecha, espectacular, algo larga (la parte de la borrachera del protagonista se hizo eterna), con una preciosa Clara Bow haciendo de muchacha pizpireta y adorable, con una gran escena de tensión lésbica entre Clara y una encargada de guardarropía


y una intensa y emocionante historia de amor entre los dos protagonistas masculinos.

El juego de miradas de esta fotografía promocional lo explica absolutamente todo.

¿De qué va? 
Primera guerra mundial. Dos muchachos guapos y sanos, rivales en el amor por una pánfila que solo sale tres veces en la película y la tres sale suspirando, se van a la guerra y allí, entre el horror y la muerte surge la amistad y al amor (porque a mí no me lo niega nadie, hay mucho amor). Y Clara Bow hace de enamorada en silencio de uno de los chicos y también se alista en el ejercito y tiene sus momentos de lucimiento en la película, pero el tema son ellos y acaban despachándola a casa.

Un famosísimo travelling en el Follies Bergeres, espectaculares batallas aéreas y momentos bélicos de gran crudeza. Una historia antibelicista al mostrar no solo el horror de la batalla, si no de despojar de heroísmo el regreso del héroe a casa al impregnarlo todo de tristeza.


Influencias directas, por ejemplo, en el cine de Kubrick, en Star Wars y en gran parte del cine bélico posterior. ¿Se merecía el primer premio de la academia? Ni idea, la verdad. Tampoco me importa mucho. Ya digo que los Óscars me dan bastante igual y que este reto en verdad es una excusa para ver películas que no he visto, visitar de nuevo historias que me gustaron y odiar con más fuerza aquellas que detesto.

Alas es una buena película, pero si la comparas con Amanecer pues gana la de Murnau de largo. Pero me gustó, lo pasé bien, me emocionó cuando debía y me dejó con ganas de más Clara Bow. Está dirigida con temple y nervio y con una interpretaciones correctas. ¿La mejor película del año? Bueno, si pensamos que competía contra Amanecer y que ese mismo año se estrenaros títulos como


o que ese año supuso el debut de la enorma y eterna Imperio Argentina en el cine


pues no. Pero ya sabemos que los premios de la academia en verdad no premian a lo mejor del año si no a otras cosas. ¿El qué? Depende del año. ¿Éste en concreto? Creo que fue la espectacularidad de la película. Ya que nos damos un premio, empecemos a darlo a algo grande.

Por cierto, aprovecho para reinvindicar la figura de su director William A. Wellman, para mí uno de los grandes nombres del cine clásico americano y uno de los más injustamente olvidados. Hablamos de un tipo que firma un western mutante y extraño como El rastro de la pantera, una comedia modélica como La reina de Nueva York o una película de aventuras como Beau Geste. En algún blog lo veo llamando de forma despectiva artesano, pero prefiero mil veces a un tipo capaz de explicar mil historias diferentes con este estilo que a algunos autores.


¿Otros premios de la noche?
Pues Lewis Milestone mejor director de comedia por Hermanos de armas (no la he visto) y Frank Borgaze (me encanta este apellido) como director de drama por El séptimo cielo (un dramón la mar de majo).


Emil Jannings como mejor actor (enorme presencia, poderoso, pero llegó el sonoro y un acento alemán horrible le hizo abandonar Hollywood y regresar a Alemania, allí se hizo amigo de los nazis y al acabar la guerra no volvió a trabajar).


Janet Gaynor como mejor actriz; buena, una de las más populares de finales de los veinte y los treinta y protagonista de una de las versiones de Ha nacido una estrella (la de 1937 para ser precisos).


Hubo más premios, pero paso de decirlos todos.

La semana que viene seguimos.
A ver hasta adonde llego.

Y ahora me voy a jugar con la nena que es más importante y divertido que hablar de Oscars.

De lo bien que sienta leer una novela con aroma clásico y llena de dibujetes. "Atemporal" de Armand Baltazar


Han sido unos días estupendos.
No lo sabía, pero como lector necesitaba leer algo tan fresco y sencillo como Atemporal 1. Diego y los guardianes del Vastlántico que nos ha traído Hidra editorial; una aventura de sabor clásico donde están los buenos, están los malos y pasan muchas cosas en escenarios increíbles y con criaturas maravillosas. Porque, ojo, en esta novela salen:
- Naves voladoras.
- Piratas.
- Dinosaurios.
- Robots gigantes.
Vamos, la fantasía hecha realidad de cualquier crío. O por lo menos era mi fantasía y la novela con la que habría querido toparme con doce años.

¿De qué va? Según la web de la editorial...

La tierra ha cambiado: los continentes y los océanos han variado sus posiciones y sus formas. Los dinosaurios deambulan por las llanuras junto a las manadas de búfalos, y unos robots gigantes cruzan las mismas aguas que los barcos de vapor.

Diego Ribera nació en este mundo en el que coexisten el pasado, el presente y el futuro. En Nueva Chicago, en los pasillos del instituto de Diego, se oyen murmullos de niños y niñas de todas las eras de la historia y de todas las culturas del mundo. Al cumplir trece años, Diego descubre que tiene un don especial, algo que no puede ni empezar a comprender.
Cuando su padre, el ingeniero más importante de Nueva Chicago, es secuestrado por Aeternum, Diego deberá rescatarlo y prevenir que ese malvado grupo acabe con la frágil paz que la humanidad ha conseguido forjar.

Atemporal es una novela con un ojo puesto en Julio Verne, lo steampunk y en aquella versión que Disney hizo de La isla del tesoro ambientada en el futuro. Aventura pura, pasión por el desenfreno y cuando más grande y más ruido, mejor. Muy ágil, muy rápida, con personajes simpáticos (como suele pasar en este tipo de historias, más simpatía despiertan los secundarios que el protagonista) y donde la acción es continua y apabullante (con algún uso un poco chirriante del deus ex machina, pero que me molesta al lector que soy ahora con tanto y pocos años y no al que era con once).

Y las ilustraciones. 


Que funcionan tanto como complemento a la narración como en narración misma. Los dibujos explican parte de la historia (una batalla, una huida, una mirada, un gesto).



Imprescindibles y espectaculares.


Como en la novela Hugo Cabrett, texto e ilustración forman un todo. Por eso en ocasiones como lector causa extrañeza la parquedad en descripciones o ciertas elipsis bruscas; no es por torpeza del autor si no porque la ilustración ha hecho esa parte de narración. Como lector acabas encontrando el equilibrio y la novela fluye.

Hidra ha realizado una edición realmente buena. Las ilustraciones lucen espectaculares y la tapa dura, la calidad del papel, etc, hacen de Atemporal, además de una buena novela de aventuras, un precioso libro objeto.

Quedo pendiente de su segunda parte. Sienta muy bien volver a sentir parte de aquella maravilla que se sentía como lector y devoto de Verne, Salgari o Stevenson. La aventura por la aventura y el creer que con doce años se puede volar por el mundo y vencer a los piratas.