De nuevo con el reto de los Oscars, Cimarron

Leí en alguna parte hace muchos años, que antes de que La vuelta al mundo en ochenta días ganará el Oscar a la mejor película en 1956, siempre lo habían ganado buenas películas. Yo añado a esa reflexión que antes de ese año el mundo de los premios era un lugar más justo y hermoso, y los caballeros galantes, y los reyes encabezaban en las batallas sus ejércitos, y el cielo olía a frambuesa y... bueno, ya me entendéis.
Supongo que la persona que dijo eso no había visto Cimarrón.
La versión de 1931.
Que antes y después de esa hay versiones.
Que los de nuevas versiones y el cansino discurso de la falta de originalidad no es de ahora si no que está desde el mismo inicio del cine y casi que diría del mismo arte.
Bueno, al lío.

Adoro estos viejos carteles. Así se vendía una historia.

10 de noviembre de 1931.
Hotel Biltmore, Los Ángeles, California.
Cuarta ceremonia de los Oscars.
Cimarron, película dirigida por Wesley Ruggles (no tengo el gusto) se convierte en la ganadora. Del resto de nominadas solo he visto Un gran reportaje, pero ya os digo que no fue un premio acertado (aunque imagino que descartaron no darle un premio a ésta porque otro Oscar a Lewis Milestone hubiera parecido excesivo). Marruecos, la película de Stenberg, la que hizo eclosionar el mito de Marlene Dietrich (caminando por el desierto en tacones) y convirtió en una estrella a Gary Cooper no la nominaron. ¿Por qué?
¿Alguien pretende entender las decisiones de la Academia?

¿Y qué tal Cimarron?
Así, en una valoración rápida y superficial, un rollo.
Es una película que ha envejecido muy mal y que es demasiado deudora de, por un lado, los manierismos más molestos de la actuación del cine mudo, y de un contexto donde los estereotipos raciales estaban en su apogeo; el retrato, por ejemplo, del criado negro es el del negrito bueno, cómico y ridículo en su pretensión de imitar a los blancos, bonachón come sandías. Un discurso racista muy de la época; Lo que el viento se llevó es igual de racista, por ejemplo, pero como película es mucho mejor.

Es demasiado larga, por momentos demasiado teatral. Descompensada en estructura y repleta de momentos alargados y, a la vez, apresurada en su resolución. ¿De qué va? Una saga familiar. La evolución de una familia a la vez que cambia el oeste y se civiliza. De los bandidos y los tiros a la gran urbe. Todo ello representado por el protagonista, ese cimarrón que no puede evitar volver al campo y que es el representante de ese viejo tiempo que está desapareciendo.


La escena de la carrera de Oregón está bien resuelta, al relación entre el prota y su amigo el forajido es interesante y la producción artística es muy espectacular. 

Pero lo que me resulta más interesante es el tema de la recepción de esta película vista ahora, y vista en 1931. ¿La percibimos igual? El mensaje que nos quería transmitir es el mismo. ¿Recibimos igual el personaje de Irene Dunne que me resultó desagradable en su miserable racismo ("no quiero que te acerques a esos sucios indios"), pero a la vez inspira simpatía por ser una mujer inteligente y decidida que vive a la sombra de su marido? Cuando la vi lo que me llegó es una película que se alía con los desfavorecidos, con los parias ya sean los indios (en la película el protagonista habla claro del expolio y genocidio indio y lo injusto que ha sido, aunque él haya participado en esto), o el personaje de la prostituta en contraposición de esa buena sociedad hipócrita. Una llegada de la civilización que ahoga la violencia, sí, pero también un mundo más puro y libre.

Estoy viendo la película en 2019 y ha pasado mucho tiempo desde 1931 y el mundo ha cambiado enormemente. ¿Veo lo mismo que vio un tipo de tanto y pocos de huesos anchos que fue con su mejor amigo a ver esta película a principios de los años treinta?

Es en esta paradoja donde encuentro que la película es interesante y provoca un conflicto en el espectador. No creo que la película en sí sea compleja, creo que es el tiempo y nuestra recepción la que la ha hecho serlo más.


Solo por todo lo que me ha llevado a pensar en el tema de la recepción, el tiempo gastado en ver Cimarron ha estado bien invertido.

¿Y qué más dio de sí la ceremonia?
Cimarron se llevó el premio gordo y alguno más (fotografía y dirección artística, si no recuerdo mal).

Marie Dressler gaó el premio a mejor actriz imponiéndose a Marlene Dietrich , Irene Dunne y Ann Harding por su papel en Min and Bill. No la he visto, no sé de que va, pero con el tiempo lo subsanaremos.


Lionel Barrymore ganó a mejor actor por Alma libre donde el tipo se marca un monólogo de catorce minutos. 
Repito, catorce minutos de monólogo.
A ver quién se atreve a rodar eso hoy en día (y espero que alguien me corrija, de verdad).


Y poca cosa más.
Este año se nominó por primera vez a un niño como mejor actor. ¿Quién? Jackie Cooper, un niño prodigio que al crecer se hizo buen director de televisión y llegó a dirigir el Daily Planet, pero que de chico lloraba como pocas han llorado en una película. Sus lágrimas gustaban tanto al público que cuando rodaron La isla del tesoro, se inventaron una escena para que Jim Hawkins llorara (¡blasfemia!).


¿Otras películas de ese año?





Y las dos versiones de Drácula. La versión oficial de Tod Browning con un Bela Lugosi que se convirtió en mito


y la muy superior versión que se hizo para el público latino de George Melford (rodando de noche y aprovechando decorados) con Carlos Villar como Conde Drácula y la maravillosa Lupita Tovar como Mina. Una película muy desconocida, pero muy interesante y con hallazgos visuales estupendos.


Pronto, más.

Tres comentarios breves a tres lecturas muy agradables

Vamos a ponernos al día con unos comentarios de las últimas lectura que he hecho. Si espero a hacerlo una a una, con el poco tiempo que tengo para dedicar al blog, nos podemos eternizar.

Carter & Lovecrat, Jonathan L. Howard, Colmena Ediciones

Confesión, aunque soy un enamorado del universo primigenio que inventó Lovecraft y sus colegas, reconozco que sus cuentos y novelas me suelen aburrir bastante; su estilo engolado y pesado me cansa. Me gusta mucho la idea, pero la forma en que en ocasiones la plasma, me vence.

Los sucedáneos del universo lovecraftiano suelo tomarlos con distancia. La más de las veces son más pastiches derivados de malas lecturas mal entendidas del universo lovecraftiano que no se aguantan por ninguna parte. Entre esas novelas las que mejor recuerdo de las últimas que he leído serían Extraños eones de Emilio Bueso, Agentes de Dreamland de Caitlín R. Kiernan.

Y esta Carter & Lovecraft. Una novela escrita por alguien que parece gustarle Lovecraft, pero no siente devoción y es capaz de mirar ese universo desde la distancia y jugar con los elementos sin el miedo a ser siempre respetuoso o fiel. Una herencia misteriosa, un asesinato inexplicable y una librería en Providence. Mezcla de novela de detectives de toda la vida, con novela de horror cósmico y cierta ironía muy bien llevada, la novela acaba siendo un estupendo divertimento, un ejercicio lovecraftiano que no deriva a pastiche y se lee en un par de sentadas.

Una muy buena forma de empezar el año lector.

Diga lo que diga no le haré justicia al último libro de Leigh Bardugo ni a la edición que se ha marcado Hidra (pese a un par de cámbieme esa letra de lugar). El lenguaje de las espinas es una de las formas más inteligentes de precuela con la que me he topado; no es derivativa, no viene a rellenar huecos entre novelas que no le importan a nadie, si no que su forma de profundizar en el universo literario conocido como grishnaverso es la de ir a buscar sus mitos, sus leyendas, sus cuentos populares.

El lenguaje de las espinas es una colección de cuentos populares inspirados en las diferentes regiones que conforman el universo de la autora. Ayudan a profundizar en el pasado mítico y a comprender mejor el presente de cada territorio, pero (y este pero es muy importante), Bardugo construye un libro con valor en sí mismo. Aquel no que se haya acercado jamás a su literatura disfrutará igual con estos cuentos.

¿Y qué nos encontramos? Con cuentos de una inspiración clásica muy fuerte, pero que acaban saboteándolos haciendo unas relecturas muy interesantes de esos mitos. Son crueles, violentos, duros, irónicos y terriblemente hermosos. Escritos con el estilo claro con pinceladas poéticas al que nos tiene acostumbrados Bardugo y que acaban conformando un mosaico de crueldades y belleza.

¿Mis favoritos? Debilidad por cualquier cuento donde salga un zorro listo y esa cruel historia de sirenas con la que se cierra el libro.

No olvidemos una edición preciosa, y con sentido narrativo, donde las ilustraciones acompañan la lectura, la matizan, complementan y, en alguna ocasión, en una puntilla amarga a la lectura.


Lo mejor de la novela OtroMundo de Ally Condie (¿alguien se acuerda todavía de la trilogía Juntos? Pese a todo lo imperfecta que era, qué bien lo pasé con ella) y Brendan Reichs es su total y absoluta falta de pretensiones. OtroMundo es solo (¡solo, como si no fuera suficiente con eso!) una entretenida y divertida novelas de aventuras de un grupo de amigos que viven una aventura fantástica.
Ya está.
Más que suficiente si está escrita con habilidad, los personajes son simpáticos y la trama interesante.
Una novela para jóvenes lectores a partir de diez años que funciona muy bien y que proporciona unas tardes muy agradables.

¿De qué va?
Un grupo de amigos encuentran una misteriosa isla. Y dentro de la isla, una casa. Y dentro de la casa, un pozo. Y dentro del pozo...

Una ventana a la imaginación, la acción, la aventura y el sabor más clásico de Los cinco sin galletas de jengibre ni contrabandistas, Los Goonies sin barcos pirata y esa tendencia actual a la nostalgia y la aparición de criaturas conocidas (en algún caso un pelín forzado), de forma bastante simpática.

Muy bien, vamos.

Sobre todo esto de las listas...

... "y lo mejor de..." que tanto se estila a finales de año, suelo plantearme hacerlas, pero mi memoria es una mierda, no llevo ningún registro y lo que me suele gustar mucho en el momento de leerlo, por ejemplo, a los pocos días lo olvido y aquello que me dejó indiferente se queda en la memoria para acabar convertido en otra cosa.

Pero antes de empezar, felices fiestas y año y reyes y todo a todo el mundo.Con la habitual alegría y entusiasmo que me caracteriza en estos días de reuniones, trabajo y encargos de última hora que no llegan.


¿Una lista de lo mejor del año? Me veo incapaz de hacerlo. Pero sí me atrevo a hacer una lista con lo que más recuerdo de lo visto, oído, jugado y otros que a lo mejor pongo o no. Lo pondré al tuntún, sin orden ni concierto, a lo que salga.

Recuerdo pocas lecturas que me impactaran / sorprendieran / divirtieran. Ha sido un año de leer mucho de eso de "está bien", pero poco de impacto. Pensando, pensando, lo que más recuerdo es





Especialmente la novela de Mónica Ojeda y el libro de relatos de Samanta Scheweblin; relatos duros donde el horror y en ocasiones lo fantástico encuentran huecos y rendijas para hacer estallar eso tan inquietante conocido como "normalidad".

Contento de haber empezado con la saga de Malaz y no haber encontrado tan fiero el león como lo pintan. Tantos años de lecturas de Foster Wallace y Pynchon han dado sus frutos. El lenguaje de las espinas es un prodigio de imaginación y belleza (tento la reseña pendiente); uno de esos libros para releer cada poco tiempo y leer a los nenes en voz alta.

Las siete muertes de Evelyn Hardcastle ha sido el divertimento del año; dar la vuelta a las novelas de Agatha Christie y conseguir una explicación al misterio preciosa y muy estimulante. Y La temporada de accidentes ha sido para mi descubrir una escritora que va de cabeza a mi reducido grupo de escritores de juvenil preferido; Moïra Fowley-Doyle abre nuevos caminos. Todo está escrito, pero hay gente que aun encuentra la forma de escribirlo de otra manera.

¿Series? Sí, claro. A. y yo solemos ver un capítulo de lo que sea cuando los nenes se han ido a dormir y Niña Dragón está tranquila durmiéndose a nuestro lado. ¿Qué es lo que más me recuerdo?





¿Espionaje y ciencia ficción con un aire a lo El cuarto protocolo o El espía que surgió del frío? Compro. Al igual que tres años en Corfú, la escena cómica los cincuenta o todo un clásico que había visto demasiado mal y con el que estoy disfrutando más que con mucha serie actual.

Eso sí, para mí la comedia de la temporada es Killing Eve.


Luminosa, divertida, violenta y de humor negrísimo.

Cine he visto menos del que querría, poco tiempo, pero estoy bastante satisfecho. Empecé el año dándome un buen atracón de slasher de los ochenta y lo he acabado con mucho cine mudo. Entre medio, muy aburrido con el cine de superhéroes, alguna divertida película de terror con muy pocos sustos y poca comedia que me hiciera gracia.  Este año recuerdo con especial cariño el precioso slasher The house of sorority row


 y la salvajada de Blood rage


slasher a la altura de Mil gritos tiene la noche (y quien haya visto la delirante pieza maestra de Piquer se imaginará el tono y nivel de salpicadura de Blood rage).



Otras dos piezas que recuerdo son ver por fin La jetée y un maravilloso mudo de 1928 como es Estrellas fugaces; injustamente olvidado es una pieza maestra en elegancia, humor y que combina melodrama, comedia, sátira y película criminal anticipando historias como El crepúsculo de los dioses.

Eso si, para mí el acontecimiento cinematográfico del año ha sido volver a ver la interpretación que Sheryl Lee hace de Laura Palmer en la película Twin Peaks Fuego camina conmigo.


Para mí una de las mejores interpretaciones del siglo XX donde usa todos los registros posibles y se inventa nuevos para dar un personaje complejo, rico, matizado. ¿Cuánto más tenemos que esperar para que la reconozcan como una de la grandes? Viendo trabajos como éste no puedo evitar pensar que nos están explicando la historia del cine equivocada.

Y hemos juegado mucho. Primero porque los lunes llueva, nieve, caigan meteoritos, ninjas mutantes, nidos de zombis voladores o tentáculos sexuales con ganas de invitar a algo, toca rol en casa. En 2019 La partida del lunes cumplirá diez años. Tengo que hablar más de esta gente.

Después de dos años sin dirigir nada, volví a ser el máster en una larga, compleja y muy divertida aventura con dioses que desaparecen, nuevos dioses que aparecen y muchas, muchas, muchas hostias. El Dungeon & Dragons 5a edición ha sido un gran hallazgo para el grupo. Simplifica tablas y nos ha dado un buen equilibrio entre el patada a la puerta y la charla interpretativa.


Y por fin pude jugar a Las mansiones de la locura y disfrutar como se merece ese pedazo de juego.


Tres partidas jugadas, dos perdidas por locura y la ganada por los pelos y sin sentir en ningún momento que aquello era una victoria. Esta año hay que sacarle más provecho.

La irrupción en casa de la PS4 ha traído una forma de jugar que hacía años que no probaba y una enorme alegría.


Horizon Zero Dawn, un juego donde me olvido de la misión principal o de las secundarias y sencillamente me dedico a explorar y a perderme por un mundo que parece infinito.

Ha sido una año poco musical.
Sobre todo jazz y, sobre todo, gracias al titánico trabajo que hace Carlos Pérez Cruz y su Club de Jazz; ese milagro de la radio que es un imprescindible en mi vida y al que tanto debo.


Si no lo conocéis, pinchad sobre la imagen y pasadlo muy bien.

Han pasado muchas más cosas y lo he pasado bien con otros libros, otras películas, músicas o juegos, pero por el momento ya está bien. La entrada es demasiado larga y no quiero hacerme más pesado.

¿Propósitos para el año nuevo?
Los de siempre, escribir más, leer mejor, jugar más, conocer nuevos blogs que me expliquen cosas que no conozco, escuchar más música, volver a encontrar el placer de cocinar, enviar galletas a mis conocidos, ser mejor librero, ocultar mejor los cadáveres en la sección de cocina, crecer como padre, pareja y amigo...vamos, lo de siempre.
Y absurdizar el blog. Llenarlo de humor y parodía. De trazo grueso, segurament, pero qué le vamos a hacer.

Feliz años a todos.