Mis slashers favoritos. Parte 1

Empiezo una de esas entradas por secciones que no acabaré nunca, pero que tanto me divierten.

Slasher.
Ese denostado (con razón la mayor parte de las veces) subgénero de terror donde un tipo con máscara mata a jovencitos en un campamento, en un bosque, en un edificio, de paseo por la ciudad, en una fiesta de pijamas, en un parque infantil, etc.
Personalmente adoro el género. Me divierte y me encantan sus códigos, reglas y estructura. Y me encanta la idea de que todo en él sea una copia. Todo slasher copia a otro slasher que copia a otro slasher que copia a Halloween. Variaciones de un mismo tema. Explotación de lo que funciona y llevarlo al extremo. En el slasher todo es una referencia (consciente o no) y esto es divertidísimo. Es sorprendente como en la "edad de oro" del género se quemó de forma tan rápida. En los ochenta se rodaron más de trescientos slashers y el género reventó solo. Claro que pervive, pero no es lo mismo. Y aquí no habla la nostalgia. Odio la nostalgia. La nostalgia mata.

Voy a comentar mis slashers favoritos. Sin orden de preferencia, ni orden cronológico ni orden alfabético. Como me vengan. Y será una lista abierta porque cada semana veo alguno nuevo y siempr encuentro algo que me divierte e incluyo,

Empezamos.


Viernes 13. Parte VI, Tom McLoughlin, 1986

Adoro esta película. La frescura, el tono paródico, Jason convertido, ahora sí, en una imparable máquina de matar a la que nada puede detener. Un campamento lleno de niños. Un humor que refresca la franquicia, pero que no convierte a Jason en un elemento humorístico o rebaja su peligro.  Proto Scream en su juego de referencias donde conviven las víctimas de siempre con aquellas que han visto slashers y saben que estan dentro de un slasher.


Jason Voorhes es mi animal totémico cuando llega la temporada de texto.


Just before dawn, Jeff Lieberman, 1981

Un grupo de excursionistas se interna en la montaña y acaban topando con un ejemplo perfecto de basura blanca endogámica. Y pasa lo que pasa.

No entiendo por qué este slasher no aparece en más listas de "lo mejor de..." o por qué cuando aparece es tratado con bastante condescendencia cuando creo que se trata de una de las joyas ocultas y un título con muchísimos focos de interés. Un giro de guión muy divertido en un momento de tensión que relanza la película y la muy interesante evolución de la protagonista; pantalón menguante, empoderamiento creciente o de cómo pasar de ser una ovejita indefensa a lobo.


A mí me pones cabrón del campo en una película y ya me tienes ganado.


Mil gritos tiene la noche (o Pieces), Juan Piquer Simón, 1982

1. La belleza es subjetiva.
2. Se pueden decir muchas cosas malas de esta película.

Y por eso esta película me parece preciosa y, aunque esté de acuerdo con todo lo malo que se pueda decir de ella, la amo. Sí, es zafia, grosera, vulgar, exagerada, incoherente, sórdida, ridícula y nadie se cree que su prota sea el semental del campús universitario. Sus interpretaciones son toscas, el guión parece que lo hayan apedreado de la cantidad de agujeros que tiene, pero... todo eso provoca una alquimia maravillosa que hace de Mil gritos tiene la noche un título especial e inolvidable. Pura explotación de los giallos italianos, Viernes 13 y La matanza de Texas. Si eso es lo que da dinero, eso vamos a hacer. ¿El público quiere sangre y despiece? Se va a hartar.


La película es visualmente preciosa. Los asesinatos, la estética del horror, la belleza de la casquería. Y esto unido a los diálogos absurdos y las imposibles actuaciones hace de ella una película divertidísima y única. Y que nadie busque lógica, porque esto va de otra cosa.


The house on sorority row, Mark Rosman, 1983

Una broma de unas estudiantes a su casera que sale mal y, como he dicho antes, pasa lo que pasa.
Un slasher muy divertido que empieza como uno más y que en sus últimos minutos acaba convirtiéndose en un precioso homenaje a Mario Bava y la estética italiana del horror.


Hora y media fantástica; un título que debería conocerse mucho más.

A propósito de EL MAR ALREDEDOR de Keri Hulme


El mar alrededor, Keri Hulme
Automática editorial, trad. de Enrique Maldonado Roldán

Un puñetazo literario.
Una novela dura, exigente, alta literatura que deja extenuado al lector, pero que a la vez es accesible, agradable y muy adictiva.
Un ejercicio arduo para quien lo escribió, quien lo lee, lo edita y lo traduce (encomiable la labor de Enrique Maldonado Roldán al trabajar un texto difícil y muy particular; tengo la impresión de que en Automática cuando tienen un texto que es un marrón para traducir se lo pasan a él; como pruebas, señoría, los texto de Solos en Londres o Boston, sonata para violín sin cuerdas).
Una novela que leía hoy en día, a 35 años de su publicación por una editorial neozelandesa indpendiente y feminista que fue la única que creyó en el texto después de 12 rechazos, es mucho más moderna, valiente y arriesgada que el 95% de las novelas que podéis encontrar una tarde cualquiera en una mesa de novedades.

Kerewin Holmes, medio europea y maori, vive en una soledad que ha buscado en una torre que ha construido ella misma. Un día a su playa aparece un niño rubio como el sol, mudo y asalvajado. Y la día siguiente aparece Joe, el padrastro de él, un operario de fábrica maorí. Entre los tres personajes empieza a tejerse una compleja relación de amor, amistad, familia, de soledades compartidas, de reticencias y secretos.


La novela trata del amor y de la soledad. Como construimos lo primero y compartimos lo segundo. La autora dedica muchas páginas a estos dos temas con un estilo que bascula entre el realismo y lo fantástico, entre la prosa descarnada y la poesía. Mezcla, construye, juega. Cambios de punto de vista o de persona. Saltos de la tercera a la primera. Diálogos que se mezclan con pensamientos que se mezclan con poesías que se van construyendo. Personaje que hablan mucho y callan más y un personaje, Simon, el niño mudo con un enorme voz interior.

Una novela de violencia soterrada muy presente durante todo el texto y que lo condiciona. Del precio que se paga por se libre, sobre el amor y cómo se construye éste, sobre la familia y qué demonios significa esa palabra. Como podéis ver, El mar alrededor es una novela compleja que permite miles de lecturas, repleta de símbolos y de recovecos donde aparece otro tema, otro matiz a lo que se está hablando... Una novela que en ocasiones amenaza con desbordarse, pero que la autora mantiene firme gracias a un dominio admirable del lenguaje y de la estructura literaria.

El mar alrededor es un título que evoca una isla, de la Nueva Zelanda, y en las que viven los protagonistas ya sean por elección, por impedimento o por cultura. La novela acaba erigiéndose un una metáfora de Nueva Zelanda, de su cultura maorí y occidental y el choque de éstas.

De muchos de estos temas, y de más, se habló en la presentación en Casa Asia de la novela a la que tuve el privilegio de asistir. Fue una charla muy interesante la que allí se llevó a cabo entre Enrique Maldonado, traductor de la novela, y Carol Álvarez, periodista cultural de El Mundo. Se habló de la singularidad tanto de la novela como de la autora, de Nueva Zelanda, de la insularidad, de cultura y lenguaje maorí. Una hora y poco de presentación que fue muy estimulante y reveladora de aspectos de la novela. Y que invitaba tanto a acercarse a ella por primera vez, como una próxima relectura.


No pude quedarme mucho más allá del final de la presentación porque los horarios del transporte público mandan (lo que tiene no tener coche...) y no degusté el vino neozelandés ni pude compartir más de cuatro frases con mi admirada Lucía Barahona, editora de la valiente Automática editorial.

Un apunte, hay que aplaudir muy fuerte el labor que está haciendo esta editorial y su apuesta por la publicación en España de títulos diferentes, arriesgados y necesarios. El catálogo de Automática es impresionante; busca el riesgo, no busca la obviedad y prima la calidad del texto y la traducción. Pocos catálogos me han hecho más feliz. Editoriales como ésta, y tantas otras, son necesarias e imprescindibles para la buena salud de un mercado editorial saturado por publicaciones caducas, mediocridades infladas por la publicidad (solo hay que repasar los más vendidos de Sant Jordi) o los clones temáticos del género de moda del trimestre. Si tuviera que destacar cuatro títulos de su catálogo serían los siguientes:


¿Es una de las novelas más divertidas que he leído?
Es una de las novelas más divertidas que he leído. Boston es un milagro. Una sátira cruel y despiada hacia todos y todo repleta de páginas absolutamente brillantes (y demenciales).


¿Cómo una novela tan cruel y dolorosa puede ser a la vez tan infinitamente hermosa?


Una obra maestra. El retrato literario de la infancia de Gorki que es uno de los retratos más crudos y desoladores de la niñez y el devenir adulto. Todas y cada una de las páginas son obras de arte.


Una de las novelas que más me han emocionado. Este diálogo del que solo conocemos una de las voces es un grito ante la historia sobre la importancia de la propia historia por vulgar, pequeña y miserable que sea. 

Automática habla los libros, ama las historias y ama la Historia.

Y, por último, mencionar mi special guest star en el suplemento cultural de El Mundo en la crónica de la presentación de El mar alrededor.