16 de marzo de 1934.
Hotel Ambassador de Los Angeles.
Sexta entrega de los premios a la excelencia cinematográfica y la primera, en mi opinión, en el que la academia mostró su carácter conservador y poco arriesgado. Porque, vamos a ver, ¿tienes entre las nominadas una película como Soy un prisionero, La calle 42 o incluso Adiós a las armas y se los das a Cabalgata? ¿En serio? ¿Me estáis tomando el pelo o qué?


A ver, que no es una mala película, muy correcta, muy formal, muy académica. La historia de una saga familiar inglesa desde principios de siglo hasta los años treinta. Guión de Noel Coward y dirección de Frank Lloyd, buen director, pero que para mi gusto arriesgó poco en esta película y donde la mayor muestra de personalidad se encuentra en la escena del Titánic. 

Una película correcta, como ya he dicho, muy del gusto de los señores que votan, pero palidece al lado de una obra maestra como Soy un fugitivo (I am a fugitive of  Chain Gang, Melvin Le Roy), drama social que llegó a provocar la reforma de las leyes carcelarias, ejemplo de contundente género negro, biblia para todo el cine de prisiones posterior, diafanidad cinematográfica y narrativa y una película triste y desoladora, un Dostoievski hecho cine puro.


Y sale Paul Muni. Y si sale Paul Muni ya está todo bien.

O La calle 42 (42nd street, Lloyd Bacon), espectacular musical lleno de hallazgos visuales e innovaciones técnicas.


¿Pero Cavalgata, en serio? Si hasta los carteles le dan una paliza.

Bueno, estas cosas pasan. Y pasarán en la historia de los Oscars. Muchas, muchas veces. Lo pero llegará en años venideros.

¿Y qué más dio de sí la ceremonia?

Frank Lloyd gana el premio a mejor dirección por Cabalgata y provoca involuntariamente una de las mejores y más humillantes anécdotas de la historia de los premios.


El premio lo entregaba Will Rogers, uno de los actores más populares de la historia del cine americano (hoy en día no nos hacemos una idea de lo que adoraban a este tipo). En el momento de abrir el sobre soltó algo así como "¡Ven a recogerlo, Frank!". Lo gracioso del tema es que ese mismo año estaba nominado Frank Capra por Dama por un día, y tan convencido estaba de que iba a ganar que fue hasta el estrado. Allí vio que el sobre ponía el nombre de Frank Lloyd y se volvió humillado a su mesa ante, imagino, la sonrisa cabrona de alguno de los asistentes. En su biografía relata con detalle este momento y lo describe como "el más triste y humillante" de su vida.

Algo así debió ser.

El premio a la mejor actriz fue para la inmensa Katharine Hepburn por Gloria de un día; el primero de cuatro. E inaugurando la tradición, paso de ir a la ceremonia y de recogerlo.


Es una película pequeña que si se recuerda es por su interpretación avasalladora y fresca.

El premio a actor fue para el enorme Charles Laughton por su socarrona interpretación de Enrique VIII en La vida privada de Enrique VIII. 


Vi la película hace muchos años y recuerdo que me gustó el retrato bufonesco y desmitificador del rey Enrique. Tendría que repasarla y, bueno, no me costará mucho porque sale Merle Oberon. 

Creo que este premio debería haber sido para Paul Muni, pero en verdad no tengo queja. Charles Laughton me cae demasiado bien.

¿El resto de la ceremonia? Pues premios técnicos a Adiós a las armas, guión para la adaptación de Cukor de Mujercitas o el premio de animación para Los tres cerditos de Disney.

Y 1934 sería el año que el cine americano cambiaría para siempre. El 1 de junio de ese año se implantó el Código Hays con toda su virulencia y la censura destruyó la libertad creativa de los estudios y las moralinas empezaron a campar por su anchas en las películas. Pero de esto hablaremos otro día.

La típica crónica del día de Sant Jordi (y ya van...)

A las cinco y media de la madrugada el librero fuerte y extrañamente atractivo cuando está rodeado de libros se despierta por unos ruidos extraños que vienen de la calle. Reza para que sea una reyerta de borrachos por un quítame de ahí esa línea discontinúa o la típica alteración molecular del espacio cuando una nave jiloviana pasa demasiado cerca de la Tierra, pero no, era el peor sonido que un librero podía escuchar en vísperas de Sant Jordi.
Llueve.
Mucho.
Como si no hubiera llovido en semanas (que no lo ha hecho).
Como si el fin del mundo por fin hubiera llegado.
A partir de ese momento y tumbado en la cama el librero no duerme, solo imagina lo que será el día de Sant Jordi bajo la lluvia.

¡¡¡¡Queremos el libro más vendido que ha dicho TV3!!!!
¡¡¡¡¡Que estamos mu locos y nos da igual lo que sea!!!!!

Ha vivido tres y no quiere otra muesca en el cinturón. Solo pido un día soleado, piensa, o que no sea soleado, que haga un frío de cojones y en la parada de al lado haya un ensayo de una orquesta amateur de gaitas. No importa, pero que no llueva.

A eso de las siete deja de llover y el librero se permite una sonrisa y un atisbo de esperanza. A lo mejor no llueve, a lo mejor el sacrificio de tantos poetas mediocres a los dioses tentaculares ha servido de algo. A lo mejor pasarme la semana santa con sangre y vísceras hasta las rodillas y entonando cantos guturales hasta que las cuerdas vocales me han pedido por favor que acabara con su sufrimiento ha servido de algo. A lo mejor...

Estar en la cama no sirve de nada así que el librero se levanta. Un pipí y ducha. Tras secarse se mira al espejo y piensa si vale la pena afeitarse.
Pasando.
De verdad parece que no llueve.
Se viste y va a la cocina al encuentro del primer drama del día.
No hay té.
Ni una triste bolsa ni de granel.
Nada.
Cero.
El pánico aparece tras los ojos del librero. ¿Y ahora qué desayuno? Rebuscando en el armario encuentra algo llamado "infusión de naranja y jengibre" y, aunque sabe con certeza que eso no puede ser bueno, se prepara una. Un color como caído del cielo (no es algo bueno) aparece en su taza del Daily Planet. Lo prueba.
No.
No es una buena idea.
Un regusto picante, un sabor a barro primigenio, una repugnante caída al jugo que deja el calzoncillo de un gladiador tras un duro día de sajar gaznates.

A las ocho menos cuarto sale de casa y va para la librería a por un par de cosas que se dejó el sábado. Es un día raro en Igualada al ser festivo local y el librero se pregunta cómo afectará eso al día. ¿Habrá más gente? ¿Menos? Entra en la librería, encuentra lo que iba buscando y se va para la plaza de Cal Font donde a las ocho ha quedado para montar la parada de libros con los compañeros. De camino hacia allí unas gotas caen en su cara. No es lluvia, piensa. Alguien me está escupiendo u orinando encima, no es agua de lluvia.
Pero no, llueve.
El destino no se muestra compasivo y nadie se está meando en la cara del librero. 
Llueve.
Me cago en la lech...
Y ya sabemos cómo acaba esto.

¿Qué quite los plásticos porque no puedes ver bien los libros? 
Es que se mojan y se pueden estrope... ya, que eso no te importa que los libros no son tuyos.

Llega a la plaza al mismo tiempo que la furgoneta y el resto de los compañeros. Un chirimiri asqueroso que solo molesta. Miran al cielo con esperanza. Que escampe, que escampe. El jefe abre la furgoneta y segundo drama.
La furgoneta que le han dado en la agencia de alquiler no cierra bien y se ha colado agua.
Algunas de las cajas están empapadas.
Y esto es una pesadilla.
Cajas que se deshacen en las manos al alzarlas.
Libros mojados de páginas hinchadas.
Un apocalipsis libresco que hace que el cese de la lluvia y los primeros compases de un sol tímido pasen a segundo plano.
Respiran y ya se verá qué se hace. Ahora hay que aprovechar que no llueve para montar a toda prisa la parada. Caballetes, maderas, telas y a abrir cajas. Libros, muchos libros, más libros. Y a pelear por poner todos los ejemplares que han traído (algo más de tres mil) en la parada. Los libros mojados se dejan a parte y mejor no pensar ellos.

Poco antes de las diez, fin.


Un momento de calma donde todo está colocadito y ordenado antes de que empiece el caos.

Primeros clientes, primeras ventas, primeras recomendaciones que es con variaciones como irá pasando el día. La lluvia se convierte en algo lejano que no vuelve en todo el día y el sol aparece para hacer de esta diada algo memorable.

En el jardín del ogro, Les pompes del diable, El club dels mentiders, La sombra del zorro, Claus i Lucas, La passió, La voz de Amunet, Sonríe, Hambre, Mama Bruce... Algunos hacen caso, otros, no. Entre medias conversaciones y saludar a los conocidos y amigos que se acercan a la parada. El dilectisimo máster de La partida del lunes, siempre atractivo, sabio, reposado y ¿he dicho atractivo? hace su tradicional saludo por la mañana. Preguntas y peticiones. Aquel recomendado en un suplemento cultural, aquel otro libro descatalogado que el típico listo que habla con esdrújulas en la radio recomienda con entusiasmo. Un libro para mi novio, dame algo histórico pero que no sea verdad, algo para alguien que no lee que sea sencillito como Vila Matas, ¿tenéis uno que oí en la radio hace un par de semanas sobre una mujer, o escrito por una mujer, sobre alguien que mata a otro o se muere o pasa algo así? Dame el libro de Killian Jornet Corre hasta que mueras. ¿Dónde puedo encontrar algún libro de náutica en francés?


Grupos de adolescentes que se emocionan ante los libros, los cogen con reverencia entre las manos y acarician la portada mientras valoran si lo compran o no. Como me explican, si compran el libro ese fin de semana no pueden salir por ahí. O una cosa u otra, dicen sus padres. Por suerte no todos son así y algunas muchachas cargan con lo que será lectura para... hago una estimación... dos semanas de lectura. Las conozco. Devoran. Ya han saqueado la biblioteca municipal y las bibliotecas de sus amigas y necesitan más. Chavales que buscan novelas de terror, "pero si pregunta mi madre le dices que es de aventuras, ¿vale?". Y clientes de toda la vida que confían ciegamente en lo que les recomiendo porque nunca les he fallado. Estas cosas animan al librero y le recuerdan porque este trabajo es de los mejores del mundo.


Dos abuelas se enzarzan en una discusión a gritos sobre si Carles Pugidemont es guapo o no. Se percibe que no es la primera vez que debaten tan espinoso tema y lo que empezó por un comentario inocente sobre la portada de un libro acaba en terreno más personal. El librero no quiere imaginar lo que deben ser las meriendas de los miércoles por la tarde. Carles Puigdemont convertido en objeto de deseo / desprecio por un grupo de abuelas igualadinas donde en medio de chocolates calientes con melindros y café con leche descafeinado de máquina se desmenuza sus virtudes físicas y dónde se sitúa en la escala de follabilidad (que según una fuente cercana es cero).

Abuelas ninja que en momentos de descuido afanan libros y los pierden en los portales dimensionales que son sus bolsos. Son rápidas, son escurridizas y siempre tienen una excusa preparada en la boca. Y si las pillas juegan la baza de "somos mayores y no nos enteramos y...".

La típica banda de abuelas mangantes de todos los años.
¿Sus principales víctimas? Lo que sea.

Desde primera hora de la mañana el caos se adueña de la sección infantil. Toda la civilización y el cuidado que se muestra en el resto de la parada, cuando se llega a la parte de los libros de tela o cartón desaparece y da la sensación de dejan libre el animal que llevamos dentro.


Libros tirados de cualquier manera, manoseados, destrozados... padres que dejan a los críos que se suban revuelvan los libros sin control ni cuidado. El librero sabe que no todos son así y lo ve, pero los que lo son hacen mucho ruido. ¿Por qué? ¿Tan difícil es dejar un libro donde lo has encontrado? ¿O existe una fuerza mágica que te hace pillar un libro de Agus i els monstres y dejarlo con los libro de cartón solo por qué sí? ¿O jugar a lanzarse los libros?

La plaza se llena y lo de todos los años. El librero es el pivote y motor de la parada y el que se sabe dónde están todos los libros que hay. Sin ordenador ni nada. A memoria pura. Y los compañeros o apoyos del día se abalanzan sobre él para preguntar dónde está tal libro, tal título medio aproximado o si hay algo de ese autor.

A partir del mediodía las teles y radios ya han dicho cuál es el libro más vendido y muchos se lanzan a la calle a buscar ese título en concreto sin importar de qué va, quién es el autor o si les puede gustar. Como me dijo uno, si lo compra tanta gente tiene que ser bueno y no me voy a quedar sin él. Y lo vendo, mucho. Y es un libro mediocre, desaprovechado, desangelado y bastante aburrido. Y que ese sea lo más vendido es triste. Al librero cada año le dan ganas de leerse los más vendidos, pero tanta mediocridad le puede. Tanto libro bueno que se publica y que acaba sepultado por una absurda lista y las maquinarias de la publicidad. ¿Dónde queda el criterio y la curiosidad?

Llega A. a las cinco de la tarde y llena la plaza de belleza y glamour. Como siempre se adueña de la sección infantil para poner orden y conquistar a los niños con sus sonrisas, preguntas y entusiasmo cuando pilla en sus manos una novela juvenil o un álbum ilustrado que le entusiasman. Ella disfruta horrores de este día

El día pasa y el cansancio se nota en los pies y en la baja espalda. Cuando dan las nueve a recoger. Quien no haya comprado el libro para entonces no se lo merece. Libros a las cajas, cajas a la furgo y furgo a la librería. A las diez de la noche hemos acabado. Han sido catorce horas intensas, duras, agotadoras y recorfontantes. Todo el trabajo que empezó en enero para hoy y que se estirará hasta finales de mayo cuando hagamos las últimas devoluciones.

Y para casa con paso tranquilo y con la seguridad que tardará en dormirse a pesar del cansancio. Así que a ver una película de Fu Manchú.


El librero siempre ha tenido una debilidad por los megalómanos pulp con ansias de conquistar el mundo por medio de un absurdo plan.

Es lo que quiere ser el librero cuando sea mayor.

Otro Sant Jordi a la espalda. Y ya van...

Breves apuntes sobre En el jardín del ogro de Leila Slimani

Si Canción dulce me recordó a una película de Polanski por su maraña psicológica y como convierte una novela costumbrista en una historia de terror psicológico, esta nueva novela de Leila Slimani que leo (y que en tiempo es anterior a aquella) me llevó a pensar en Claude Chabrol y sus sátiras sobre la burguesía rural, aunque en la novela sea burguesía parisina, con un leve y muy cruel humor y un retrato despiadado, aunque no exento de cierta piedad, de sus personajes principales.

Traducida por Malika Embarek López
Editada por Cabaret Voltaire

Simplificando mucho su argumento, En el jardín del ogro narra la adicción sexual de Adèle, periodista, madre, esposa y amiga; una colección de amantes conocidos y desconocidos o de encuentros sexuales en hoteles, casas o callejones. Un impulso que marca y condiciona el día a día de la protagonista y su relación con el entorno. Podría parecer una puesta al día de la novela de Joseph Keller Belle de jour (burguesa aburrida que se abandona al placer) o el argumento de una vulgar novela erótica, pero Leila Slimani convierte este argumento es casi un thriller e inicia una profunda indagación psicológica de su protagonista.

Narrada por un frío y distante narrador omnisciente que por momento parece que disecciona más que explica, la novela disecciona a una mujer que en apariencia lo tiene todo (un buen trabajo, un estupendo marido, un precioso hijo, amigos, relaciones, etc.) y que está profundamente insatisfecha. Pero esto entiéndase como algo más que en el plano sexual; es una insatisfacción que se extiende a todos los ámbitos. Su trabajo la aburre al igual que su matrimonio. Siente un fría indiferencia hacia la maternidad y los amigos no dejan de ser sombras o cómplices en sus excusas.


Su escape hacia esta vida que la asfixia es una serie de adicciones siendo la principal el sexo. Sin embargo, esto tampoco le aporta ninguna paz o felicidad. Hay destellos de cierta felicidad, pero es en la expectativa, en los momentos previos, en la fantasía de que quizá ahora sí se llene ese vacío que tiene dentro. Adèle es un personaje profundamente triste que por todos los medio intenta, no ya ser feliz, si no sentir cierta paz. Los encuentros sexuales son fríos y desapacibles; no son meras escenas con sobredosis de adjetivos, si no eslabones en el retrato psicológico de la protagonista. Adèle es alguien que no está bien en ninguna parte y que no pertenece a ninguna parte. Un personaje triste y solitario. 

En el jardín del ogro es una buena novela. Breve y contundente (se lee en un par de cafés con leche) y que deja espacio para pensar en ella (es carne de relectura; tiene las suficientes aristas y es lo suficiente ambigua como para en un tiempo volver a sus páginas). Quizá lo que menos me ha convencido es una especie de explicación psicológica al por qué de Adèle, pero es lo suficientemente ambigua como para que no marque toda la novela.

Naturalmente la novela no lo explica todo. Hay un gran vacío en ella, algo que se calla y que no da una solución (y por lo que he leído en algunas reseñas esto ha molestado a muchos lectores). Creo que es una invitación al vacío, a entrar a ese lugar prohibido que es el jardín del ogro del que dicen que hay cosas maravillosas, pero nadie ha regresado. 

A menos de una semana de Sant Jordi

¿Qué? ¿Qué tal se presenta Sant Jordi? ¿Ya lo tenéis todo preparado?
Preguntas, preguntas, preguntas.
A menos de una semana de Sant Jordi y no, no estoy preparado ni lo tengo todo preparado. Tengo una cantidad insultante de libros por encajar, preparar unos pequeños cambios en la parada, confirmar las firmas del día, decidir qué llevo o dejo en el último momento, defender por qué quiero hacer una pila con un libro de Daphne du Maurier (¡por qué sí, leñe!), esconder el cadáver de un comercial que se quejaba que compramos poco y pequeños detalles donde se esconde el diablo. ¡Pero si aún faltan días! Pero la semana santa está por medio y los días se los comen los demonios y año que pasa a Sant Jordi le crece otra cabeza y cada vez es más difícil vencerle.

Para de la librería de hace unos tres o cuatro años.
No estoy seguro. Al final todos los Sant Jordi se hacen iguales.
Menos los que llueven. Esos tienen una luz especial.

Este Sant Jordi se me está haciendo muy cuesta arriba.
No sé si será por caer después de fiestas, por las amenazas muy reales y fundamentadas de que pasaremos un día del libro empapados y cagándonos en esa horda de gente que le encanta tocas los libros con la manos mojadas o que en general vivo todo lo relacionado con el mundo del libro con bastante pereza. Será una jornada muy extraña.

Y en Igualada, más. No es que nos consideremos especiales, que no lo somos, si no porque el mártes 23 de abril es fiesta local porque es el día del Sant Crist (¿qué es esto? Luego lo explico). Cada martes después del lunes de Pascua es festivo y este año coincide en Sant Jordi. Rumores que nos llegaron de altas esferas nos dijeron que no podríamos abrir la librería cosa que al ser uno de los días más importantes para la vida de cualquier librero es absurdo, claro. Oh, es que es Sant Crist y eso es importante. Ya, pero es que es Sant Jordi y eso es... Ya, pero Sant Crist es Sant Crist. Ya os hacéis una idea. Abrir, abriremos igual (solo faltaría), pero ese "no, no no" está allí.

¿Y qué es el Sant Crist de Igualada? Pues es un trozo de madera con la forma de un Cristo así cansado que según la leyenda...
- No, leyenda, no. Qué está documentado.
Vale.
- Documentado. Así, por escrito. Y si está por escrito y sellado, pasó. ¿Queda claro?

Qué sí, que vale. Joder, susceptibles son algunos. Pues eso, que según cuenta la documentación el 20 de abril de 1590 dos muchachas conocidas por el nombre de na Massarda y la noia Coloma vieron a la efigie sudar sangre. No en un sentido metafórico, entendámonos. No es que la imagen del cristo se las viera y deseara para abrir un bote de mayonesa o estuviera haciendo un sudoku de nivel 9 a bolígrafo. Es que literalmente lloró sangre. El motivo por que el lloró sangre precisamente ese día no está claro. ¿Por la pena, penita, pena que sentía por la peste que azotó la ciudad el año anterior? ¿Por un milagro por venir? ¿Por una reacción química?

Total, que la gente creyó que era sangre y salieron todos gritando "Miracle, miracle", pero bajito que aquí en Igualada la gente es muy prudente y se fueron a los jefes de la iglesia a decir que milagro, milagro y estos no dijeron nada, pero dejaron que la gente lo celebrase. Y desde ese día, cada martes de pascua pues celebración religiosa al canto con misas y procesiones


que ocupan el centro de la ciudad con su alegría y contagioso entusiasmo. La juventud se volca, hay bailes populares, las fuentes de Igualada rezuman miel y ambrosía, estallan las flores y los capullos que hay por las calles y la gente es amable, atenta y se siente impelida a mostrar su afecto y a preocuparse por el bienestar y el placer de los otros.
Es broma, claro.
Es un rollo. Ya, sí, lo de las creencias y todo eso. Sigue siendo un rollo. El paseo de un madero bajo palio por el centro de la ciudad escoltado por lo más granado de la burguesía igualadina. Vamos, una fiesta. Hace tiempo hubo la propuesta de convertir la imagen del Sant Crist, ese rostro cansado, dolorido, angustiado de un hombre moribundo, en una imagen que identificara la ciudad. Convertir al Sant Crist en la torre Eiffel, la torre de Pisa o la Estatua de la Libertad de Igualada. Hacer camisetas, muñecos, platos decorativos y que todo el mundo luciera orgullosa las lágrimas de sangre en una camiseta. De forma inexplicable la idea no cuajó.


Como sea, ese día es Sant Jordi en Igualada. Tendremos festivo, lluvia y santo.
Qué infinita pereza.

¿Y los libros?
¿Qué tal los libros?
Bien. Muchos. Demasiados. Algunos interesantes.
Si me lo monto haré una entrada con algunos de los libros que he leído y voy recomendando y los que me apetece leer (y que seguramente no haré; si algo falta en mi vida es tiempo).

Resumiendo la Odisea. Primera clase

Entrada recuperada, ampliada y espero que mejorada del hibernado blog de Mil matices de gris que a su vez la recuperó del pedante en título y difunto blog Ceniza sobre papel.

- Buenos días, mis apreciados alumnos.
- Buenos días, señor profesor.
- Bienvenidos a la primera, pero no única clase de literatura universal en fáciles resúmenes.
- Bieeeeen.
- El objetivo de esta clase...
- Perdón, señor profesor.
- Sí, alumno extraño de cabeza apepinada.
- Como es el primer día le he traído un regalo para celebrar que vamos a ser iluminados por su dilectísima presencia y su preclaro entendimiento.
- Bien, me gusta, empezamos la clase con buen pie. ¿Y qué presente me ofreces?
- Le he traído una manzana para desayunar...
- ¿Me traes un tubérculo? ¿Sólo un maldito tubérculo?
- ¿No es un fruta?
- Suspendido. Y tú también por listo.
- No es justo.
- En mi clase no hay justicia. Solo conocimientos y dolor. ¿Por dónde iba?
- Por la tercera baldosa a la izquierda a punto de dar el giro de ciento ochenta grados y volver sobre sus pasos.
- Cierto, cierto... pues como decía, esta asignatura, que proporciona diez créditos de libre elección, puntos canjeables en las librerías adheridas y tres bulas papales que exhonera de pecados de la carne, es proporcionar herramientas a sus alumnos para poder mantener conversaciones sesudas e interesantes sobre libros que no se han leído.
- ¡¡¡Oh!!!
- Esto se conseguirá mediante resúmenes de las obras elegidas, apreciaciones críticas y algún que otro comentario pseudointelectual si lo que les apetece es que le consideren énfants terribles de la crítica literaria.
- ¡Qué interesante!
- Y qué bien habla...
- Y qué atractivo que es el profesor.
- Con ese culo.
- Y esas piernas.
- Lo sé, alumnos, estoy bueno, soy atractivo y me desean, pero no solo hemos venido para que babeen por mí. También estamos aquí para llenar su cerebros de datos inútiles, así que saquen sus bolígrafos, libretas y cosas de ésas y empiecen a apuntar mis sapientísimas palabras.
- ¡Qué dominio del lenguaje!
- ¡Qué precisión!
- ¡Qué culo!
- ¿Y cuál será la primera obra que nos resumirá?
- Empezaremos por... redoble de tambór Mickey "el ciego" Jack, por favor.

Redoble redoble redoble


- No sé a que viene tanta expectación si ya lo dice en el título de la entrada.
- Tiene un sentido del espectáculo algo atrofiado.
- ¡Pero qué manos!
- Eso sí.
La Odisea será el objetivo de nuestro primer resumen ya que se trata del origen de la literatura occidental y, con seguridad, la obra literaria que mayor influencia ha ejercido en su historia. Influencia indiscutible que deberán poner en duda si quieren pasar por listos en las reuniones sociales. Primer dato que deben conocer, aunque existe una ligera polémica al respecto que trataremos al final del resumen, la tradición dice que La Odisea la escribió, un señor llamado Homero.
- ¿Quién?
- Homero.
- ¿Cómo se escribe?
- Sin jotas.
- ¿Y como era este tal Homero?
- Pon la diapositiva, pelota.
- Sí, amo.

- Vaya con Homero.
- ¡Cómo está!
- ¡Y qué cantidad de talentos!
- ¡Qué pedazo de memoria se le intuye!
- Tranquilas y tranquilos. Lo de escribir no es exacto porque Homero era un rápsoda que iba por los pueblo dando pena y poniéndose pesado recitando sus poemas para que le dieran algo de comer y, sobre todo, de beber porque ya sabemos cómo son todos los poetas. Dicen los listos con gafas que unos grupis de Homero recopilaron sus poemas y hasta ahora.
- No he entendido nada.
-  Pues Homero nació y murió en un lugar llamado Grecia...
- ¿Qué es Grecia?
- Es un país de Europa famoso por un plato a base de berenjenas, yogur cremoso así fuerte, las viejas cejijuntas, las casas blancas que da cosa tocarlas por si las dejas llenas de mierda y por las prostitutas que no trabajan nunca en domingo.
- ¿Nada más, señor profesor?
- Nada más.
- Pues mi padre dice que la cultura griega ha sido una de las más importantes de la historia.
- ¿Y quién es tu padre?
- Pues un señor que se puso encima de mi madre, sufrió estertores y tiene tres carreras y es muy listo porque dice palabras como "ergo", "yuxtaposición" y "bolardo".
- Pues tu padre habla mierda, niño.
- Sí, señor.
- La cultura griega es seguramente la cultura más sobrevalorada de la historia. ¿Qué ha aportado a la historia? A parte de esa pedante autofelación que llamaron filosofía, una idea de democracia muy sui generis y la sodomía, ¿qué más a aportado Grecia a la cultura occidental? ¡Pero si la mayor parte de su tradición artística la robó a los egipcios! Sus dioses son de origen egipcio, su sistema político inicial, su escultura, su afición por pintarse como fragatas en plena decadencia...
- Pero...
- ¡Pero nada! Si todo lo tienen roto y da una lástima verlo que se te pone el corazón así todo chiquito que solo quieres llorar. Todo destrozado. Suerte que los ingleses y los franceses se llevaron parte de sus edificios para mantenerlos limpios y conservados. Pero bueno... no podemos cambiarlos... por algo están como están... por incompetentes... "La cultura griega es importante", sí claro. Montárselo con jovencitos y despreciar a los que no son griegos los hace muy importantes, muy guais y modernos. Son como los delfines, una plaga endogámica y...
- Señor profesor...
- ¿Sí, pelota?
- Su medicación, amo. Y la cabeza entre las piernas dentro de esta bolsa de papel y ya le voy yo abriendo vetas en la piel...
- Gracias, pelota.
- Las suyas, amo.
- ¡Qué pasión!
- ¡Qué genio!
- ¡Qué culo!
- Ya estoy mejor... venga... bien... vamos a centrarnos... La Odisea... Pues bien, La Odisea es un poema épico...
- ¿Qué es un poema épico?
- Un poema épico es algo que explica cosas muy importantes.
- ¿Cómo mi instagram?
- No, cosas importantes sobre gente que está muerta.
- ¿Cómo el instagram de mi abuelo?
- Sí, pero en verso.
- ¿Cómo el instagram de RajaoPoseso87 que escribe poesias sobre que vive sin ver y eso le hace ver sin vivir y cosas así fuá de profundas?
- No exactamente. Y es muy largo. Mucho. Y se divide en partes llamadas Cantos y cada canto pues explica una cosa diferente que le pasó al protagonista, Ulises.
- ¿Tiene instagram Ulises?
- No, no tiene instagram. Es un personaje ficticio.
- Dios también es un personaje ficticio y tiene twitter.
- ...
- Pues yo el otro día puse google en el google, pero es que yo soy mucho de principios de los dosmiles.
- Bueno, continuemos. Pues La Odisea narra la aventuras de ese tal Ulises, que no tiene instagram ni blog ni twitter  ni canal de youtube ni mierdas de ésas, después de La guerra de Troya.
- ¿Qué es la guerra de Troya?
- Buff... es verdad... si os tengo que poner en antecedentes... a ver... La guerra de Troya fue una guerra que se entabló entre griegos y troyanos...
- ¿Por qué?
- Porque el príncipe troyano Paris...
- Como la ciudad.
- Sí, pero sin el acento. Pues Paris se lio con Helena que estaba casada con Menelao.
- ¿Por qué?
- Pues supongo que se casaron porque se querían, o ella buscaba un buen partido, o él una buena dote...
- No, ¿por qué se liaron Paris y Helena?
- Porque Helena según parece estaba buena que te cagas y se lo había prometido una diosa.
- ¿Por qué?
- ¿Y qué diosa?
- A ver... había tres diosas que participaron en un concurso de belleza... esto va para largo ¿y si lo dejamos para la próxima clase?
- Vale.
- Seguiremos con los antecedentes antes de ponernos con el resumen de La Odisea.
- Es muy interesante todo esto, ¿verdad?
- Sí... ¡y el profesor es tan guapo!
- Deberes... para el próximo día me traéis un mapa donde aparezca localizada Grecia, un termo de café y un cómic de superhéroes.
- ¿Y eso por qué?
- Porque lo digo yo. Hasta el próximo día. Y ahora...
-¡FIESTA EN LA PLAYA!


Sobre la película Muchachas de uniforme

Estoy teniendo un profundo e intenso romance con el cine de los años treinta. Más en concreto con el de los primeros cinco años; una década que por x motivos no había acabado de profundizar y que ahora estoy explorando con pasión y cariño. Intento no caer en la comodidad de ver sólo cine americano (es el más fácil de encontrar) y busco en otros países qué se hacía; entre ellos la Alemania de entreguerras recuperándose de los horrores de la Primera Guerra Mundial y con la sombra del nazismo cerniéndose.

Y me topo con una película que me ha entusiasmado. Muchachas de uniforme (Mädchen in uniform, 1931) de Leontine Sagan.


Manuela llega como alumna a un internado donde creen que pasar hambre o frío fortalece el carácter, donde hijas de soldados son educadas para convertirse en futuras madres de soldados y donde prevalece un ambiente gris, duro y rígido como las estatuas que rodean el colegio. Allí hará amigas, intentará rebelarse contra las duras normas y se enamorará de su profesora, la señoria von Bemburg.

El torpe resumen argumental que he hecho no hace justicia a este bellísimo melodrama. Rodado en 1931 fue un gran éxito internacional no exento de polémica en su estreno en algunos países; en Estados Unidos, por ejemplo, debido a su contenido lésbico estuvo a punto de no poder estrenarse y fue la intervención de Eleanor Roosvelt lo que ayudo a que al fin viera la luz.

La película suele considerarse como la primera de temática abiertamente lésbica; no con insinuaciones o como un juego erótico desde una perspectiva masculina, si no como motor de la historia y si caer en moralinas o enjuiciamientos. El amor que siente Manuela por su profesora (o los otros amores que hay entre las alumnas ya sean correspondidos o no, las miradas y caricias hablan por si solas) no es visto como algo malo, sucio, si no como algo hermoso y natural que permite a alguien tan sensible como Manuela expresarse y vivir en un ambiente cerrado como el internado.


Pero ese ambiente rígido, prusiano, del internado no puede evitar las ansias de vivir de las alumnas. La pasión adolescente consigue romper por momentos el rígido ambiente en el que viven ya sea con bromas, fantaseando con actores o mirando revistas prohibidas en el centro. La amistad entre las alumnas, el amor, los pequeños celos, las travesuras...


Naturalmente la sensibilidad de Manuela hace que el drama estalle y... hasta aquí explico.

La película es absolutamente brillante. Leontine Sagan consigue un ritmo sostenido, una composición de escenas magistral (el encuentro de Manuelas con sus futuras amigas en las escaleras, la redacción de la carta, la alegría que impera en el vestuario, el paseo final de la directora) y unas buenas interpretaciones de un elenco completamente femenino (las únicas figuras masculinas son las sombras de la estatuas en los contados segundos en los que la cámara sale del internado).


Hay dos momentos en particular, uno es el momento en el que las alumnas interpretan Don Carlo. Toda esta larga escena, desde los nerviosos ensayos antes de la actuación hasta la fiesta final donde se precipita la tragedia es un perfecto ejemplo de composición, ritmo e interpretación.


Y la famosa escena del beso. von Bemburg da a cada alumna un beso en la frente de buenas noches. Es algo que todas ellas esperan con devoción porque es el único momento en el internado que reciben algo de amor. Cuando llega a Manuela, von Bemburg le da un beso en la boca.


Delicado, sutil, elegante...

Por películas como ésta amo el cine de los años treinta.
Y quedaré como un viejo cascarrabias, pero poco cine de hoy en día me parece tan interesante.
Hará un par de años que he vuelto al mundo de los tebeos de superhéroes.
Durante mi adolescencia fui un consumidor furioso. La patrulla X, Spiderman, Los 4 fantásticos, El Escuadrón Suicida, La legión de superhéroes, etc. No discriminaba nada y lo devoraba con pasión. Mucho de lo que sé de narrativa y de las técnicas que utilizaba cuando aún escribía las aprendí de esos guiones de Chris Claremont, John Byrne, David Micheline o Paul Levitz. Los leí y releí miles de veces y parecía uno de esos amores que durarán para siempre.


Para mí, la alineación de la Patrulla X siempre será ésta.
Y Lobezno lleva uniforme marrón.

Pero vivir en un pueblo donde solo hay un punto donde venden tebeos es arriesgado y cuando dejaron de traer mi romance acabó. No encontré otro sitio donde tuvieran y dejé los tebeos. También mis intereses lectores se fueron para otra parte. Pasaron los días y los años y quería volver, pero, voy a ser sincero, no entendía nada de lo que iban los universos de superhéroes.  Pillaba algo de Marvel o DC y no reconocía a los grupos ni los héroes ni las aventuras. ¿Qué había pasado? (Según me dijeron después, fue cosa de los noventa; una década muy cruel para el cómic). Estaba perdido. Y aunque leí algo de Spiderman, al final lo abandoné y me dediqué a otras cosas.

Hasta hace un par de años.
Llegó a la librería el primer número en grapa de Superhijos y se lo pillé a Nil, anteriormente conocido como Niño Lobo, pero ya está casi en el metro ochenta y va siendo hora de darle nombre.


Reconozco que lo compré más por mí que por él (aunque se leyó toda la colección y le gustó mucho) y fue la excusa para volver a los superhéroes. Que si un tebeo de Batman, que si uno de Superman, que, claro, la Wonder Woman de Renae de Liz es imprescindible, que si...

Bueno, ya sabéis por dónde voy.
Que los tebeos superhéroes han vuelto con fuerza. Pocas colecciones, pero con fidelidad. Y todo DC. Lo he intentado, pero no consigo que nada de Marvel me interese. Y estoy disfrutando horrores con esta vuelta. Estoy en un universo narrativo con el que he conectado y con el que vuelvo a aprender cuestiones de narrativa, de construcciones de relaciones entre grupos y muchos etcéteras.

Y todo este largo prólogo que no interesará a nadie solo es para hablar de una colección que me ha entusiasmado.


La liga de la Justicia Oscura de Tynion IV y un montón de dibujantes.
Publica ECC Cómics

No había explorado mucho el mundo mágico de DC, así que entro en estos tebeos sin prejuicios y saber qué esperarme. Y lo que encuentro es estupendo. La magia está cambiando y los personaje mágicos no saben qué está pasado o qué hacer con estos cambios. Wonder Woman, la integra, maravillosa y perfecta Diana, aparece para intentar poner orden por una extraña conexión que ha surgido entre ella y este universo al que era ajena, pero el problema le viene grande.

Este tebeo y el de La hora bruja, los que están publicados de momento 


me parece ejemplos perfectos de cómo iniciar una nueva serie, implicar a los personajes y, lo más importante, implicar al lector con los personajes. A diferencia de la nueva serie de La liga de la Justicia (abandonada tras su cuarto número porque, sinceramente, nada de lo que ocurría allí me importaba lo más mínimo y porque lo del supergrupo de malos tenía un punto ridículo) aquí el guionista ha sabido establecer con cuatro pinceladas, una conversación en la barra del bar mágico, una duda, el entusiasmo de Man Bat por todo lo que le rodea que deja entrever una profunda tristeza, una relación fuerte entre los personajes y que el lector se los sienta suyos.

Y tiene lo que creo que es una genialidad, presentar a Diana como alguien vulnerable y que se mueve en un mundo que le viene grande. Este sencillo gesto, humanizar a alguien tan perfecto como Wonder Woman, hace que el tebeo crezca a ojos del lector. Lo mismo puede decirse del resto de personajes; especialmente el Detective Chimpancé (sí, es un chimpancé que es detective privado... puro genio), el lector se los hace suyos y acaba importándoles su historia y las relaciones entre ellos. Y más si entre estos personajes hay algunos con tanta historia como La cosa del pantano o Zatanna.


A todo esto añade una historia potente que en muchas ocasiones roza el tebeo de terror (el enemigo del primer número es espeluznante) y unos muy buenos dibujantes como Álvaro Martínez, Raúl González, Emmanuella Lupacchino y otros consiguen que el cambio de lápices no saque al lector del tebeo y plasmar una historia dinámica, ágil en las peleas, detallistas y visualmente muy hermosa; el diseño de Hécate, por ejemplo o el capítulo final de La hora bruja.

Esta Liga de la Justicia Oscura se ha convertido en una de mis series favoritas de ahora mismo e intuyo que con unos números más, de siempre. Un grupo que no se siente cómodo trabajando junto ni se considera un grupo, problemas personajes latentes y unas amenazas que van más allá del típico malo rompecaras. Sí, aquí seguiré. Y espero que por muchos años.

Lo malo de esta serie es que me quiere convencer que busque los números antiguos de La liga de la Justicia Oscura. En serio, esto de los tebeos es una ruina.